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miércoles, 13 de diciembre de 2023

Habana blues, de Zambrano

Hoy miércoles 13 veremos y comentaremos la película Habana blues en el campus de Ponferrada. A las 16 horas. 

Habana blues es una película hispano-cubana de 2004, dirigida por el español Benito Zambrano, que es sin duda uno de nuestros grandes directores de cine, el cual se formó en Guion y Dirección en la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, ubicada a a las afueras de la capital cubana.  Y eso se nota en esta película porque muestra su pasión por la isla caribeña, por su música, por los sentimientos de los seres humanos, que son, según él, iguales en todas partes, algo que suscribo. 

"El ser humano tiene la sangre del mismo color en todas partes. El celo, la soledad, la envidia, el amor... y las historias cuando superan el elemento particular y entran en lo universal que tiene todo ser humano, tocan a todo el mundo", añade Zambrano, para quien Cuba ha significado mucho más que el marco en el que se formó como cineasta... "Allí amé, creé, trabajé, hice muchos amigos... Con el tiempo se fueron asentando mis vivencias en ese país donde nunca me sentí extranjero", recuerda el creador de Intemperie, película realizada a partir de la novela homónima de Jesús Carrasco.

Ya Darwin escribió en el siglo XIX La expresión de las emociones en el hombre y en los animales, la expresión, en definitiva, de las emociones universales. Por eso nos toca de lleno esta película,  porque nos habla de Cuba, que es ritmo, música, poesía en movimiento. Y a ritmo de música, subidos en un Chevrolet rojo del 52, Zambrano nos conduce por esa romántica y decadente, loca y maravillosa ciudad que es La Habana, donde la amistad, la dignidad y la ternura nos trasladan hasta lo primigenio, tocándonos la fibra, las entrañas. "Una bella metáfora de la dignidad", apunta Zambrano, que filma esta obra de sentimientos, porque "Cuba es, sobre todo y a pesar de todo, un país de sentimientos: alegre, dinámico, que sabe encontrar el lado divertido de las cosas, y musical... ¿hay otro rincón del mundo que sea más musical que Cuba?", se plantea Zambrano.

Habana blues es un drama con algo de comedia, una historia muy humana, de personas y no de personajes, como asegura uno de sus protagonistas. Una película que nos habla del amor, de la amistad entre dos músicos tras un sueño casi imposible, que interpretan Alberto Yoel (Ruy) y Roberto Sanmartín (Tito), una amistad que puede llegar a romperse por la necesidad de salir del país. Además de estos dos actores está Yailene Sierra (Caridad), una joven luchadora -la mujer de Ruy en la película- que ansía un futuro mejor, la cual conforma el trío protagonista. 

Una película vital, llena de energía, de sentimientos y de emociones, con unos personajes que sufren, lloran, sonríen, tienen tentaciones, dudas, incertidumbres... Ruy y Tito son dos jóvenes músicos cuya música es una mezcla de la tradición cubana con el rock y el blues (de ahí el título de la película), que tienen la posibilidad de dar un salto internacional gracias a una empresa española de grabación. Y eso los llevará a un dilema: el arte frente a lo comercial, lo nacional frente a lo global... 

Barrio Chino de La Habana

Desde que Zambrano nos sorprendiera con su laureada película Solas -que por lo demás protagoniza Álvarez-Nóvoa, quien fuera uno de los actores revelación del cine español e invitado de honor por mi parte en Tardes de Cine de Bembibre hace años-, he seguido con cierta regularidad la trayectoria de este cineasta andaluz humilde y grande, quien a buen seguro nos seguirá obsequiando con estupendas pelis.

https://cuenya.blogspot.com/2011/03/carlos-alvarez-novoa.html

En realidad, ya nos las ha dado, como aquella miniserie titulada Padre Coraje, en la que interviene Macarena Gómez -otra invitada a las Tardes de Cine de la capital del Bierzo Alto- hasta llegar a su excelente cinta La voz dormida, pasando por esta excepcional Habana Blues, que he visto en dos ocasiones en la gran pantalla.

https://cuenya.blogspot.com/2017/08/macarena-gomez.html

La primera fue en un cine de la Gran Vía madrileña, luego de un viaje a La Habana, y la segunda fue en los Cines La Dehesa de Ponferrada. Dejé que pasara el tiempo (no demasiado) para comprobar si me procuraría parecidas o similares emociones. Confieso que no pude contenerme, ni la primera ni la segunda vez. Es probable que uno sea extremadamente sensible, mas Habana blues toca las alegrías y tristezas del ser humano. 

Estatua de Coppola en San Antonio de los Baños

Tuve la ocasión de visitar la Escuela de Cine y Televisión de San Antonio de Los Baños, y me pareció un sitio magnífico, donde figuran las estatuas de sus fundadores, a saber, Gabriel García Márquez, Fernando Birri, Julio García Espinosa y Tomás Gutiérrez Alea (Titón), y en el que han impartido clases los grandes, desde Steven Spielberg o Coppola hasta Ettore Scola o Mike Figgis (al que pude saludar), entre otros muchos, los cuales han dejado sus firmas estampadas en algunas paredes. Un lujo para los estudiantes de cine, provenientes de todo el mundo, sobre todo de América Latina. 

A esta mítica Escuela Internacional de Cine y Televisión (así como a la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano, a la que está adscrita) convendría dedicarles un texto. Pero por el momento prosigo con Zambrano y su mirada, elegante y cariñosa, hacia unas gentes que, con sus grandezas y también con sus estrecheces, no están dispuestas a venderse por un contrato de mierda. Como ocurre a menudo en nuestra sociedad basura, donde lo que importa no es el arte sino el negocio. Seres que nos dan la vuelta a la cabeza a los “gallegos invasores”, habituados como estamos a otra forma de vivir y entender la realidad. 

Aunque hayamos visto extraordinarias películas-documentales sobre la música y la capital cubana -véanse Buena Vista Social Club, de Wenders o Suite Habana, de Fernando Pérez (con quien coincidí en la Mostra Latinoamericana de Lleida), Zambrano, en su Habana Blues, nos muestra a unos personajes creíbles, interpretados con naturalidad y con un excelente sentido del humor, en un mundo difícil, donde hay muchas carencias económicas y falta de libertades, pero que es a la vez alegre. Un mundo impregnado de afecto y de sones.

La música como motor de longevidad. Esos sonidos que nos ayudan a vivir y calan hondo en nuestro ser cual lágrimas tatuadas y arenas de soledad, entre las alas del amor y un silencio roto.

Guarachando. Habaneando. 

Firma de Spielberg en la Escuela de cine de San Antonio de los Baños 

Habana Blues se me antoja, por tanto, conmovedora, un canto a la amistad y la dignidad con un final tan real como sobrecogedor, en el que también destaca el ritmo del montaje del maestro Fernando Pardo (de hecho ganó el Goya al montaje en ese año), que en su día fuera profesor de la Escuela de cine de Ponferrada, en la que uno trabajó desde su puesta en marcha (y aun antes) hasta su final. Pero este es otro cantar, acaso el cantar de los cantares.

Habana blues nos hipnotiza con su música, con su banda sonora, que es memorable, tanto que también se llevó el Goya. 

Sigo disfrutando de esta película como si fuera la primera vez, porque el cine es, como dijera el genio Bergman, principalmente ritmo.

"Cuando experimentamos una película, nos preparamos conscientemente para la ilusión. Dejando a un lado la inteligencia y el intelecto, le hacemos un lugar en nuestra imaginación. La secuencia de imágenes juega directamente con nuestras emociones. La música funciona de la misma manera; yo diría que no hay forma de arte que tenga más en común con el cine que la música. Ambas actúan sobre nuestras emociones directamente... Desde la infancia, la música ha sido una gran fuente de recreación y estimulación, y frecuentemente experimento una película o una obra de teatro musicalmente".

(Esto escribía en el periódico Diario de León en el año de 2005 a propósito de esta película): 

https://www.diariodeleon.es/articulo/bierzo/habana-blues/20050523020000777939.html

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