Recupero este artículo, publicado en Diario de León (19/05/2003), para darle vuelo ahora que se acaba de celebrar esta festividad.
Nunca
he entendido por qué San Isidro Labrador se celebra en Madrid, que es una
ciudad donde ya nadie ara tierras ni cava viñas. A lo sumo se desterronan
algunas aceras y se planta algún que otro arbolito en los parques para que el
hormigón no acabe zampándose la hermosa naturaleza. Nomás.
La capital española
ha ido perdiendo, con el paso de los años, ese aspecto labriego y castizo que
tenía, hasta convertirse en una gran urbe, una especie de Distrito Federal en
el que lo rural ha quedado aniquilado por el asfalto y los neones. La jungla de
asfalto, así le dicen a Madrid.
La globalización ha conseguido que todas las
grandes ciudades del universo se parezcan, incluso más de lo que algunos quisiéramos. Primero Metrópolis de Fritz Lang y luego
Blade Runner de Ridley Scott nos han enseñado esa megalópolis que es como la
mamá de todas las grandes capitales. Dicho lo cual, donde de verdad se debería
festejar San Isidro Labrador es en los pueblos del Bierzo, en los que aún se
labran los terrenos y se cosechan excelentes frutas y verduras...
Se cuenta que
San Isidro Labrador fue un trabajador infatigable hasta sus últimos días. Su
vida, al parecer, no fue nada fácil. Trabajó como labriego y lazarillo de
varios señores. A menudo hemos visto a San Isidro ataviado con capa parda y
abarcas rotas, y con la aguijada en la mano –la iguiada, dicen en mi pueblo-,
que es la que guía a la yunta de bueyes mientras éstos aran la tierra.
Este
santo varón me hace recordar, dicho sea de paso y a la buena fe, a un señor de
mi pueblo. Se llamaba José, más conocido por el cariñoso nombre de Josetón.
Este señor sí fue un trabajador incansable, un ser con mucho espíritu, hasta
que un buen día, con noventa años bien cumplidos, nos abandonó. Descanse en
paz.
Antaño el gentío laboraba de sol a sol en los pueblos. Aquello era
trabajar de lo lindo, lo demás es cuento. Hay quienes llegan a confundir a San
Isidro con San Isidoro. Creo recordar que incluso en La pícara Justina se
habla de San Isidro como si fuera San Isidoro. Hasta en Noceda del Bierzo se
cree que San Isidro nació allí. Y luego el santo fue a parar, por azares de la
vida, a Madrid. Leyendas que nos siguen haciendo soñar.
Es probable que en
Noceda, como en muchos otros pueblos bercianos, le digan San Isidro, como
deformación de Isidoro, en recuerdo tal vez del insigne arzobispo de
Sevilla. Ah, se me olvidaba decir que en
el Campus de Ponferrada, la Escuela de Ingeniería Agraria de la Universidad de
León ha celebrado por todo lo alto la festividad de San Isidro. Qué sepas que
no te olvidamos, Sidrín.
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