Me hace ilusión volver a Oviedo con otros ojos, con otro temple, sin prejuicios, con los poros abiertos, dispuesto a empaparme, nunca mejor dicho, de todo lo que pueda ofrecer esta ciudad carbayona, que hoy luce reina maga.
Recorrer los lugares de siempre, descubrir y aun redescubrir otros sitios con mucho encanto. Acercarme a mi calle, la calle Almeida y comprobar que le han cambiado el nombre. Ahora se llama Fernando Alonso, en honor al "formulista". Volver a ver, con alegría, aquella librería de viejo, que sigue como siempre. Reencontrarme con la estatua de Allen, a quien puede ver, al natural, en vivo y en directo, en el hotel Reconquista, cuando le concedieron el Premio Príncipe de Asturias. Allí nos dimos cita con él la "embajada" de la Escuela de cine de Ponferrada. Recuerdo que en este suntuoso hotel, que luego Allen empleó con escenario para rodar Vicky Cristina Barcelona, también estaba el escritor mexicano Carlos Fuentes, con quien tuve la ocasión de charlar. Qué buen recuerdo, habida cuenta de que Fuentes, con La muerte de Artemio Cruz, Aura, La región más transparente o Cristóbal Nonato, entre otros, es uno de los mejores narradores de Méjico. Qué bueno volver a Oviedo, la ciudad de la Regenta, la heróica e insigne ciudad que hoy parece dormida, luego de una noche de magos y reyes. Encuentro una ciudad más limpia y aseada que en tiempos, donde hay estatuas por doquier, y los edificios parecen relucientes. Seguiré recorriendo Oviedo, en cuerpo y sobre todo en alma.
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