‘Guantanamera’, que toma el título de una
conocida canción cubana, es una coproducción hispano-cubana-alemana, dirigida
por Tomás Gutiérrez Alea, alias Titón y codirigida por el escritor y guionista Juan
Carlos Tabío*, en la que intervienen algunos de los mejores técnicos españoles:
José Nieto (música), Hans Burman (fotografía) y Carmen Frías (montaje).
*Conocido por su estupenda peli, ‘Lista de
espera’.
Es la última película que dirigió Titón,
porque se murió relativamente joven debido a un cáncer.
Tanto Titón como Julio García Espinosa
(además de Birri y el Nobel de Literatura García Márquez), todos ellos formados
en el Centro Experimental de Roma, y por tanto hijos del neorrealismo italiano,
sientan las bases del Nuevo Cine Latinoamericano y crean la Escuela de Cine de
San Antonio de Los Baños en Cuba, en cuyo exterior se les ve inmortalizados a
través de una escultura.
Titón y Julio García Espinosa producen ‘El
Mégano’ en 1955, un documental que denuncia las condiciones de los carboneros
en la costa sur de Cuba. Considerado como precursor del llamado cine
revolucionario.
Avalado por varios premios y distinciones,
Titón es uno de los mejores directores del cine cubano con películas como ‘La
muerte de un burócrata’ (1966), que tanta influencia ejerce en ‘Guantanamera’;
Memorias del subdesarrollo (1968) o la exitosa ‘Fresa y chocolate’, “la película que sintetiza con más veracidad el
espíritu crítico que caracteriza al cine de Alea al abordar un tema tan
complejo como la homofobia” en la sociedad cubana.
El Malecón de La Habana
Guantanamera, que también recibió algunos
premios, es una ‘road movie’ con una trama de amor y muerte en una Cuba llena
de paradojas. De Guantánamo a La Habana, su director nos conduce por una
carretera increíble, en la que, como espectadores, nos vamos encontrando con situaciones
verdaderamente surreales o reales como la vida misma, la que acontece en la
Isla castrista. Asistimos a un recorrido ‘funeral’ hasta llegar a la monumental
y bella Necrópolis de Colón de la capital cubana.
El guión lo firman Eliseo Alberto, Premio
Alfaguara 1998 con la novela ‘Caracol Beach’, además de Gutiérrez Alea y Tabío.
Se trata de un viaje delirante, a través
del cual podemos ver la situación económica de la Cuba de esa época, que por lo
demás sigue siendo casi igual, en penuria y falta de medios. Sin embargo, su
director llegó a confesar en alguna entrevista que el cine no consiste en
retratar la realidad simplemente, sino en crear nuevos significados. Y ‘Guantanamera’
no sólo retrata la realidad de un país sino que nos ayuda a penetrar en un
mundo que se me antoja difícil de entender, aunque uno viaje allá como turista,
porque Cuba, por sus circunstancias políticas, es un país peculiar.
La película es arriesgada, porque hace una dura crítica social, sin embargó pasó la censura, tal vez porque Titón era, a
pesar de todo, simpatizante del sistema revolucionario. En todo caso, tanto
Alea como Tabío abordan la película con extraordinarias dosis de humor
negro, desde la burocracia o la misma
muerte (representada a través del personaje de Yoyita y una niñita rubia de
rizos) a temas como el exilio, la situación de la mujer cubana o las
circunstancias económicas de Cuba.
La burocracia está representada por Adolfo, un
‘comemierda’, un tipo sin escrúpulos, capaz de vender a su madre (o de cambiar
de vehículo para ahorrar dinero y
combustible) para seguir enganchado al sistema. Cuenta Andrés Fernández Rubio, en
El País 29/8-1995, que “Gutiérrez Alea parodia la burocracia cubana”.
Gina (interpretada por Mirtha Ibarra, la mujer de
Titón, con quien tuve la ocasión de coincidir en un avión de La Habana a Madrid)
representa la ambivalente situación de la mujer en Cuba. Por un lado, es
profesora de Universidad pero no ejerce su profesión porque su marido Adolfo
prefiere que sea ama de casa. Un personaje con ideas propias pero que no puede
ponerlas en valor por falta de libertad, esclavizada como está a su burócrata.
Aunque el amor de su exalumno Mariano le dará fuerza para rebelarse.
Mariano (Jorge Perugorría) es un seductor que estudió
ingeniería pero trabaja como camionero porque le da más dinero. Se enamoró de
Gina cuando ella era su profe.
Alea, Birri, García Márquez y Espinosa en la Escuela de San Antonio de Los Baños-Cuba
Ramón. Es el compañero de trabajo de Mariano. Pero su
vida es un poco más discreta.
Cándido. Es un músico anciano que vive solo con sus
recuerdos y a la espera de la llegada de su amada Yoyita quien dejó Cuba hace
cincuenta años. Reflexiona mucho sobre la muerte y está muy afligido por la
forma como está siendo transportado el cadáver de su amada.
Estos son algunos de los más representativos, aunque
hay algunos otros que resultan verdaderamente interesantes. Como el personaje
que encarna el gran actor Luis Alberto García.
Incluso en la actualidad no resulta fácil para un
cubano o cubana abandonar la isla, salvo que les otorguen un permiso especial,
algo que suelen concederles a los artistas, siempre que sean afines al sistema,
o al menos no incomoden mucho. Y tampoco se lo ponen nada fácil a quienes viven
en Estados Unidos, cuando desean regresar a su tierra. Los Comités de la
Defensa de la Revolución y aun la policía siempre están al acecho. Y un mínimo
desliz les puede costar muy caro a quienes se salgan de las veredas.
La peli está contada de forma lineal, con un uso
magnífico de símbolos, desde la niña rubiecita que representa la muerte,
pasando por la lluvia, que es símbolo de limpieza y una nueva vida, entre algún
otro.
El detonante e hilo conductor es el entierro, si bien
se narran dos historias paralelas: la de los camioneros y la del cortejo
fúnebre, ambos en una misma dirección. Tanto unos como otros se cruzan con
frecuencia originando situaciones cómicas y aventuras divertidas, a pesar de
las adversidades. La música, consustancial al ritmo cubano, sirve para
enfatizar los estados anímicos de los personajes, con sus relaciones amorosas,
sus penurias económicas y su inserción en un sistema ideológico contradictorio.
Asimismo, la peli hace referencia a la santería propia de la isla.
El final se me antoja abierto y tal vez esperanzador porque
el burócrata se queda sólo en el cementerio, sólo con la Muerte, a la vez que
comienza a llover, y Gina lo abandona para encontrarse con Mariano, quien la
sube en su bici para alejarse ambos, acaso por el camino de la felicidad.
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