Santiago Trancón: "La literatura, o intensifica y eleva la vida, o no sirve para nada"
Manuel Cuenya
| 24/05/2016 - 12:45h.
El
poeta, narrador, profesor y especialista en 'El Quijote' Santiago
Trancón, autor de 'Huellas judías y leonesas en El Quijote. Redescubrir a
Cervantes', prosigue con su tarea de investigación sobre Cervantes.
También ha comenzado a recuperar y estudiar la obra ingente de
escritores judeoconversos. Y está con una novela y un libro de poemas,
entre otros proyectos.
Doctor en Filología Hispánica y especialista en 'El
Quijote', Santiago Trancón ha publicado varios libros, entre otros los
poemarios 'De la naturaleza del olvido' o 'Desvelos de la luz'.
Asimismo, ha cultivado la novela ('En un viejo país') y el ensayo,
consciente de que cada género o tipo de texto exige un tono y un nivel
de escritura distinto, algo que un escritor debería tener muy en cuenta,
precisa él, para no escribir de cualquier manera. "La vigilancia, el
sentido crítico, el afán de superación, el estar siempre dispuesto a
suprimir, éstas son cualidades que uno aprende con el tiempo y que nunca
puede abandonar. Soy alérgico a los lugares comunes, los tópicos, las
obviedades y las vulgaridades y miserias de la vida cotidiana", agrega
este escritor leonés, el cual no concibe la literatura como mera
descripción, reproducción o repetición de la mal llamada realidad, ya
sea social o personal, porque "la literatura, o intensifica y eleva la
vida, o no sirve para nada", especifica Santiago, quien, dada su
tendencia a la contemplación y la observación, tanto del paisaje como
del paisanaje -tanto del espectáculo vivo de la naturaleza como del
rostro de las personas, de sus gestos y palabras-, han marcado su visión
del mundo y de la vida. En esta línea de pensamiento, reconoce la
influencia de sus primeras vivencias infantiles, que en su caso fueron
la luz, la tierra roja, los montes, viñedos y trigales, lo que le
dejaría una impronta imborrable y determinaría su modo de ver el mundo
como un espacio infinito que invita a caminar, a conocer, a perderse en
él. Aunque nacido en Valderas, de niño vivió en Valencia de don Juan, a
orillas del Esla, y a los siete años se trasladó con su familia a
Armunia, donde recuerda que se enriqueció su visión de la naturaleza
como verdor, exuberancia, aromas intensos y chiar de vencejos.
Como leonés, cree que la suya es tierra de escritores y
poetas por varias razones, entre ellas la influencia del paisaje, el
clima, la luz, la naturaleza, "que posee una fuerza y una atracción
especial", algo que a él, al menos, le ha marcado de un modo definitivo.
La poesía (o su poesía) nace seguramente de aquí. Como segunda razón,
según él, estaría la influencia del lenguaje, el gusto por la palabra,
el disfrutar de la conversación ingeniosa, el tener un sentido creativo y
vital de la comunicación. Una tercera razón, apuntada por Santiago,
podría ser la influencia de una tradición de origen judío que tiene que
ver con la fascinación por los libros y ese empeño en "dar una carrera" a
los hijos, el valorar el estudio como un modo de ascenso social. "El
'tener estudios' siempre ha sido algo muy importante en nuestra tierra".
Y como última razón, según él, está el estímulo de todos los escritores
vivos que han creado ya una tradición cultural que tiende a mantenerse
por su propia dinámica. "Influidos por todo esto, y motivados para no
'defraudar' expectativas, los escritores leoneses tratamos de crear
obras originales y de la mayor exigencia y calidad. Así explico yo ese
fenómeno llamado impropiamente 'literatura leonesa'", resume este
creador, que ha ejercido también como crítico teatral en varios medios.
No en vano, publicó su tesis doctoral sobre teatro e impartió clases de
dramaturgia en la Real Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid
(RESAD). En este sentido, cuenta que, como apasionado del teatro, tiene
un gran respeto por este arte, tanto es así que ha acabado por no ir a
las salas de teatro, salvo cuando se trata de compromisos ineludibles,
porque la mayor parte de lo que se está haciendo, en su opinión, es
malo, con lo cual prefiere evitar la enorme frustración que supone ver a
actores que no saben estar, ni decir, ni sentir sobre un escenario.
"¡Encarnar a un personaje! Esto es un acto creativo tan fascinante y
poderoso que casi ningún actor toma conciencia de él. Claro, para eso
hay que tener antes un texto digno de ser representado, y eso supone
acudir a los clásicos, porque los autores de hoy no escriben, la
mayoría, más que tonterías y trivialidades, aunque todos se sientan muy
trascendentes y comprometidos. ¿Comprometidos con qué? Con las modas y
los topicazos ideológicos del momento, que no voy a enumerar. No
entienden que el teatro está en otro lugar, en otra dimensión",
sentencia categórico Santiago que, como docente, sabe que la primera
obligación de un profesor es expresarse con claridad y precisión. Y la
segunda es hacerlo con entusiasmo, con pasión por la verdad y el
conocimiento. Por lo que no concibe el saber como algo separado de la
vida. "Y vivir es, ante todo, sentir", matiza a la vez que rememora lo
que dijera Cervantes: "Lo que se sabe sentir, se sabe decir". Así de
esclarecedor se nos muestra Santiago: "Hay que aprender a sentir, claro,
que no es lo mismo que emocionarse. Todos nos emocionamos, pero otra
cosa es saber sentir. El sentir implica y compromete a todo nuestro ser,
no sólo al cuerpo, sino a la mente. Ahí es donde el enseñar tiene que
ver con el escribir. Para escribir bien hay que colocarse siempre en el
lugar del alumno, del que escucha, del que recibe. Tienes que acompasar
el ritmo de tu respiración con el suyo".
(Puedes seguir leyendo esta fragua en el enlace de ileon.com):
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