Julio Llamazares nos visitará el próximo martes 15 de abril en Bembibre. No os perdáis la cita con este magnífico narrador y poeta en la Casa de las Culturas de la Capital del Bierzo Alto. A las 20h.
Recuerdo la profunda
huella que me dejó su poema ‘Fresas’: ‘Entre las truchas muertas y la
herrumbre, fresas…’, que el propio autor recitaba en voz en off en aquel
relato suyo, ‘Retrato de un bañista’,
ambientado en el pantano del Porma, entre la alucinación y la noche azulada de
una aldea en ruinas, su pueblo natal, impregnado con aromas a ‘Pedro Páramo’. Aquel relato, perteneciente
a la película ‘El Filandón’, del
cineasta berciano Chema Sarmiento, me removió las entrañas.
En aquella época uno
era estudiante en el Instituto Señor de Bembibre, entusiasta del cine y de las
joyas literarias de Verne, Salgari y tantos otros creadores de aventuras. Y Julio
Llamazares ya
había comenzado como
guionista de cine –luego llegarían otros guiones suyos para Felipe Vega o Icíar
Bollaín– y se había revelado como un extraordinario poeta con ‘La lentitud de los bueyes’ y ‘Memoria de la nieve’, que marcarían de
un modo definitivo su obra posterior, hilvanada con reflexión emotiva o emoción
reflexiva, hasta lograr escribir La
lluvia amarilla, sublime poema en prosa sobre el olvido y la locura, el
vacío y la muerte, la soledad y la herrumbre, el aullido del silencio y la luz
fría del invierno.
En realidad, me
entusiasma toda la obra de Llamazares, incluidos sus ensayos como ‘El entierro de Genarín’ o sus artículos
periodísticos, tal vez porque uno se siente identificado con lo que cuenta y
cómo lo cuenta, con sus paisajes y paisanajes, que son en verdad memoria
afectiva. Y con toda esa literatura de viajes, desde ‘El río del olvido’ hasta ‘Trás-os-Montes’,
que me invita a recorrer otros mundos, y a confrontarme en definitiva con la
realidad, con la propia literatura, que es o debería ser siempre vida, y que en
manos de Julio se convierte en tal.
Su narrativa poética (“toda novela es autobiográfica y toda
autobiografía es ficción”) envuelve y engancha con la magia de un alquimista
que te hiciera vivir y aun revivir en esta y en otra dimensión
espacio-temporal, porque "la pregunta no es si hay vida después de la
muerte; la pregunta es si hay vida antes de la muerte" (Escenas de cine mudo), ese espacio que
él recorre con alma, y ese tiempo que “se deshiela como un montón de nieve atravesado por un rayo”, siempre presente en
toda su obra, acaso como una obsesión, léase de un modo significativo sus ‘Lágrimas de San Lorenzo’, genuino
tratado filosófico sobre la fugacidad del tiempo. Tiempo, vida/muerte: los
grandes temas en la obra de Llamazares, que estará el próximo martes en Bembibre
para que sigamos fluyendo con sus vivencias y recuerdos.
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