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martes, 28 de noviembre de 2017

La fragua literaria leonesa: Javier Huerta Calvo

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LA FRAGUA LITERARIA LEONESA

Javier Huerta: “La creación está siempre por encima de la crítica, que es efímera”

Manuel Cuenya | 28/11/2017 - 10:15h.

El polifacético Javier Huerta Calvo, autor de los poemarios 'Razones coloradas' y 'Manual de literatura', además de 'Gerardo Diego y la Escuela de Astorga', entre otras obras, está escribiendo ahora una'Historia maldita del teatro español'. Asimismo, trabaja en un libro sobre La Barraca de Federico García Lorca.

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Javier Huerta Calvo. Foto: Eloy Rubio
Doctor y Catedrático de Literatura, investigador, creador, especialista en dramaturgia y en la obra del poeta astorgano Leopoldo Panero. Este es Javier Huerta Calvo.
Nacido en Madrid, aunque leonés/maragato de Brazuelo, por vía materna, donde ha pasado, "y sigue pasando", según él, algunos de los mejores momentos de su vida. Y donde se le despertara, siendo un niño, la vocación literaria.
"Tal vez sea Brazuelo el lugar donde más libros he leído; y los libros que se leen en la infancia y la juventud son los que más te marcan la personalidad", recuerda Javier, que, si bien vive en Madrid, tiene una actividad intelectual cada vez más intensa, sobre todo en relación al proyecto de la Casa Panero, "en el que están involucrados una serie de grandes amigos, todos ellos notables intelectuales", aclara el autor de 'Razones coloradas', poemario con el que se siente bastante satisfecho, por el que recibiera, hace un par de años, el prestigioso premio Joaquín Benito de Lucas.
"No he publicado demasiada obra creadora, pero todo se andará. Quiero seguir con la poesía, si las musas me inspiran. También he escrito y estrenado alguna obrilla dramática, nonadas, en fin", apostilla Huerta, que es todo un especialista en teatro. Tanto es así que, aparte de sus varias publicaciones sobre esta disciplina, fundamentalmente en el llamado teatro breve de los siglos de oro, "cierto Benavente oculto, la obra dramática de García Lorca, en particular 'El público'", ha impulsado el teatro en la Universidad Complutense -donde imparte clases-, en colaboración con la fundación del Instituto del Teatro de Madrid.
Asimismo, ha contribuido, de un modo activo, a la creación de un máster y un doctorado en Estudios Teatrales, lo que le ha permitido el contacto con las gentes de teatro (dramaturgos, directores, actores), "que durante mucho tiempo han vivido de espaldas a la universidad, y la universidad de espaldas a ellas, claro".
El teatro como una actividad que tiene, en su opinión, una proyección pública realmente extraordinaria. Y con la que se siente muy satisfecho. El teatro como compendio de su dedicación a la enseñanza y la investigación, labores indisociables, a su juicio.
"Soy de los que creen que la enseñanza es indisociable de la investigación, y no concibo la una sin la otra, sobre todo en el ámbito de las humanidades".
En este mismo sentido, está convencido de que el estudioso de la literatura, el crítico (como es su caso) está siempre en contacto con la creación, es decir, cerca de la belleza y del espíritu.
"Toda la obra cervantina: un verdadero deleite espiritual y, si me perdonas que me ponga estupendo, el consuelo mejor cuando uno ve ya, aunque sea a lo lejos, la última vuelta del camino".
La creación versus la crítica literaria
"Su función es la de ser un mediador entre el creador y los lectores, y ayudar a estos para la buena apreciación de la obra literaria. No es extraño que un día, siquiera sea momentáneamente, abandone esta tarea de comentarista, para intentar él crear algo también. El empeño es difícil, porque como crítico sabe mejor que nadie de las imperfecciones y las deficiencias de la obra mal hecha. Y tal vez esto lo lleve a cierta actitud imposible. En cualquier caso, el esfuerzo merece la pena, porque la creación está siempre por encima de la crítica, que es efímera: lo ha dicho el que acaso sea el mejor crítico de la contemporaneidad, George Steiner. Tú puedes escribir una extraordinaria exégesis de 'El Quijote', pero a la postre será insignificante ante la grandeza de aquel", nos revela Huerta, haciendo hincapié en el hecho de que algunos colegas suyos, "algo petulantes" están convencidos de que su labor crítica es poco menos que trascendental para el desarrollo no sólo de la literatura sino de la humanidad.
"Otro gran crítico, Todorov, escribió en los años 70 una 'Gramática del Decamerón', que tuvo mucho éxito en su momento. Hoy hasta el título nos parece un despropósito: ¿cómo se puede reducir el genio de Boccaccio a un código tan antipático como el de la gramática?", se plantea el creador e investigador Huerta, quien, con buen humor y talante, cree que, si el crítico es consciente de los límites humildes de su tarea, puede ayudar mucho a estimular la lectura de las obras.
"Como profesor, me basta con cumplir ese objetivo respecto de los buenos estudiantes, y son ya centenares, los que han pasado por mis clases", agrega este estudioso sobre Leopoldo Panero, y admirador de la poesía de Antonio Gamoneda y Antonio Colinas, que son ya, en su opinión, dos clásicos de la mejor poesía contemporánea.
También reivindica a narradores como Luis Mateo Díez, Juan Pedro Aparicio, Julio Llamazares..., "a quienes debemos algunas de las mejores novelas escritas después de 1975". O bien la producción cuentística de José María Merino, que se le antoja cada vez más admirable, "como lo fuera la del recordado maestro Antonio Pereira".
Aparte de estos escritores ya consagrados, "incorporados con todos los honores al Parnaso de nuestro tiempo..., la nómina es ampliable a otros, veteranos y noveles, como Andrés Trapiello, Andrés Oria, Raquel Lanseros, Antonio Manilla... Y que me perdonen los no citados".
El propio Andrés Martínez Oria afirma que la poesía de Huerta es auténtica, "personal y verdadera, surgida de la experiencia del yo que es vivencia cotidiana y a la vez intelectual... En fin, poesía comprometida y de contenido moral quizá hasta ético".
Cuenta el autor de 'Manual de literatura' que hace unas semanas les hablaba a sus estudiantes del prodigio casi astral que suponía la coincidencia en un mismo espacio y un mismo tiempo ˗la España del Siglo de Oro˗ de escritores como Santa Teresa, San Juan de la Cruz, Cervantes, Lope de Vega, Tirso de Molina, Góngora, Quevedo... "Pues bien, esas coincidencias milagrosas se dan en otros ámbitos y en otros niveles... y ese es el caso de los escritores leoneses. Sin prurito alguno de carácter chovinista bien se puede hablar de una verdadera edad dorada de la literatura 'leonesa'", afirma Javier, devoto de Cervantes, habida cuenta de que nos ha legado a la posteridad un verdadero ejemplo de vida y de obra bien hecha, "como recientemente ha destacado el filósofo Javier Gomá", apostilla el autor de 'Gerardo Diego y la Escuela de Astorga', que en estos momentos está releyendo, desde las claves éticas que ha apuntado, al creador de 'El Quijote', porque  también lo tiene que explicar a su alumnado, "toda la obra cervantina: un verdadero deleite espiritual y, si me perdonas que me ponga estupendo, el consuelo mejor cuando uno ve ya, aunque sea a lo lejos, la última vuelta del camino".


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