Se nos ha ido Venancio Álvarez de Paz, Nanci. Y la noticia me cae como un mazazo, a buen seguro porque uno está en un momento delicado, en una etapa de duelo, con la sensación de que la vida se vuelve absurda por momentos, aunque uno sepa de antemano que la farsa forma parte de la vida. Así somos los humanos de trastornados. El desequilibrio, ahora más que nunca, parece presidir nuestras vidas. Y aunque uno procure mantener la templanza, resulta realmente complicado en un mundo en un vaivén constante y sonante.
Pepín, Encarna (la madre de Pepín y Nanci) y Nanci en Noceda |
Ayer fue una tarde noche intensa. Y hoy tuve una mañana de celebración en el campus de Ponferrada por los 25 años de su existencia. Pero luego me llegó la noticia del fallecimiento de Nanci, que así lo conocíamos los amigos y familiares, que me dejó literalmente noqueado, porque ni siquiera sabía que estuviera enfermo.
Un día te levantas y te encuentras convertido en cáncer, o cualquier otra mierda. La vida a veces parece que no diera tregua. Uno tenía la imagen reciente de un hombre fuerte, conversador, amable, que así era y se mostraba Venancio Álvarez de Paz.
Recuerdo haber estado hablando con él a finales de agosto, más o menos. Y se le veía con mucha energía, pero al parecer la procesión iba por dentro. Algo que ocurre con demasiada frecuencia. De un momento para otro la vida puede torcerse y en muchas ocasiones se tuerce. Y Venancio (Nanci) no resistió el envite, llevándoselo la parca por delante. Me lo decía su prima María Victoria, que esperaban un milagro, pero el milagro no se hizo. Y también su otra prima Sina, que era casi casi como su hermana, y ahora se siente con una gran tristeza. Los paisanos y amigos nos sentimos tristes. Y cuando me enteré de sus fallecimiento me entró la llorera.
A Nanci, el hermano pequeño de Pepín Álvarez de Paz (reciente se me antoja asismismo su muerte), le encantaba el útero de Gistredo, su Noceda natal. Aunque vivía en Valencia, era un enamorado de los paisajes nocedenses, y se le veía disfrutar mucho, con mucha entrega y vitalidad. Siempre con buen humor.
Nanci era además un entusiasta del fútbol y la política, un hombre siempre dispuesto a colaborar con la revista La Curuja, que le gustaba mucho. Y también solía ser un habitual de los encuentros literarios que uno organiza, a través del Colectivo cultural La Iguiada y la colaboración del Ayuntamiento de Noceda, en este pueblo del Bierzo Alto, conocido por la ruta de las fuentes medicinales.
Lamento, como ocurriera con su hermano Pepín, su muerte, porque además tengo mucho y buen trato con su hijo Javi (Xava) y sus hijas Carolina y Rosana. Y también con su mujer Mari Francis. Incluso llegué a estar en su casa de Valencia. Y aun en otra casa que tienen, también, a las afueras de esta ciudad del mediterráneo. La verdad es que ya no recuerdo dónde estaba ubicada exactamente. Mas eso no importa. Lo realmente importante es enviarle todo mi cariño a sus hijos, su mujer, sus seres queridos. Y darles mucho ánimo, porque los duelos pueden provocar trastornos. Y conviene aceptar la realidad que se impone, por muy dura que sea, y no quedarse sumidos en en pozo de tristura. Uno no puede ni debe quedarse estancado, sino continuar el camino, avanzar... seguir adelante.
La vida firmeza, además, no podemos preocuparnos por aquello que no se puede controlar, como dijera el filósofo y emperador romano Marco Aurelio.
Siempre te recordaremos con cariño, amigo y paisano Nanci.
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