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lunes, 25 de septiembre de 2023

La belleza infinita en el Oriente del Poniente

 A finales de agosto de este año puse rumbo a las Asturies, que es matria y patria de los afectos, donde estuve durante algunos años residiendo mientras cursaba estudios en la Universidad de Oviedo. Qué tiempos aquellos.

Llanes, puerto
Entonces, aún no sabía que eran tiempos gloriosos, pero ahora, que ya he superado con creces el medio siglo, casi nada, sí lo sé. Y como tal lo reconozco y lo siento, sin morriña, sin saudade, sin ningún tipo de aspavientos, con la perspectiva que dan los años y las vivencias. Bueno, la verdad es que disfruté mucho de aquella estancia en la capital astur. En aquel tiempo era joven, y no del todo consciente de la brevedad de la vida y de la infamia, de la historia universal de la infamia, si nos fiamos del laberíntico Borges, que nos legó una obra complicada aunque sustanciosa. Pienso, cómo no, en relatos del estilo de Funes el memorioso, El Inmortal o el Hombre de la esquina rosada, entre otros. 
Torreón de Llanes

Pero lo que quería contaros es que las Asturies de los míos amores (me gusta decirlo así, en plural y a la llana) siguen ejerciendo un gran influjo en mi persona. Y su mar al igual que sus montañas verdes y negras de minerales me sobrecogen, me fascinan. Es por eso que su mar y sus montañas -los picos de Europa elevándose como colosos- me hacen alcanzar el cielo, si es que cielo existe. Pues el marqués de Sade en Justine, creo recordar, llega a decirnos que la distinción entre cielo e infierno (el infierno son los otros y también uno mismo, me atrevería a señalar con la transpiración de Sartre) es sólo un recurso de la imaginación para apaciguar el miedo a la muerte y de este modo legitimar las diferencias sociales. 

La zona de Llanes, con su colorido y coqueto puerto, sus playas y toda su belleza natural, me parece uno de los lugares con más encanto que haya visitado nunca, que quizá sea mucho decir, habida cuenta de que uno conoce lo que conoce, bueno, en realidad uno no conoce nada o casi nada (sólo sé que no sé nada, como nos dijera el filósofo Sócrates por boca del filósofo Platón). 

Podría asegurar que lo que sí tengo es inquietud por saber, por conocer, y sobre todo sentir, sentirlo todo de todas las maneras, "vivir todo desde todos lados, ser lo mismo de todos los modos y aún al mismo tiempo", sentir la vida como algo sagrado, único e irrepetible, que es lo único que tenemos. ¿O es la vida la que nos tiene y nos sostiene?

Ante tanta muerte, confieso que cada día me aferro más a esta vida, que se nos va escurriendo como el agua, queramos o no, de entre las manos. 

zona desde la playa de Toró

Arribo a Llanes y me acuerdo de la escritora Susana Lago, que ha dejado de dar señales de vida, porque al parecer ha dejado de vivir. Qué terrible, tan joven, con el futuro por delante. https://cuenya.blogspot.com/2022/06/la-fragua-literaria-leonesa-susana-lago.html

La recuerdo porque, estando en Llanes el pasado año, habíamos quedado en vernos para charlar en Ponferrada. Qué injusta es la vida. 

Me entusiasma esta muy noble y leal villa, situada al borde del Cantábrico y a la vez cerca de los Picos de Europa, con su casco histórico medieval (estupendo su torreón y sus murallas) así como sus casas indianas, entre ellas el palacio Partarríu, de aspecto misterioso, situado a la salida de Llanes, que el cineasta Bayona y su equipo emplearon como set de rodaje para su película El orfanato. En la actualidad se está restaurando. Por su parte, el director Gonzalo Suárez -nuestro director honorífico en tiempos de la Escuela de cine de Ponferrada- también hizo uso de este plató indiano para filmar Mi nombre es sombra, cuya dirección artística corresponde al inolvidable W. Burmann, apodado en la profesión como Chinín.  

https://cuenya.blogspot.com/2023/02/wolfgang-burmann-un-extraordinario.html

Curiosamente, es la primera vez que recorro el Paseo de San Pedro, tapizado de verde, desde donde se gozan de vistas increíbles tanto a la villa de Llanes como a la costa cantábrica, con sus espectaculares acantilados y una puesta de sol inolvidable. El recorrido comienza junto a la playa de El Sablón, la playa urbana. Se cuenta que este paseo fue escenario de rodaje de Historia de un beso, de Garci. 

En esta ocasión también me acerco a la playa de Toró, no sin antes echarle un oclayo a la cala de Puerto Chico. Me resulta realmente cinematográfica la playa de Toró, con forma de concha, por sus escollos y farallones, y sus pináculos digamos góticos. No en vano, aquí rodó Gonzalo Suárez -enamorado de su tierra- su primer largometraje titulado Aoom y también algunas secuencias de su película El detective y la muerte, protagonizada por Javier Bardem, el leonés Carmelo Gómez y la también ponferradina Mapi Galán.

https://cuenya.blogspot.com/2009/09/mapi-galan-en-bembibre.html 

En la playa de Toró filmó asimismo Garci -otro enamorado de Asturias- escenas de la película El abuelo, protagonizada por el genio (también mal genio) Fernán-Gómez y la televisiva Cayetana Guillén Cuervo. Con la dirección artística del oscarizado y entrañable Gil Parrondo, al que sigo recordando con cariño. 

https://cuenya.blogspot.com/2016/12/un-garbeo-por-el-nilo.html

Esto escribí en su momento mientras permanecí embobado en la playa de Toró: 

El mar y las montañas se funden en un abrazo mistérico. Desde aquí se alcanza y aun se toca el éxtasis.

Belleza que procura un estado de bienestar en esta tarde de agosto, en este Oriente del Poniente.

Viajar a Llanes es hacerlo, cómo no, a su bello litoral, a sus maravillosas playas, como las mencionadas, y aun otras como las de Borizo/Borizu, donde Gonzalo Suárez rodara Remando al viento, película que nos cuenta el proceso de creación del mito Frankenstein, cuya dirección artística también se debe a W, Burmann, un tipo realmente extraordinario https://cuenya.blogspot.com/2010/01/versiones-cinematograficas-de.html, o la playa de Barro, donde hice incursión por vez primera, con la grata sorpresa de encontrarme con el escritor leonés Vicente Muñoz Álvarez, a quien llegara a ver y saludar el pasado año también por la zona del puerto de Llanes mientras ambos paseábamos bajo el orbayo en una mañana de agosto. Y este mes de agosto de 2023 volvimos a encontrarnos. Qué casualidad o causalidad. El clima fue un poco mejor, aunque Asturias, incluso en verano, suele lucir bajo cielos neblinosos en muchas ocasiones. El pasado agosto, a finales, tocó un poco de todo.
Esto que señalo en color azul escribió el propio Vicente en su muro de Facebook a propósito de nuestro encuentro:

Un encuentro fortuito y unas cañas con el escritor Manuel Cuenya en la playa, hablando de vida, viajes y literatura: el mundo es un pañuelo, nosotros las lágrimas y el corazón. Y Marlus Leon, tras el objetivo, el poema:

El poema es acaso esta imagen, esta foto tomada por su compañera Marisa. Mil gracias por este recuerdo, que quedará para siempre en la memoria emocional.
Y esto dejé escrito en mi muro de Facebook:

Por azares de la vida me he encontrado con el escritor leonés Vicente Muñoz Alvarez. Y hemos pasado un rato agradable charlando acerca de lo humano y lo divino, sobre Cuba, Marruecos, el Noroeste, Henry Miller, que sentimos como nuestro maestro, el Gran Hermano que nos vigila, y tantos otros asuntos acerca de la vida y la literatura, que es toda una.
Playa de Toró

El año pasado, también por estos mismos lares, nos encontramos por casualidad. Ya sabemos, a través de la mecánica cuántica, de la importancia del azar. Hasta el genio Woody Allen nos lo cuenta en esa maravillosa película titulada Match point.
Quizá, en vez de la casualidad, haya sido la causalidad. Quién sabe.
Por cierto, las playas que aparecen en estas imágenes han sido escenarios de rodajes cinematográficos.
Prosigamos Remando al viento.
Y muchas gracias a Marisa Marlus Leon -gran fotógrafa- por la foto en la que aparecemos Vicente y uno mismo.
Salud.

Charlamos sobre todo esto que apunté y también sobre la Generación Beat, en concreto sobre la novela En el camino (On the road), de Kerouac, con Sal Paradise (el propio autor) y Dean Moriarty (Neal Cassidy), Carlo Marx (Ginsberg) y Old Bull Lee (Burroughs), entre algunos otros creadores de esta Generación, que tanto fascinó a los hippies.
El escritor Vicente Muñoz Álvarez también hace referencia en su blog a que se siente identificado con Jack Kerouac.

Se lo contaba el otro día a Manuel Cuenya cuando nos encontramos remando al viento en la playa de Barro, y es una historia recurrente ya en mí, supongo, en cuanto sale a colación el nombre de David González... Cómo nos sentimos juntos, hace casi tres décadas, cuando nos conocimos, Jack y Neal, él Neal y yo Jack, yo Jack y él Neal, por la cantidad de similitudes que entre los cuatro había: él del mundo del lumpen y yo de la universidad, él a cien por hora y yo a cincuenta, él hiperrealista y yo más nostálgico, él un torbellino y yo una calima, él urbanita y yo más de campo, él ex presidiario y yo comercial de calzado, él naturalista y yo más romántico...
Desde el paseo de San Pedro-Llanes


Cabe recordar que En el camino, de Kerouac, narra un intrépido viaje por todo Estados Unidos, a través de la mítica ruta 66, de Nueva York a Nueva Orleans -incluida también la Ciudad de México-, San Francisco, Chicago y regreso a Nueva York. Alcohol, orgías, marihuana, éxtasis, angustia y desolación, el retrato de una América subterránea, auténtica y desinhibida, ajena a todo sistema. 
La playa de Barro también ha sido escenario de rodaje de películas como la ya mencionada Historia de un beso y El portero, de Gonzalo Suárez, protagonizada por Maribel Verdú (siento devoción por esta actriz) y el gran actor de Sahagún Carmelo Gómez, entre otros, con la dirección de fotografía del ya fallecido Carlos Suárez, hermano de Gonzalo, con quien tuve bastante trato en su etapa en la Escuela de cine de Ponferrada.

También en la playa de Barro se filmó la serie La señora, protagonizada entre otros por la actriz Lucía Jiménez (maravillosa) y el maravilloso actor de Fabero, del Bierzo, Roberto Enríquez.
Me despido con estas palabras, que escribiera en su día en mi muro de Facebook:

Pues sí, uno ha de volver a aquellos lugares que le hicieron vibrar, donde sintió una emoción intensa, donde en definitiva notó un calor especial.
Me entusiasma, lo confieso, volver a esos sitios. Por eso vuelvo una y otra vez a mi matria. Y ahora a este verde aroma del Noroeste que tantas satisfacciones me ha procurado y me sigue procurando.
He de reconocer asimismo que el mar ejerce un gran influjo sobre mí. Me atrae como un imán.
Amo todo lo que fluye.

Volveré, a buen seguro prontito.
Antes, en la siguiente entrada o post espero dar cuenta del viaje desde Llanes a Arenas de Cabrales y Sotres.
Qué continúe el baile.

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