María es salmantina y berciana. En realidad, ya casi es del Bierzo, una tierra que ama y siente como propia. Y eso se nota en sus entrevistas. Con su sonrisa grande y su verbo fácil. Con su habilidad comunicativa.
María es corazón y alma. Con su rostro de chica buena y su mirada transparente tras la que se esconde una sensibilidad para la belleza-verdad-bondad.
María es una periodista que podría llegar muy lejos en su carrera profesional, que llegará, a buen seguro, eso le deseo, a la que le gusta la palabra, también la palabra escrita, esa que no se la lleva el viento.
Y disfruta mucho haciendo su trabajo. Y eso se le nota en lo que hace.
María de Miguel es una chavala a la que conozco desde hace ya un tiempo (el tiempo vuela, asusta su vertiginosidad).
El pasado miércoles en el plató de la 8Bierzo, con María de Miguel |
Me encanta la buena gente, lo confieso (hace mil años que no me confieso ante el cura, pero ahora lo hago en este espacio). Y cada día intento alejarme, en la medida de lo posible, de la gente contaminante, de la gente que hace montañas de un simple grano-granero. De esa gente que, en vez de sumar, resta.
Al final, de lo que se trata es de vivir en paz, lo primero con uno mismo, con la serenidad o ataraxia que predicaban (estos, la verdad, no predicaban, sino filosofaban) los pensadores estoicos.
El estoicismo como camino hacia la felicidad. O al menos la tranquilidad.
Pues eso, María, busquemos la serenidad. Y la belleza. Y la verdad. Y la bondad. Con tu luz y tu sonrisa angelical.
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