Me apetece desempolvar este artículo, escrito hace tiempo, a resultas de los supuestos rasgos árabes de los habitantes de Torneros de la Valdería.
La polémica que se ha levantado, cual polvo en la era de las
faenas estivales, a resultas de los supuestos rasgos árabes que presentan los
habitantes de Torneros de la Valdería, nos tiene sobrecogidos. Que somos árabes
es algo que no debería preocuparnos lo más mínimo. No vamos ahora a sacar la
historia, nuestra historia, a relucir.
Nuestro gran problema es la amnesia que
sufrimos, y encima nos foguean con mierda gringa, nos lavan el cerebro una y
otra vez, haciéndonos creer que descendemos de alguna divinidad con rasgos
nórdicos, arios, “célticos”, vikingos, normandos, albinos del Polo Norte...
No
sabemos en realidad cómo era Adán, y Eva, tumbada en su huerto de placer y frutas
prohibidas, ansiadas, jugositas, es probable que tuviera ojos de mora de
Almería, los pechos como una sirenita de Copenhague, y el vientre como una
danzarina marroquí de Meknés. Una de esas odaliscas que nos invitaran a
introducirnos en un imaginario harén de fantasía y voluptuosas ensoñaciones.
Sobre el pubis de Eva no vamos a pronunciarnos en esta ocasión. Tal vez, en una
próxima entrega, hagamos una pequeña
disertación acerca de los encantos físicos que atesora esa madre primigenia y
mítica, esta madonna que nos han obsequiado los confesores de la buena fe.
Dicho
lo cual, y sin ánimo de ofender a los de Torneros, que sepan que algo de árabes
deben de tener. Pues todos y todas en este país “semos” un poco moros (y moras). Nada que
ocultar tras los siete velos de la danza del vientre.
Algunas moritas, dicho
sea de corrido y a la buena de dios, están muy bien. Y sus rasgos árabes
nos hacen creen por instantes mágicos en Alá y en todo el Oriente legendario.
A
los españolitos nunca nos han gustado los moritos, esa es la verdad, y
renegamos de ellos en cuanto a alguien se le ocurre atribuirnos su fisonomía.
El origen árabigo atribuido a los de Torneros quizá no se conserve ni siquiera
se observe en su tez, pero pudiera ser que si estuviera presente en algunas de
sus costumbres y hasta en su forma de vestir. No sólo en Torneros sino en
muchos lugares de Bierzo, y en la provincia de León al completo, seguimos
viendo a gentes que nos hacen recordar el mundo árabe en esa su forma de
ataviarse, en esa su forma de vida. Y esto no lo decimos con desprecio hacia
sus personas. Sólo es una constatación.
Cuando uno viaja a un país árabe, no
hay nada mejor que confundirse con el pueblo. Y si uno tiene que recurrir a la
chilaba y al fez en la testa mejor que mejor.
Somos mestizos que aspiramos a
integrarnos en cualquier paisaje humano. “Je suis un bordel, comme toute
l’Europe”, nos dice el protagonista de la peli Une aubergue espagnole, que en castellano se tradujo como Una casa de locos.
Estando de acuerdo en lo fundamental de tu tésis, estimado Manuel, si me gustaría dejar algún comentario en relación a la polémica que dio origen a este artículo, que ahora nos desempolvas.
ResponderEliminarYo parto de que todos los seres humanos somos iguales. El considerar que unas razas son mejores que otras, o que tener Rh negativo es signo de distinción, raya en el desprecio del contrario y por ende en un grado alto de superioridad. Los rasgos africanos es buenísimo para ellos mismos, como lo es para nosotros los rasgos de los blancos.
Lo único importante, y por eso nos hemos diferenciado de los animales, es el acervo cultural que llevamos acumulado a lo largo de nuestra existencia como hombres.
Deberíamos estar orgullosos de aquellas tradiciones culturales recibidas de nuestros antepasados, y que hayan sido, o lo sean, moralmente aceptadas por todos.
Me imagino, si existiera, que diría un habitante de algún planeta de otra galaxia diferente de la solar, en relación con un minúsculo territorio de un planeta del sistema solar, llamado Tierra, si le comentaran que unos hermanos de ascendencia, unos de Torneros de Valdería y otros de Castrocontrigo discuten profundamente, sesudamente, reflexivamente, y hasta obstinadamente, si unos son galgos y otros podencos.
Naturalmente que es bueno, razonable, y hasta deseable que si tu perteneces a un territorio que ha sido el de tus ancestros durante más de tres o cuatro generaciones, lo quieras, lo proclames como el mejor del mundo. Esa identificación con suelo que pisas es perfecto. Pero que ello nunca nos lleve a rechazar a otros por que nos digan que somos más bajitos, mas peludos, o más morenos que otros. No, eso nunca.
No olvidemos que el genoma de la Mosca del vinagre es muy similar al del hombre, y que nuestro ADN es un 98% igual al del chimpacé.
Pues claro que tendremos algo de árabes, como algo de judíos, como algo de celtas, etc. Es lógico y hasta bueno.
Lo verdaderamente importante es seguir avanzando en la cultura, que es lo que nos diferencia del resto de seres animados de este planeta que llamamos Tierra.