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viernes, 3 de noviembre de 2017

Sigue en pie el día de los muertitos


Recupero este artículo sobre muertitos publicado hace años en Diario de León. 

FRAGUA DE FURIL 

Sigue en pie el día de los muertitos

06/11/2002
Nunca deja de ser día de muertos. Así es esta vida traidora, que se nos va entre suspiro y sollozo. La vida no es un valle de lágrimas, como se nos ha dicho desde los púlpitos religiosos, pero tampoco es un valle de rosas. A lo sumo es una cañada de rosas hirientes, desérticas, perfumadas. Algo de valle debe de tener esta vida nuestra. Vivo en medio de Las Llamas del Valle o vivía. Y Valle se llamaba una antigua novia de Pravia, Asturias. Qué tiempos aquellos. 
La película de John Ford, Qué verde era mi valle, me dejó como trastocado. Una gran película que no he vuelto a ver. El día señalado de los difuntos ya se pasó. Pero esto es sólo una ilusión. Qué nadie se engañe. La muerte nos acompaña donde quiera que vayamos, y no nos abandona ni a sol ni a sombra. Mi muerte es sombra. Ni pensar quiero en el muerto que seré, en el muerto que llevo dentro de mí, en el rostro de mi muerte. Todos, en esencia, somos santos y muertos que nos elevamos por encima de nuestras posibilidades de finitud y de muerte. Santitos es también una extraordinaria película mejicana de Springall. 
tambor magostero
En México -qué viva Méjico- a la muerte se la coge por los cuernos. Esto de coger queda como muy atrevido, mas es término que se usa con frecuencia aquí y allá, aunque no siempre signifique lo mismo. Ustedes ya me entienden. En realidad, no sé si la muerte tiene cuernos -huelga decir que eso dependerá del muerto y/o la muerta- y además no creo que la muerte tenga rostro de toro ni siquiera de vaca loca y surrealista. Como la que hemos visto en La edad de oro de Buñuel. Pero a uno le gusta jugar con las palabras cual si fueran naipes de tute subastado. Hace días que no juego a la subasta. Por cierto, se me está yendo el santito al cielo y no hay cristo a bajármelo. ¿Alguien me podría dar una manita de santo? 
Chamaquitos en Día de difuntos
Uno comienza acercándose a la muerte y acaba bailando una quebradita en la pulquería de enfrente. Nunca olvidaré la pulquería aquella, enfrente de mi jacalito, bueno, el jacal de Teresa. Hace tiempo que no bailo quebraditas. Tampoco tengo a mano una pulquería en la que echarme un pulquecito. Cuentan que el pulque, que es una bebida muy sabrosa, se fermenta con mierda humana. Pues a mí, la neta, me gustaba un chingo, que dicen los manitos chupones. Digo que "me gustaba" porque no lo pruebo desde hace años. Algunas veces la memoria se me va de paseo y se queda encima de un castaño como si fuera un personaje de Fellini, y no quiere bajar ni a tiros a la realidad. Es tiempo de castañas y castañazos, de muertos y magostos, de vivos muertos en vida y muertos a los que se les ocurre zampar tamalitos de dulce y calaveras de azúcar.

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