La influencia del neorrealismo italiano se hace evidente y
definitiva en dos grandes autores de nuestra filmografía. Se trata de Berlanga
y Bardem, quienes deciden emprender una aventura casi en solitario en los años
50 y aun en los 60 (a excepción de Nieves Conde, que realiza la notable Surcos, o bien Marco Ferreri,
quien curiosamente llega a España desde Italia para realizar emblemáticas y
memorables pelis como El
Pisito (1959) o El cochecito (1960)) en el marco de un cine
acartonado y en algunos casos hecho con niños y niñas prodigio como Joselito,
Marisol o Rocío Durcal.
En esta maravillosa y arriesgada aventura se embarcan dos insignes
capitanes de la tripulación cinematográfica española como son Juan
Antonio Bardem y Luis García Berlanga, ambos graduados en el Instituto de
Investigaciones y Experiencias Cinematográficas de Madrid, el que luego sería,
en 1962, Escuela Oficial de Cine, la primera y única del país. Pertenecientes a
la primera promoción, Bardem y Berlanga debutan en el cine con la codirección de
Esa pareja feliz (1951), una comedia
con un toque dramático, “comedia del desarrollismo” o comedia costumbrista, que
pone en evidencia las precarias condiciones, incluidas las del trabajo, en las que
se vivía en la España de esa época de posguerra “incivil”, lo cual incomodó a
la industria cinematográfica, de ahí que se le negaran ayudas estatales para su
realización y que se estrenará en 1953, dos años después haberse filmado. El
argumento nos cuenta cómo un humilde matrimonio madrileño gana un concurso,
pero como contrapartida a Juan (interpretado por el gran Fernán Gómez) lo
despiden de su trabajo y encima es timado.
Muerte de un ciclista |
La participación conjunta de Bardem y Berlanga, los cuales le
hicieron varias verónicas y chicuelinas a la censura franquista, continuaría en
Bienvenido Mister Marshall (1952),
una película dirigida por Berlanga, pero en la que Bardem sería coguionista de
la misma, y Miguel Mihura intervendría en la parte de los diálogos. Una crítica
y sátira a la España del momento.
Bardem, por su parte y en
solitario, dirige Muerte de un ciclista (1955,
Premio de la Crítica internacional en el Festival de Cannes) y Calle Mayor (1956, Premio de la Crítica en
el Festival de Venecia, aunque al final no se llevara el León de Oro por
declararse desierto).
Ambas pelis tuvieron
serios problemas con la censura del momento. De “gravemente peligrosa” se llegó
a calificar la hispano-italiana Muerte de
un ciclista.
Durante el rodaje de Calle
Mayor, que toma su inspiración de La
señorita de Trévelez, de Arniches, su director Bardem, militante del
Partido Comunista, fue a parar a la cárcel por evidentes implicaciones
políticas. Calle Mayor está
considerada como una de las 50 mejores películas del cine europeo, y fue
nominada a los Óscar en su día, aunque no llegara a obtener el prestigioso premio.
Juan Antonio Bardem fue
hijo, padre y abuelo de cómicos: la saga Bardem, de la que forma parte Pilar y el
camaleónico actorJavier, entre otros.
Berlanga, tal vez el mejor director español de todos los tiempos,
si exceptuamos a Buñuel, realiza, aparte de la mencionada Bienvenido Mister
Marshall, otras como Calabuch (1956), la arriesgada Los
jueves, milagro (1957), Plácido (nominada al Óscar a la mejor película de habla no inglesa en
1961) o El verdugo (1963), una auténtica obra maestra del
cine, que trata con fino humor la pena de muerte.
El verdugo |
Huelga decir que una buena parte de las películas dirigidas por Luis
García Berlanga cuentan con el toque mágico, a veces surrealista, de Azcona,
uno de los más grandes guionistas de nuestra historia cinematográfica.
Un capítulo aparte se merece el grandísimo Luis Buñuel, cuya obra
está rodada fundamentalmente en México y Francia, aunque de un modo ocasional
vuelve a España para filmar la magistral Viridiana (1961) y Tristana (1970), basada ésta última en una
novela homónima de Galdós, y protagonizada por la bella Deneuve y el
carismático Fernando Rey. Ni que decir tiene que ambas pelis causaron cierto
revuelo en el contexto represivo y censor de la época.
El neorrealismo italiano y las llamadas Conversaciones de Salamanca (1955) dieron un nuevo impulso al cine
español, que se reveló, en manos de Berlanga y Bardem (incluso de Martín
Patino, que fue el organizador de estas Jornadas dedicadas al cine en su ciudad
natal y conocido por su espléndida y cruda Queridísimos
verdugos) contra el sistema imperante, abogando por un cine comprometido,
con una estética realista.
Famoso y demoledor es el manifiesto, salido de estas
conversaciones, en el que se aclara que "El cine español actual es
políticamente ineficaz, socialmente falso, intelectualmente ínfimo, estéticamente
nulo e industrialmente raquítico".
Asimismo, tanto Martín Patino como Bardem señalan que: "El
cine español vive aislado; aislado no sólo del mundo, sino de nuestra propia
realidad. Cuando el cine de todos los países concentra su interés en los
problemas que la realidad plantea cada día, sirviendo así a una esencial misión
de testimonio, el cine español continúa cultivando tópicos conocidos (…). El
problema del cine español es que (…) no es ese testigo que nuestro tiempo exige
a toda creación humana".
Entre los artífices de estas jornadas de análisis y reflexión
dedicadas al cine español y su futuro, aparte de los ya mencionados, también
encontramos a Muñoz Suay, que fue guionista, director y productor de cine.
Ejerció como ayudante de dirección en Bienvenido, Mister Marshall,
y como productor de Viridiana.
La importancia del neorrealismo (Ferreri, aparte de los De Sica, Fellini, Rosselini... es un buen ejemplo), las Conversaciones de Salamanca y las pelis de Bardem y Berlanga dieron un nuevo y sustancioso rumbo a nuestro cine.
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