Comienza un nuevo año con la mirada puesta en proyectos
ilusionantes, con el anhelo de amar y ser amado, que es lo mejor que le puede
ocurrir a un ser humano. El amor que engendra belleza en este mundo lleno de adversidades
y desatinos, en todas las esferas, desde la económica a la cultural. Si echamos
la vista atrás, da la impresión de que el mundo no funcionara mejor que en
otras épocas, cuando el personal se zurraba por un quítame allá ese “(a)tapón”,
“que no me robes el agua del ‘prao’, que te bajo el sacho encima el ‘llombo’”,
al menos en este país de paisitos, fratricida, pero sí es cierto que en estos
últimos años hemos asistido a una regresión con respecto a aquella época en que
lográramos algunos derechos, ahora esfumados, una vuelta a las cavernas, de
donde salen a diario y por arrobas corruptos y corruptores a toda madre, que
nos esquilman y encima se ríen a mandíbula batiente de nosotros, tipos con el
disfraz de la progresía que se lanzan feroces contra nuestra libertad, una
fauna que nos está metiendo el miedo y la ignorancia en el cuerpo con el
objetivo ponzoñoso de impedirnos pensar con claridad, de tenernos bajo su manto
despótico. El mundo feliz/infeliz que pronosticara Huxley ya ha llegado, y la
telepantalla orwelliana no deja de enchufarnos el cable del adormecimiento y de
auscultar nuestro acojone ni un instante. Y lo peor de todo es que colaboramos,
dóciles y malbabados, con la causa. No en vano, los sistemas totalitarios funcionan
porque los chivatos (o sea, tu vecindario, y aun quienes crees que son tus
colegas) te pueden delatar en cualquier momento. Y, en cuanto bajes la guardia,
te arrojarán al “subiau” o te mandarán a galeras.
Resulta difícil
armarse de coraje para afrontar tanto desaguisado, y lo que te rondará, morena,
que no está el panorama para pegar botes de alegría, si acaso para botar de la
poltrona a quienes se mofan de nosotros. En nuestra provincia leonesa, que se
revela leonina, los horizontes de futuro no se perfilan mejor y más despejados que
en otras tierras hermanas, antes al contrario, la población, envejecida y
achantada, ni chista. Se nos mancan y matan los mineros, nos cierran las pocas
empresas existentes, mandan al carajo a una gran parte de trabajadores y
trabajadoras con Eres y Eras, nos estafan y enculan por doquier, como le
ocurriera por ejemplo a Solís Fernández, el taxidermista de Matarrosa. Y así,
en este plan, porque ancha y diversa es esta provincia para quienes detentan el
poder omnívoro.
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