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miércoles, 17 de febrero de 2010

Gil y Carrasco




Entre los grandes villafranquinos, olvidé incluir a Gil y Carrasco, en anterior texto sobre Villafranca, tierra de vino y de poesía, ciudad de poetas. Y que siga rulando la fiesta de la poesía, que el pasado año la echamos en falta. 
Antes de que algún lector se dé cuenta y me lo reproche, vayan aquí estas palabras para este ilustre e ilustrado berciano, viajero y romántico, que escribió, entre otras, una de las mejores novelas españolas del Romanticismo, El señor de Bembibre, emitida en televisión, llevada a la radio, adaptada al teatro en varias ocasiones, entre otros por el grupo berciano Conde Gatón, liderado por Ovidio Lucio Blanco, y que ahora pretende llevar al cine el amigo Valentín Carrera. Grande y atrevida ambición la tuya, estimado Valentín, que espero logres realizar... y la veamos. Hay una versión cinematográfica de esta novela, hecha por José Luis Cuerda, que no he visto.

La figura de Gil y Carrasco, tal como nos cuenta Valentín Carrera en su Viaje interior por la Provincia del Bierzo, resulta controvertida y a la vez fascinante. Dice Carrera que Gil y Carrasco, quien también hizo su viaje interior, es modelo e inspiración de sus propios viajes. Pues nuestro escritor romántico fue un viajero ilustrado como Jovellanos o Borrow.

Amigo de Zorrilla, Larra y Espronceda (este último le ayudó a conseguir un puesto de ayudante en la Biblioteca Nacional), Gil y Carrasco fue, como su poeta protector: que es mi barco mi tesoro, que es mi dios la libertad, un progresista y agnóstico. Tísico y diplomático, quizá masón, homosexual y templario, Gil pudo vivir incluso de sus colaboraciones periodísticas pues escribió, en su corta existencia, un centenar de artículos de crítica literaria y teatral en varios periódicos y revistas, además de relatos de viajeros, o el conocido Bosquejo de un viaje a una provincia del interior, que sirve de inspiración tanto a Valentín Carrera como a Raúl Guerra Garrido, que también escribió Viaje a una provincia interior. El Bierzo.
 
En Berlín -donde murió y se enterró a nuestro romántico- entabló amistad, incluso una afectividad más allá de lo diplomático, con el científico y explorador Alexander Von Humboldt. "¡Qué hermoso: morir en Berlín sin olor a sacristía!", escribe Carrera en Viaje interior por la provincia del Bierzo.

Aunque los restos de Gil y Carrasco no pudieron identificarse en Berlín, una embajada berciana dice haber rescatado sus "cenizas", que ahora figuran como depositadas en la iglesia villafranquina de San Francisco. El olor a clarigalla, en todo caso, no debe ser obstáculo para visitar la villa franca del Bierzo.

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