Con el permiso de mi amiga Tere Caballero, que es buena conocedora de su país, daré cuenta de las hipótesis que se barajan, cual naipes de tute subastado o subasta, acerca del posible significado de México. Vayan "eiquí", que diría cualquier paisanín de mi tierra.
Lo que es seguro es que se trata de un vocablo de origen náhuatl, con el que los mexicas designaban la capital de su Estado. La propuesta más aceptada, de común auerdo, señala que el nombre del país proviene de los vocablos mētztli= luna, xictli= ombligo o centro, y -co= sufijo de lugar. De esta forma, el nombre de México significa Lugar en el centro de la luna, o más precisamente, en el centro (ombligo)del lago de la luna, que era uno de los nombres con que los mexicas conocieron el lago de Texcoco.
La toponimia náhuatl, además de describir algunas características de los lugares geográficos, estaba cargada de sentido esotérico, conocido sólo por algunos iniciados, como señala Sahagún en su Historia de las cosas de la Nueva España. En su interpretación mística, el nombre concedido a México puede significar Centro del mundo, y de esta manera es representada la capital mexica en varios códices, como el lugar en donde concluyen todas las corrientes de agua que atraviesan el Anáhuac (que en náhuatl significa el mundo, o Tierra rodeada por los mares).
Otra hipótesis es la que relaciona el nombre del país con el del dios Mexi (pronunciado en náhuatl ['me∫i]), dado por los mexicas a su dios tutelar Huitzilopochtli, el colibrí siniestro. De esta forma, México es el lugar donde habita Huitzilopochtli.
Según cuentan las crónicas mexicas, Huitzilopochtli sacó a esta tribu de Aztlán (un sitio mítico, que algunos creen localizado en Nayarit, lugar conocido como tierra de la Mexicanidad) con el propósito de llevarlos a una tierra donde serían los señores. Para llegar a ese lugar, la tribu debió peregrinar durante doscientos años. Al encontrar en el islote de Mexihco la señal dada por su dios -Tenochtitlan, en recuerdo de su dios y de su principal sacerdote, llamado Ténoch.
Pues esto es lo que sabemos sobre la palabra México, lo que nos reafirma en nuestro ombligo lunar, qué poético, caminando sobre el ombligo de la luna a ritmo de quebradita mientras nos echamos unos entres entre los cuates y carnalitas en la pulquería de al lado. Sírveme otra, guey, y no te me "apendejes" que te madreo y compadreo en un delirio alucinatorio.
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