Pepe Carralero y Clotilde
He de
confesar que me parece un lujo, un gran honor, que Pepe Carralero, a resultas
de una Jornada que le dedicáramos a otro grande, en este caso de las letras,
como lo fuera Ramón Carnicer, tuviera la gentileza de hacerme esta caricatura-retrato,
porque Carralero es capaz de captar el alma de aquellos a quienes retrata. Y
plasmar el alma de alguien es puro arte. En realidad, en eso consiste o debería
consistir el arte, sea en pintura y aun en otras bellas y nobles artes. Resulta
curioso que los musulmanes, al menos algunos, creen que, cuando alguien les
hace una foto (aunque no sea precisamente una foto artística) les está robando
el alma. Hacer una foto con arte es a
buen seguro un modo de apropiarse del alma del fotografiado o fotografiada. Y
si lo que estamos pintando o fotografiando es un paisaje, pues también podríamos,
siempre con arte, materializar su esencia.
Con Pepe Carralero y Jovino Andina
La
literatura, por ejemplo, se convierte en arte cuando uno es capaz de insuflar
vida a las palabras, hacer que éstas respiren, que las letras tengan duende, aroma
y textura, gusto y sabor, que suenen a música, aunque no sea del todo
celestial, pero que tengan sonido y color, incluso que desprendan una verde
fragancia natural. La poesía, si se precia de tal, según el Premio Cervantes Gamoneda,
tiene que ser vida. En cualquier caso, la buena literatura, como la buena
pintura (en el fondo ambas se tocan y están hermanadas), deben estar vivas. La
vida que logra este catedrático bohemio, al que nacieran encima de una bodega,
en su pintura. Ahí están sus retratos literarios del maestro Pereira, del poeta
Colinas o bien el que le hiciera al sociólogo Amando de Miguel, quien por
cierto estuvo presente, con una estupenda disertación, en su reciente homenaje
en el Bierzo.
Te deseo, querido Pepe, lo mejor. Me
has hecho feliz con tu generosidad, con tu arte.
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