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Palacio de Gaudí en Astorga |
Hoy me siento con ganas de darle un repasín a nuestro país, ¿a cuál o cuálo? Veremos, que dijo un ciego sin lazarillo. Este texto, reelaborado, lo escribí hace tiempo bajo el título de monárquicos y consumistas.
https://www.diariodeleon.es/articulo/bierzo/monarquicos-consumistas/20040329000000709272.html
En nuestra España verbenera -pues qué
siga viviendo la bagatela-, ha habido demasiado poeta clérigo, y por
ende mucho clérigo lírico (que no es exactamente lo mismo, sino lo otro),
misacantanos a secas, de sotana y crucifijo
castrador (algunos incluso son buena gente, no os vayáis a creer, y
muchos otros han nacido en La Cabrera; la tierra bañezana y aun en el
páramo maragato).
Nuestra provincia
leonesa/leonina ha dado –acaso debido a sus antaño extremas condiciones
vitales, en tantos aspectos, que nadie se engañe-, mucho sotanosaurio.
Ora aún
antes de laborar. Que dios o quien sea ya nos procurará el sustento diario, el
pan nuestro de cada día, dánoslo hoy, mañana y pasado, que nuestra voracidad
intelectual/espiritual no tiene límites, tal vez como nuestro universo curvado
y en expansión, corrido al rojo, infinito, o quizá finito aunque ilimitado. Que
los expertos nos lo digan. Qué Hawking nos desvele el secreto, ya que es capaz
de hacernos comprender la nada.
En el nuestro, decía, ha habido mucho sacerdote
y militroncho aspirante a coronar los cielos, qué miedo.
A Lope
podemos salvarlo de la quema, claro está, aunque tuviera querencias tanto
militares como religiosas, porque en el fondo era un ser subversivo. Véase la película Lope in love, de Waddington,
con el actor Ammann en el papel de un joven ingenioso y seductor, capaz de plantarle
jeta al poder imperante de la época.
"Estuve en un sitio donde sólo
hay curas y militares", me dijo en una ocasión un ex profe, Marino Pérez Álvarez, que tuviera en
la Universidad de Oviedo. Pues será Astorga, ¿no?, le respondí.
Eso, así se
llama. ¿Quién no se ha dado una vuelta alguna vez por Austurica Augusta?
Si León es una bella desconocida, el Bierzo no
existe en el mapa fuera de España (incluso dentro), y así en este plan de
planes, aunque tengamos Las Médulas y El Camino de Santiago, a su paso por el
Bierzo, declarados ambos Patrimonio de la Humanidad.
Acaso necesitaríamos que
algo fuera declarado Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad, como la Jemáa-el-Fna
de Marrakech, ciudad a la que luego volveré a hacer referencia.
Pero volvamos (vuelvo pluma en ristre, o teclado al orden) a nuestro país, ¿a cuál? Sí, España, con eñe de coña, ha dado mucho santo dispuesto a meternos en vereda, ya sea religiosa o por fuerza mayor.
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Plaza Mayor de León |
En cambio, no hemos tenido poetas y literatos y filósofos de
la talla de un marqués de Sade, libérrimo pensador que se rebeló a las
castrenses convenciones; Baudelaire, sublime sin interrupción y con rentas,
que se la pasó de a chulito en los paraísos artificiales, Rimbaud,
que deambuló por el mundo en busca de libertad y estimulaciones varias, o
Lautréamont, que nos sobrecogió con sus cantos y aullidos fúnebres. Y sí los
tuvimos, nos los aparcaron en el baúl de los olvidos, o en la cárcel de
las angustias.
Aquí no pasamos de los Autos
Sacramentales, la novela pastoril y el Quijote, este último, por fortuna, se
salva del hoguerazo, como Lope. Bueno, también podemos disfrutar con El
Lazarillo, La Celestina, Estebanillo González y el Guzmán de Alfarache, por
poner sólo algunos ejemplos notables. Pero el catolicismo nos ha pesado como
una losa. Y la represión sexual-afectiva nos ha dejado como muertos en vida,
zombis que paseamos nuestra desidia por la trastienda de la putrefacción.
En este país se levantó una
guerra entre hermanos y vecinos -vuelvo a recordar-de la que aún no nos hemos
repuesto. Y tardaremos mucho tiempo en aliviarnos.
De lo contrario, por qué
tendría que haber esta clara y rotunda división de la España peperona y la
España sociata, que ni una ni otra atinan en lo que le conviene a nuestro país
de paisitos, lo que de veras necesita el pueblo, que pide pan, aunque también
le va el chupo más que a un tontín una piruleta.
Pan y circo para el pueblo,
mientras los de arriba se rascan la entrepierna, satisfechos con su poder
y su gloria.
Republicanos ya no quedan, eso es lo cierto. O casi no se dejan
ver, más allá de levantar el puño en ceremoniales... y así. Izquierdosos
tampoco. La izquierda es un mito, o eso da la impresión, porque todos en este
país somos monárquicos, creyentes y consumistas.
Cada vez menos consumistas,
porque ahora se pide, desde las altas esferas, que apretemos el
cinturón... de castidad, y bebamos gaseosa en Navidad (esto creo que llegó a
decirlo Fraga).
Que a nadie se le ocurra
proclamar a los cuatro costados que es rojo y ateo. Como mucho agnóstico y
socialista. Y todos aspiramos a subirnos al carro del bienestar, que es un
carro bien apetecible, visto el panorama mundial de miseria y explotación.
Si
es que el mundo está hecho un asquito, y muy pocos viven, en la Tierra, como se
debería.
Nadie reniega -arreniega, se
dice por estos pagos- de la hostia consagrada, de la familia real, del teléfono
móvil, del ordenata, de las copas del finde, etc. Y hasta me atrevería a decir que a los españolitos nos rechiflan las princesas, princesitas e infantas de hechuras carnales y sonrisa
libídine, pulcras y relimpias (esto es un decir, nomás) tras su vestido cosido de guirnaldas y su corona
de adelfas diamantinas, pura fantasía en el harén reinal de un tiempo
verdaderamente poético, en forma y contenido. Y qué decir de nuestros "princesos", si es que el panorama está que arde.
"Es bueno ser rey",
decía Mel Brooks, y reina... y princesa, de sangre azulada o marrón, qué más
da... y marquesita o duquesona... y aun infante... marino. Queda dicho.
Como terapia a nuestro clasismo
y "carpetovetonismo" sugiero algunas lecturas de Juan Goytisolo,
entre otras La Reivindicación del Conde
Don Julián, y por supuesto convido a los presentes a que se den una vuelta
por el mundo árabe, sobre todo ahora que vivimos la cruzada del bien contra el
mal, y que Marruecos nos la está dando en todo el hocico.
Decidme, ¿cuál es el bien y el
mal? ¿Quién ganará? El maniqueísmo vuelve a la batalla. Para
aquellos que no tengan muchas referencias acerca de quién es Juan Goytisolo
sólo deciros que, aunque de origen catalán, vive desde hace algunos años
en Marrakech, después de haber tenido también residencia en Almería, Tánger y
París.
Goytisolo, como pocos
escritores españoles, reivindica su tradición árabe, habla el dialecto
marroquí, y siempre ha sido muy crítico con la España franquista que lo alejó
de su matria, "madrasta",
dice él. Nuestra condición de árabes, de árabes renegados, sumado a nuestro
catolicismo viejo, nos convierte en seres "rarillos", cuando menos.
Por no decir monstruosos. Que nadie se crea que somos hermanitas de la caridad,
aunque en nuestro interior podrido conviva aún mucho lírico y mocho de
sacristía. Malos tiempos para la lírica.
Pues, venga, todos sacerdotes y
vates en busca de libertad y buenos alimentos.