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sábado, 2 de febrero de 2019

Crudeza, de Mario Pérez Antolín

Crudeza es el título del reciente libro de Mario Pérez Antolín, que es un reconocido aforista dentro del panorama literario nacional, a quien tengo el gusto de conocer. Y además he podido reseñar algunas de sus anteriores obras, a saber, La más cruel de las certezas https://www.diariodeleon.es/noticias/filandon/lucido-analisis-de-realidad_836602.html y Oscura lucidez https://www.lanuevacronica.com/oscura-lucidez (que tuvimos la ocasión de presentar en León, en la emblemática Sala Región del ILC hace algún tiempo, digo tuvimos porque allí estuvimos, aparte del autor, obvio es, los escritores José Luis Puerto y Rafa Saravia, además de un servidor para arropar a Mario). 

A tenor de sus títulos, la crueldad, la crudeza forma parte de su obra. O mejor dicho la reflexión acerca del mundo bestial en el que vivimos. Pues el abulense Pérez Antolín, al que nacieran en Alemania, gusta de la reflexión, de la filosofía, tan necesarias (ahora más que nunca) para tratar de entender en el mundo en que vivimos, que se me antoja harto complejo y confuso.  
Se nota a la legua, cuando uno lee a este creador castellano-leonés, que conoce bien la filosofía. Y la aplica a sus aforismos, a todo cuanto escribe, con solvencia, con maestría: "Hay que intentar no desesperarse en el sufrimiento ni exaltarse en el júbilo. La templanza nos inmuniza". Y es que Mario, cual buen estoico (al estilo de Marco Aurelio) es un maestro del aforismo (como lo fuera el gran Karl Kraus, a quien convendría releer), de la sentencia breve, incluso de la greguería ramoniana (pues hay mucho de greguería -metáfora impregnada de humor- en Pérez Antolín). Asimismo, algunos de sus llamados aforismos son auténticos microrrelatos, que nos hacen recordar al genio Max Aub. Y a veces sus aforismos adquieren la forma de poemas en prosa. No en vano, él es también poeta, o sea, un todoterreno de la escritura creativa. 
"...He tenido que dar la espalda a la poesía como género para descubrirla como vivencia. Ahora, que no practico el género poético, me considero más poeta que nunca. Hoy se hace poesía en todas partes menos en los poemas", escribe Mario con lucidez, consciente de que la poesía debe contener vida para precisarse de ser tal, ha de brotar como algo natural, acaso de las entrañas de la tierra, o bien de las entrañas de un ser humano. 
Cuenta Vicente Verdú, el prologuista de su Crudeza (quien falleciera el pasado mes de agosto) que los aforismos, para ser acertados, es necesario que hayan caído del corazón o la mente. Y no le falta razón porque no sólo los aforismos, sino todo cuanto uno escribe debería ayudarnos a reflexionar o a emocionarnos. O bien ambas cosas, lo cual entronca con lo artístico. Y Pérez Antolín, en sus textos, siempre breves de Crudeza, nos invita a pensar a través de sus píldoras concentradas acerca de la igualdad/desigualdad, la injusticia socioeconómica, la política actual, los sinsentidos, la vida/muerte ("Conservar la vida mientras los alicientes superen a los pesares. Acabar con ella cuando padecer se convierta en una costumbre normalizada"), lo virtual ("El confesionario era el lugar de nuestros secretos. Ahora lo es el buscador de internet"), el mercantilismo y la esclavitud actual, la pobreza/riqueza ("Nadie debería disfrutar de tanta abundancia..."), el amor, la libertad y la necesidad, la democracia ("... no puede haber soberanía popular si no generalizamos la democracia económica..."), la violencia, el poder ("El poder siempre entraña abuso..."), la religión, el engaño y la manipulación, la incertidumbre ("Nos movemos entre la melancolía satisfecha de la plenitud y el alboroto imprevisible de la zozobra... y la incertidumbre de perderlo o ganarlo todo"), el hiperconsumo, la vejez ("... la vejez nos enseña a poner pegas donde en la juventud poníamos elogios"), la soledad, la hipocresía ("Dar lástima repele, por eso casi nunca nos sinceramos de verdad: lo penoso pesa demasiado"), el mal ("... el sujeto más rastrero puede perturbar fácilmente al sabio más benévolo...")... 
En la presentación de Oscura lucidez (Rafa, Mario, Manuel)

 "No hace falta ya muchas páginas para decir lo importante", nos aclara Verdú, a sabiendas de que el extraordinario Rulfo no publicara más allá de 400 páginas en toda su vida. Páginas sublimes, que lo han convertido, con el transcurso del tiempo, en uno de los mejores escritores de la historia. Bien sabemos (máxime cuando hablamos de microficciones) que la precisión lingüística y la economía narrativa son fundamentales a la hora de contar, como tan bien hiciera el maestro Antonio Pereira, uno de los mejores cuentistas y narradores, tanto por escrito como en lo oral, que han existido en lengua castellana/española. Leer al autor de Cuentos de la Cábila se me hace delicioso. Y escucharlo hablar era un placer de diosas y dioses, hechos a imagen y semejanza del colosal talento y el magnífico humor de su creador. 
Y la precisión lingüística y la economía narrativa están bien presentes en la obra de Mario Pérez Antolín: ese decir mucho con pocas palabras: "Mis aforismos son como miniaturas en un cajón inmenso". 
El próximo miércoles 6 de febrero, a las 20h15, nos vemos en la librería Artemis de la capital leonesa para hablar de Mario Pérez Antolín y su obra Crudeza, cuya cubierta ilustra la artista maragata Nuria Cadierno. 
En la presentación, además del propio autor, estará el poeta y dinamizador cultural Rafa Saravia, que es como un dios bueno, que está donde se le llama, para cosas nobles, por supuesto.  

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