La muerte de Vicente Pueyo me ha pillado por sorpresa, y creo que ha cogido a la trampa a todo el mundo. Qué pena.
Tenía Vicente un rostro de buena persona, que lo hacía cercano. Parecía por lo demás un tipo introvertido. No tuve mucho contacto con él, salvo en una época, a principios del 2000, en la que él se encargaba, como redactor Jefe de opinión, de mis artículos, en cuyo encabezamiento figuraba El molín de Ampuero, y salían publicados -creo recordar- en la tercera página del Diario de León. Pasada esta época, lo veía de cuando en vez en algunos eventos y comidas organizadas por el Diario. Pero siempre que podía lo leía. Quiero mandarle, desde la aldea berciana, un entrañable abrazo a los suyos. Descansa en paz, estimado Vicente.
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