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lunes, 22 de mayo de 2023

Tú, yo, la lluvia a ritmo de tango

 A ritmo de tango (Gardel, Piazzolla...), "tengo el alma hecha un tango", compone la escritora astur leonesa o leonesa astur Marta Muñiz esta novela, tanto es así que cada capítulo lleva el título de un tango, que es no sólo música sino una filosofía de vida, acaso un sentimiento de tristeza bailando con sensualidad. El tango daría y da para varios ensayos, además de alguna película, como la que filmara el bueno de Saura, con la espléndida fotografía del maestro Storaro.

Tú, yo, la lluvia es música, porque Marta, además de una prodigiosa narradora que escribe prosa lírica y poesía hecha carne y alma, es profesora de música y filóloga. Y eso se nota en su sintaxis, en su manera de construir los mundos de ficción, que tanta realidad entrañan y a la vez nos remiten a esa Rayuela de Cortázar, que es una novela-contranovela monumental, por la que uno siente fascinación. “Si esto les recuerda a Rayuela no es por casualidad”, nos alerta en la nota preliminar. 

Marta Muñiz, tan devota de Cortázar (no se extraña uno habida cuenta de que es uno de los mejores narradores de todos los tiempos) ambienta su novela en el lado de allá (Buenos Aires, "magnética y divina": La Boca, Palermo, San Telmo, el histórico café Tortoni, Recoleta, Puerto Madero...), en el lado de acá (Lisboa: Praça do Comércio, El Chiado-café A Brasileira, Alfama...; Oporto: Rúa das Flores, Santa Catarina, La Ribeira, Librería Lello...) y también en otros lados, como la ciudad Eterna de Roma, "el mejor escenario del mundo" (Vía Appia Antica, El Trastevere, Piazza Venezia...), espacios todos o casi todos ellos impregnados por la lluvia ("seguía envolviendo la noche en su canción líquida"), que Marta parece conocer bien porque nos ofrece datos precisos y pinceladas maravillosas, plenas de sensorialidad, sobre todas estas grandes ciudades, que a uno también le fascinan.

Plácido y Gabriela, los protas que aparecen en esta novela, nos remiten asimismo a Horacio Oliveira y la Maga de Rayuela, aunque ambos estén inspirados -quizá sea atrevido decirlo- en los escritores Justo Sotelo y Gabriela Amorós. Sea como fuere, Plácido, "un hombre de ida y vuelta con el corazón de fuego", siempre en busca de su amante La Maga, "su fruto prohibido, su brújula dorada... una belleza primitiva y salvaje... diosa del tango", que en este caso es Gabriela Vargas, dan mucho juego y jugo narrativos, literarios. Con el teatro como algo esencial. La referencia a Jardiel Poncela, entre otras. Y el avión como un medio de transporte que nos invita a adentrarnos en un espacio de seducción, habida cuenta de que Plácido realiza viajes del lado de acá y del lado de allá. 

"Volar. ¿Acaso no es el gran sueño de todo ser humano?". El viaje, los viajes como algo que se me antoja fundamental en esta urdimbre amorosa teñida también de muerte. Eros y Tánatos fundidos. El amor más allá del olvido...  Más allá del olvido, como el poema de Pizarnik.

La actriz Valeria o Val ("con sus ojos verdes y su piel morena, su acento italiano y sus piernas de infarto"), Max Zimmmermann (dramaturgo, "el clon de Valle-Inclán"), Mario Duarte (el primo de Valeria), Violeta Paván, "una diosa en el escenario" (Violet o Cornelia Giacometti, con cierto parecido con la actriz Anna Karina), Augusto Lonardi, Carola la murciana, Eliana, Marita, Mateus, Madeleine, Alejandra o la propia Nuria Viuda (que encima existe como escritora leonesa, vaya sorpresa, "mi único amor es la literatura") son personajes que nos resultan atractivos, que nos cautivan, en definitiva, con su modo de hablar, su registro lingüístico, su manera de comportarse.

La música, con referencias al tango y otras canciones como Blue Moon, y el teatro, como ya había señalado; el cine, con guiños a Cinema Paradiso, Amélie, a Woody Allen en Desmontando a Harry, Hitchcock en Recuerda, Wyler en Vacaciones en Roma o Fellini, con toda su Cinecittà, aparte de la literatura (Pessoa y sus heterónimos, con quienes llega a dialogar Plácido; Ernesto y María Iribarne en homenaje a Sábato; Jorge Luis, Beatriz Viterbo/el Aleph en homenaje a Borges; Lorca…) están presentes en esta novela contada con una narrativa poética, que a veces se vuelve cinematográfica, empleando asimismo monólogos interiores, como cuando habla en ocasiones Plácido Salvatierra.

Marta logra, con todos estos ingredientes y técnicas narrativas, adentrarnos en su mundo, en el universo de sus personajes, de sus historias, de su ficción y su realidad, de su forma de ser y estar en el mundo.

"Todo empieza en una mujer": Marta Muñiz.

jueves, 18 de mayo de 2023

AveLuz, de Carmen Pinillas

Os dejo el epílogo que hice para el poemario AveLuz de la poeta  Carmen Pinillas, a quien tuve la ocasión de entrevistar para la sección de La fragua literaria leonesa en ileon hace tiempo: https://ileon.eldiario.es/cultura/carmen-g-pinillas-sirve-poesia-conocerme-dia_1_9490126.html

Espero, amiga Carmen, que haya sido de tu agrado, deseándote lo mejor, que el libro tenga mucho éxito y tú lo disfrutes. 

Me alegra compartir contigo -también con el flamante prologuista y artífice del Ágora de Poesía Ramiro Pinto- memoria emocional.

La poesía, que, como sabes, brota de los manantiales de la vida es cada día más necesaria en un mundo convulso, desequilibrado. 

El Meruelo, y tantos otros ríos, seguirán fluyendo por nuestras venas. 

“Y me marché/ tejiendo entre mis labios/ bella sonrisa”, escribe a modo de epitafio Carmen G. Pinillas en este poemario titulado Ave Luz

La sonrisa como un tesoro, un modo de ser y estar en el mundo, este mundo revuelto donde la poesía es más necesaria que nunca, porque nos ayuda a entender más y mejor quiénes somos y dónde estamos.

La propia Carmen G. Pinillas nos recuerda que la poesía le sirve para conocerse un poco más cada día, para conocerse no sólo ella sino para conocer a los demás seres humanos.  

A través de la poesía –precisa la poeta- podemos crecer como personas. Y además nos permite expresar nuestras emociones, confrontarnos con nuestros miedos. A sentirnos vivos, en definitiva. Por eso Carmen afronta la vida con una sonrisa y la luz que alumbra los caminos.

Hemos de estar preparados para que el viaje de la vida nos sorprenda, sabiendo que “cada amanecer es un nuevo guiño/ a nuestra existencia” y “el hilo que separa/ la vida de la muerte es invisible… la vida es un soñar despierto,/ porque la muerte es un soñar dormido”, según ella, cuyos versos recuerdan a Calderón.

La vida es asimismo un río que va a dar a la mar, como poetizó Jorge Manrique en las Coplas por la muerte de su padre. “¡Ah, la vida, sus pequeños pasos,/ urdidos poco a poco,/ para desembocar en ella, la muerte!”, escribe la creadora de Huellas del alma, que en este poemario nos sumerge en las aguas de algunos de sus amados ríos leoneses como el Bernesga, el Torío, el Sil o el Meruelo.

A través de su palabra poética podemos zambullirnos en estos ríos mientras ella se baña en su fluir vital “ante un inmenso cielo azul” y bajo una “luz espejo”. En este sentido, “el amor es ola,/ es mar,/ navegando a su antojo; incluso es “huella con sabor a sal”, advierte esta poeta enamorada del sabor de la ternura en su Ave Luz, cuya respiración también es vida en esta última parte del libro hilvanada con versos de haiku: “Toco la tierra/ latiendo entre mis manos/ denudada soy” o bien estos otros: “Olor a verso/ a lavanda, azahar/ en el Ágora”

martes, 9 de mayo de 2023

Sol y mar en una Andalucía de color azul

  Como ya había anunciado en la entrada de Periplo semanasantino por Madrid y Granada, el viaje continuó por la costa granadina  hasta arribar a la población de Nerja, ya en la provincia de Málaga. 

Fue precisamente la granadina Elena quien me recomendó visitar este lugar. Y posteriormente la amiga Olga me dijo que era uno de los sitios que más le gustaban, eso sí, en periodos donde no está atestado de turistas. Y es que los turistas, que acabamos siendo todos, invadimos los espacios como si fuéramos extraterrestres llegados del más allá intergaláctico. Bueno, quizá los etés no sean tan invasores y lo estoy magnificando. 

Nerja

El asunto es que, después de la pandemia corona-vírica (que damos por finalizada, adiós buenas), nos hemos trastocado y salimos en tropel, en masa. Masa y poder, de Canetti, un libro que habría que leer para entender nuestras psicopatologías en función de nuestra historia y nuestra sociedad. El individuo masa de La rebelión de las masas, de Ortega, que no es otro sino aquel que opina de todo sin saber de nada, algo tan frecuente en nuestra época.  

Por fortuna, a uno le gusta salir solo y sólo con sus existencias y su existencialismo, acaso para confrontarme más y mejor con las realidades o irrealidades (que de todo hay en la viña del Señor/Señora), con las que me voy topando.

Al final, ni siquiera vi a Olga porque ella pensaba que me quedaría en Málaga, donde estuve hace unos años (de lo que doy cuenta en este mismo blog: https://cuenya.blogspot.com/2018/09/malaga-la-cuna-de-picasso.html), y preferí continuar rumbo a la provincia de Cádiz, que esa era en verdad la idea de partida antes de emprender rumbo al sur de España, eso sí, después de visitar Nerja, que me causó una agradable impresión, saludables vibraciones, pues encontré calma, a pesar del turismo, y sobre todo buen clima y mar, además de excelentes tapas, por ejemplo en la tasquita el Sevillano. 

Como llegué a contar mientras visité este destino perteneciente a la Costa del Sol, conocido asimismo por su cueva o sus cuevas, que nos remiten a las cuevas de Valporquero en la provincia de León, Nerja fue escenario de rodaje de la serie televisiva Verano azul, que casi ni recuerdo haber visto. A decir verdad, ni antes ni ahora sigo ni he seguido series. Prefiero ver una película de una vez, aunque dure bastante. Y a otro asunto. 

Me entusiasmó, eso recuerdo, el llamado Balcón de Europa. Suena exótico. Como si uno contemplara de una vez por todas esta Europa de cementerio marino y holocaustos varios, aunque nos la vendan como una joyita de la Corona Real. El Balcón de Europa, sí, mirando al mar, a ese mar que nos separa, más que nos une, del continente africano. 

El asunto es dejar volar la imaginación, y ya de paso el espíritu-cuerpo, que todo es uno. Incluso me encontré con el espíritu redivivo, ¿se dice así?, de Chanquete, el viejo pescador de aquel verano de los ochenta, con su barca La Dorada y sus tripulantes, de aquel Verano Azul, o sea.  


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Aunque no fui un niño y/o adolescente de esos aficionados a Verano azul, Nerja es un buen destino para vacacionar. Tanto Elena, una estupenda chica granadina, como mi amiga Olga, que es vasca, malagueña y hasta algo berciana, me han hablado de este lugar con encanto atestado de guiris, donde se toman buenas tapas.

Desde el balcón de Europa el mundo es un sueño, acaso navegando en busca de un horizonte curvado.
Aunque no recuerdo haber visto casi nada de Verano azul, la serie de Mercero -el creador de la inquietante y aterradora La cabina-, Nerja me ha parecido un buen sitio para pasear.
Hasta me he acercado a la barca, que es una réplica de la original de la serie televisiva, donde figuran los chicos de Verano azul junto al gran Ferrandis.

La Costa de la Luz ilumina el ánimo. La luz solar penetra en ti inundándote de vitamina D, tan saludable. Y eso te permite sentirte en forma, con ganas de viajar, de recorrer espacios y también tiempos. 
Puerta Jerez-Tarifa
"He cruzado océanos de tiempo para encontrarte", le dice Oldman a Ryder en la película Drácula, de Coppola. Pues eso, cruzas el océano de la Luz para encontrarte con la belleza en todo su esplendor, para allegarte a la punta más meridional de Europa: Tarifa, entre el mar Mediterráneo y el océano Atlántico, a unos catorce kilómetros de las costa africana.
Sólo de pensar en esta cercanía se te ponen los pelos parados, quizá sea debido, todo hay que decirlo, a resultas del viento, que sopla con intensidad y bravura tanto de levante como de poniente. Una experiencia psicodélica, mística, que invita a surfear las olas que se abalanzan sobre tierra adentro. Son muchos los turistas y/o viajeros que llegan a Tarifa para surfear en todas sus modalidades. 
Al otro lado, se alza Marruecos como un sueño posible, Morocco dream. 
La muy noble, muy leal y heroica ciudad de Tarifa... reinando Sancho IV el Bravo..., como reza en un cartel de la Puerta de Jerez, invita a traspasarla, a adentrarte en esa muralla medieval que otrora rodeara este enclave estratégico (y en la actualidad conserva restaurada una parte de la misma), esta medina, que tanto recuerda a las medinas árabes, con sus casas blancas y sus patios interiores, sus callejuelas estrechas, su sabor moruno. "Parece Túnez", te dice la amiga Arij. Sí, se parece mucho. 
Te dejas ir, te dejas fluir por esta medina cristiana llevado por el aroma de la mojama, que es la cecina del atún. Y luego te paras a contemplar, extasiado, el castillo de Guzmán el Bueno, que se eleva sobre el puerto marítimo, cuyo origen remite a un alcázar árabe y cuya finalidad era la defensa de la ciudad de Tarifa de los ataques de piratas berberiscos. La historia despierta tu fantasía. Y te entran ganas de cruzar el Estrecho.
Pero el tiempo se te ha echado encima, siempre el tiempo. Y además ya habías decidido acercarte a Cádiz, "la tacita de plata". 
 
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Tarifa rezuma morería por los poros de su alma. La antigua ciudad es una Medina árabe, con su fortaleza o castillo de Guzmán el Bueno, que por cierto era leonés. Así que Tarifa también queda hermanada con León.
Al parecer, Guzmán el bueno sacrificó a su hijo en aras de salvar la ciudad de Tarifa de los moros. El propio Guzmán cuenta con un monumento ubicado en la Alameda.
Se me ha quedado impregnado el viento en el cerebro como una daga.
Ahora recuerdo que en alguna ocasión escuché a Radio Tarifa en directo y me fascinó.
Apenas un centenar de kilómetros separan Tarifa de Cádiz. Y en mitad del recorrido se aparece Conil de la Frontera como un sitio que merecería ser visitado. Mas será ya para otra ocasión. La taza de plata, o mejor dicho la "piruleta", como le llama Irma, te espera con los brazos abiertos. Es un decir. En todo caso, luce un día radiante, con una luz que casi no te permite abrir del todo los ojos. Necesitarías unas gafas de sol pero vas a dejarte inundar, bañar, empapar por la luz del sur. 

Acabas de poner los pies en esta ciudad y recibes un mensaje de la amiga Irma. Se ha enterado de que andas trotando por Andalucía. Ni siquiera habías reparado en que ella, a pesar de que no has perdido el contacto, vive ahora en Cádiz. A veces se te va el santo al cielo. De haberte acordado le habrías dicho algo, sin duda. Mas nunca es tarde si la dicha es buena. Estás de enhorabuena. 

"Sí, estoy en Cádiz", le dices. "Pues si te apetece podríamos vernos", contesta ella. "Claro, faltaría más". 

Irma, que es astur de Oviedo, además de ponferradina, leonesa y en cierto modo del útero de Gistredo, ha logrado convertirse casi casi en una gaditana, que habla como las oriundas. 

"Quillo, vamo a tomarno una cervesitas".

Irma conoce como nadie los entresijos de Cádiz, una ciudad que se te antoja coqueta, construida a escala humana, o sea, una maravilla. Te sientes a gusto en su compañía mientras charláis de lo humano y lo divino, primero en el Mercado Central, que es un sitio chulísimo y un templo dórico de la gastronomía. Y luego en el Royalty tomando un café, que es un local con mucha solera. 

Paseáis, tomáis alguna cerveza y alguna tapa. Contempláis la puesta de sol al tiempo que recordáis viejos tiempos en la facultad, en la Vetusta de Clarín, donde ella llegara a impartir clases. Recordáis incluso a algunos profes, como aquel Es dicir, así le llamabais a uno de los tipos más burros (y eso que era profe de universidad) que conocieras, que ya es dicir.  

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La ciudad fenicia de Cádiz luce radiante en este día abrileño, con una brisa agradable.

La isla de Cádiz, según la amiga astur berciana -ahora gaditana-, se muestra vital y bulliciosa en mercado central, que es todo un templo de la gastronomía adonde se dan cita oriundos y foráneos, entre ellos este menda lerenda.
Estoy disfrutando de esta ciudad, a la que encuentro cierto parecido con Nápoles en su centro, incluso a Génova y La Habana, como me recuerda la gaditana Susana, que es una chica que ha viajado por medio mundo.
Creo que a partir de ahora -regresaré a la tierra este próximo domingo-, tendré que venir más a menudo a esta ciudad isla, donde se vive confortablemente.
Hace muchos años que estuve por aquí la vez anterior. Creo recordar que fue en un viaje con estudiantes Erasmus de la Universidad de León.
Tierra literaria, donde figuran poemas de diversos autores, entre ellos Alberti, el autor de La arboleda perdida, que es un delicioso libro de memorias.

Con muchas estatuas en el parque genovés como la de Falla o bien la de Rubén Darío en la Alameda, entre otras.
Seguiré recorriendo y explorando la ciudad. Con ganas de una puesta de sol en La Caleta, con el castillo de San Sebastián como icono.

 
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El gran poeta peruano César Vallejo, autor entre otros del poema Espergesia, aparece en forma de busto en la Alameda de Cádiz, lo que me entusiasma porque es uno de los grandes poetas por los que siento devoción.
César Vallejo
Influenciado por el modernismo de Rubén Darío, cuyo busto también se halla en esta Alameda, Vallejo, cuya vida y obra se aproximan a la vida y obra de otro grande, en este caso Miguel Hernández, logró escribir una poesía vanguardista, rompedora. Y curiosamente conoció al poeta astorgano Leopoldo Panero.
Como César Vallejo, yo también nací un día que Dios estuvo enfermo.
'Todos saben... Y no saben
que la Luz es tísica,
y la Sombra gorda...
Y no saben que el misterio sintetiza...
que él es la joroba
musical y triste que a distancia denuncia
el paso meridiano de las lindes a las Lindes".
En la Alameda gaditana también se encuentra la estatua del prócer cubano, el modernista José Martí.
 
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La luz de la parte más meridional de la península ibérica hace vibrar de emoción en esta primavera veraniega, con su lirismo y su belleza acariciable.
 
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9 de abril· 
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Cádiz desde Torre Tavira
Desde la torre Tavira Cádiz se abre como un sueño y una fantasía, con la luz dorada de un domingo abrileño. Me encanta contemplar el mundo desde los miradores. Y este es un mirador a esta península casi isla, que me traslada al noroeste de A Coruña. Me ha entusiasmado charlar con Cynthia, que es guía de la torre Tavira, sobre la belleza gaditana.
Cádiz en su conjunto me parece una ciudad preciosa, tal vez la más guapa de Andalucía.
También me ha gustado conversar con los madrileños Beatriz, que es profe en la Universidad Nebrija de Madrid, y su compañero Manolo, que conoce bien el Bierzo.
Monumento a la Constitución

La piruleta, esto Cádiz, te sabe rico o rica. Te ha dejado gusto a frambuesa, a nata montada. A manjar. Y eso no se olvida, antes se conserva intacto en tu memoria emocional. Así que estás convencido de que pronto volverás a Cádiz. 
Rememoras tus paseos por sus estrechas callejuelas, por el paseo marítimo de donde brota la lírica, tus incursiones en el Mercado Central, que se convirtió en el gran comedor, la visita al monumento a la Constitución de 1812, tu inspiración/transpiración en la Alameda, tu arrobamiento en La Caleta, la charla con la chilena Laura, la visita al teatro romano, las panorámicas espectaculares desde la Torre Tavira...

Tantos bellos recuerdos. Y por supuesto la compañía de Irma, a quien le deseas lo mejor.  
Abandonas la ciudad en dirección a Sevilla, que es otra ciudad que te trae grandes recuerdos, con su Giralda-Kutubía. Y a partir de ahí continúas por la Ruta de la Plata hasta regresar a tu tierra.