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viernes, 19 de junio de 2020

Fassbinder y el Ramadán

Recupero este texto publicado en Diario de León, que me ha venido a la mente después de re-visitar a Almodóvar y su película Volver. Qué cosas escribía uno en los años 2000. 
https://www.diariodeleon.es/articulo/bierzo/fassbinder-y-el-ramadan/20021113000000629975.html


Fassbinder, que fue un director fetiche del nuevo cine alemán, tenía como cierta obsesión con el mundo musulmán. 
Fasbinder y Schygulla

Recientemente hemos tenido la oportunidad de ver algunas de sus películas en la Filmoteca de Caja España de Ponferrada, en las que nos muestra este gusto por lo islámico, aunque mejor sería decir por los "magrebíes". Fassbinder nos revela con toda naturalidad sus gustos homosexuales, su debilidad por la carne marroquí. 
De ahí que en su tiempo, allá por la década de los setenta, su cine se considerara como transgresor. 
Hoy su cine nos parece bastante normal, aunque en ocasiones nos sorprenda con sus puestas en escena, y nos invite a amar profundamente a esa bella y magnética afrodita llamada Hanna Schygulla. 
Almodóvar, en la década de los ochenta, también nos llegó a parecer innovador y un tanto libertino. https://cuenya.blogspot.com/2010/03/almodovar-y-volver.html
En la última época, sin embargo, su cine, aún siendo provocador, nos dejó de interesar un poco, salvo esa delirante y preciosa película que es "Hable con ella" o "Folle con ella". 
Al parecer el mundo musulmán, y en concreto la ciudad de Marrakech, es un paraíso para los homosexuales. El propio Juan Goytisolo, que es uno de nuestros mejores escritores, vive tan ricamente en Marrakech. 
La plaza de Djemaá-el-Fná y sus alrededores se convierten en un paraíso no sólo para los homosexuales sino para aquellos a los que les gustaría ganarse un harén con el sudor de su... frente o su espíritu de católicos descreídos. 
El mundo musulmán encierra en sus interiores, casi siempre alfombrados y placenteros, misterios que uno suele ignorar. El mundo musulmán se nos antoja apasionante. Es como si uno entrara en "Las mil y una noches" y se despertara en un oasis de fantasías eróticas. Pura erección del pensamiento. Un cuento para ser vivido más que para ser soñado en la distancia. 

Uno sueña a menudo con aquello que le resulta difícil conseguir. Es entonces cuando se enciende nuestra imaginación y nos da por realizar un vuelo, acaso psicodélico, tal vez orgásmico, hacia las elipses de los paraísos artificiales. Como aquellos paraísos que imaginara Baudelaire, dandy de la modernidad. 
Embriáguense de vino, de amor o de poesía. A su antojo. Pero embriáguense. 
Como cada año, y desde el pasado miércoles, los musulmanes están celebrando El Ramadán, que es mes de ayuno y sacrificio durante las horas solares, y una bacanal bestial y deliciosa -suponemos- durante las noches lunares y estrelladas. 
El Ramadán es otro cuento inventado para sumergirse en el magma espiritual de las cálidas y orgiásticas noches islámicas. 
A Fassbinder, a buen seguro, le encantaba el Ramadán. 

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