Patricia Cazón: "Me gusta escribir con frases cortas, esas que te cortan, que son como cuchillas, dentelladas..."
Manuel Cuenya | 16/02/2016 - 12:41h.
La periodista, narradora y "escritora de periódicos" Patricia Cazón, autora de 'Lágrimas de arena', confiesa tener el ordenador lleno de comienzos de historias que nunca termina pero que algún día, a buen seguro, terminará.
Patricia Cazón. Foto: Moisés Fernández Acosta
La libertad es un sueño con alas,
unas alas que vuelan lejos, muy lejos,
del desierto a las montañas
(Patricia Cazón, Lágrimas de arena)
"Aprendí a leer casi antes que a hablar. Eso marcó mi destino", escribe Patricia Cazón en su blog: http://lakriticona.com
Lectora voraz, "esponja literaria", esta narradora y periodista leonesa, que hiciera sus prácticas en 'Diario de León' y 'El País Semanal', antes de recalar en el 'Diario AS', escribe porque siempre ha leído, algo habitual en los escritores/as, que han sido por lo general grandísimos lectores/as, aunque admira el talento brutal y único de la gente que escribe sin haber leído mucho o casi nada. En todo caso, la lectura es su manera de entender el mundo, porque antes de viajar, ya lo hacía a través los libros. En este sentido, dice que entiende mejor las cosas cuando las lee, y que, cuando habla, es muy mal hablada, porque suelta muchos tacos, y salta de unas frases a otras, se va por los cerros de Úbeda, Alcalá o Santamaría, según ella; en cambio, cuando escribe, le cuesta poner un taco, porque le chirría, le suena mal. Por un lado está la Patricia que escribe y por otro la que habla. Si a ella le dieran a elegir entre leer y escribir se quedaría siempre con leer. "Aunque sin escribir me sintiera mutilada, sin leer me quedaría muda, ciega y sorda, lo necesito, como el respirar, como el comer. Aunque sea un folleto del Lidl, un papel tirado por la calle, una publicidad. Sólo dejaré de leer el día que me muera", se expresa con rotundidad esta autora, que comenzó a escribir y publicar muy joven. Recuerda que, quizá a resultas del frío, "que nos lleva más a la introspección", escribió, con tan sólo dieciséis años, uno de los textos más intensos que haya escrito sobre el maldito paso del tiempo y la muerte.
Por razones de trabajo, como tanta gente de León, Patricia vive fuera de su tierra, si bien ella se siente muy leonesa, muy arraigada a su matria, a su familia. "Leona me llamo a mí misma, por la cantidad de libros que leo, sí, y porque León es mi cuna", precisa con nostalgia esta leonesa que, cada vez que regresa a su matria, necesita caminar por la calle Ancha para ver de pronto emerger la Catedral ante sus ojos, "desde que estudié en Salamanca, siempre ese es mi momento cuando regreso: ir a la calle Ancha y ver aparecer como de la nada, antes de cruzar la última esquina, la Catedral. Cuando vuelvo, siempre, mis compañeros del periódico me lo dicen: 'No sabemos si es mejor que vayas o no, porque siempre que vuelves lo haces con depresión'", rememora Patricia, a quien, además, le encanta presumir de ser de la misma tierra que el autor de "la mejor novela española que jamás se escribirá: 'La lluvia amarilla'", que, en su opinión, le ha dejado un poso enorme. Aparte de la obra cumbre del escritor Julio Llamazares, siente devoción por ''La insoportable levedad del ser', que leyera en su segundo año de carrera y la dejara conmocionada, "no por la historia de amor a tres sino por la manera de escribir de Kundera... Esa sencillez cargada de filosofía", aclara Patricia, que lo recomienda siempre. "Es un libro para lectores, no para cualquiera", le dijo un amigo. Y desde entonces acuñó un nuevo término, que utiliza mucho en su blog: "lectores de callo, aquellos que necesitan libros que no sólo les entretengan sino que les enseñen a mirar el mundo, que les cambie algo". Tal vez por eso Kundera es su escritor favorito, porque escribe tan sencillo y a la vez tan profundo, convencida de que la genuina literatura es la de quienes escriben como él, "que te cuentan algo sin más pretensión que contártelo. Suena a perogrullada. Es tan difícil...", señala Patricia, que siente admiración por quienes escriben de un modo sencillo, con frases cortas, "esas que te cortan, que son como cuchillas, dentelladas... es mi forma de escribir también", matiza esta periodista y narradora que cree en la fuerza de los verbos ser y estar, aunque alguna gente considere pobres los textos que abusan de estos verbos, "con lo rico que es el lenguaje español (que lo es) pero creo que las personas, lo primero, somos y estamos y, a partir de ahí, sentimos, vivimos. Odio los textos redichos. El azúcar. El llenar una página de palabras que suenan bonitas, pero en realidad están vacías. No soporto el estilo barroco".
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