http://www.diariodeleon.es/noticias/bierzo/viajes-sin-mapa_395451.html
ESTER FOLGUERAL 10/07/2008
ALGUNOS
CUENTOS nos enseñan que los que parecen ogros pueden ser tiernos, por
eso, hay que estar atento a las apariencias. Así, en un primer
encuentro, alguien que da puñetazos en la mesa y eleva la voz, puede
parecernos un ogro, o al menos, un ser iracundo. Y podemos estar
equivocados ante lo que es un exceso de impetuosidad, de libertad
expresiva, sobre todo en estos tiempos de careta fija y normalizada en
las buenas maneras, donde casi nadie manifiesta lo poliédricos -con
permiso, amigo Luis- que somos. El columnista, y compañero de este
Diario, Manuel Cuenya, es de los que se permite hablar con libertad,
escribir como le da la gana, y viajar sin mapa. Y fruto de ello, es este
ejercicio de periodismo literario que hallamos en su primer libro, Viajes sin mapa,
publicado por la Universidad de León a través de su Secretariado de
Publicaciones.
«Hay que aprender a viajar, aunque sea hacia el desequilibrio y en un
vagón de segunda, porque en el viaje está el deleite y la emoción del
mundo», así nos declara Cuenya su pasión de viajero, nunca de turista,
que lo que prefiere es callejear por algunas ciudades europeas, y por
Marrakech, La Habana, Buenos Aires o El Cairo, y mirar, «La mirada como
sustituto del tacto, la mirada que toca y siente, acaricia y llega a
conocer».
En este libro de viajes encontramos información, datos útiles,
fotografías, pero también el pensamiento del viajero, que resalta la
dulzura que le embarga en Lisboa o Marrakech, así como la desazón del
París que descubre más allá de sus apariencias. Y es que, el trotamundos
Cuenya no sigue un discurso estructurado, sino que deja caer en sus
páginas lo que llama su atención, lo que le importa, y con esa libertad
expresiva, que también derrocha en sus columnas, incorpora palabras del
diccionario nocedense -que ha ido rescatando en la revista La Curuja-,
del francés, o de ese México rotundo que dice: carnalita, chingar,
padrote, o dar en la madre.
Viajes sin mapa es también un viaje de
referencias literarias, musicales, y cinematográficas, así como el viaje
de alguien que disfruta de las criaturas de carne y hueso.
Hay filósofos, y Manuel Cuenya lo es, a los que les gusta pensar en la
quietud de un jardín cerrado, pero otros necesitan de la acción, de la
observación de un mundo diverso. No pueden sujetarse a ninguna corona
comarcal; han conocido la libertad que da recorrer muchas tierras y
mares, y su horizonte estará siempre más lejos, tanto, como lo permita
este planeta.
Me gustó mucho esta reseña, espero disfrutar de la lectura del libro cuando quede con Cuenya.
ResponderEliminarSaludos afectuosos, Eduardo