http://www.diariodeleon.es/noticias/bierzo/alumnos-de-experiencia_323697.html
Recupero este artículo, que escribiera en el 2007 sobre mis alumnos de la Universidad de la Experiencia.
DEDICO
ESTE ARTÍCULO a los alumnos de la Universidad de La Experiencia de
Ponferrada, donde he tenido la suerte de colaborar desde que se pusiera
en marcha, y en especial a quienes forman parte del taller de teatro, en
el que he participado como profesor, lo que es un privilegio, puesto
que he aprendido mucho en ese proceso de retroalimentación en que
consiste la enseñanza-aprendizaje, sobre todo cuando uno cuenta con la
participación activa y voluntariosa de alumnos aventajados, trabajadores
y con gran entusiasmo, capaces de entregarse en cuerpo-alma.
Me siento
encantado porque, además de aprender mucho de ellos y con ellos, también
me han abierto las puertas de su espíritu, y han logrado emocionarme.
Gracias a su esfuerzo, constancia y dedicación hemos podido montar una
obra teatral, que será representada en el Campus de Ponferrada el mismo
día en que a buen seguro se publicará esta columna.
El teatro debería
ser una materia obligatoria en la enseñanza primaria, secundaria, y aun
en la universidad, porque a través de él se recoge la dimensión
artística del diálogo, la construcción dialéctica de la razón, el
intercambio de ideas y sentimientos, la participación, la escucha
activa, etc. Pararse a escuchar al Otro es lo que facilita la
comunicación, tan difícil y descuidada en nuestros días. Una época, la
nuestra, deshumanizada y llena de ruido informativo.
La comunicación
real entre humanos se hace cada día más difícil, aunque paradójicamente
vivamos en la era del Internet. Las dificultades comunicativas a menudo
generan alteraciones en la vida diaria y trastornos psíquicos. Y el
teatro, que es terapéutico y comunicación en vivo -una suerte de
comunión del actor con público-, ayuda a mejorar la relación entre seres
humanos. Aparte de entretenernos, divertirnos y hacernos reflexionar
-como el extraordinario espectáculo que La Zaranda nos ofreció
recientemente en el Bergidum- nos ayuda a leer y escribir mejor, a
mostrarnos ante el Otro, a expresar nuestras emociones, que en la vida
cotidiana tanto nos cuesta.
Es habitual que la enseñanza se centre en lo
intelectivo en detrimento de lo afectivo. En cambio, en el teatro se
trabaja con ambos aspectos, y en ocasiones se llega a recuperar el
atletismo afectivo del que nos hablara Artaud en El teatro y su doble. Por todo ello reivindico el teatro como un arte vital y me alegro de
estar en la Universidad de la Experiencia con gente tan experimentada y
afectuosa.
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