Recupero este texto sobre la figura del maquis.
“Imágenes contra el olvido” fue un ciclo de documentales que se mostraron, hace años, en el Centro Cultural de Caja España de
Ponferrada.
Recuerdo con sorpresa y admiración La guerrilla de la memoria,
cuyo director es Corcuera, entre otras razones porque trata el tema del
guerrillero berciano, a través de
testimonios de varios personajes, que en su día fueron perseguidos por el
franquismo. En él se menciona al guerrillero berciano Girón. Y, por otra parte,
porque el guión lo hizo, entre otros, Carlos Muguiro, ex profesor de la Escuela de Cine de Ponferrada.
Hay un documental leonés, dedicado a Girón, El hombre que murió dos veces,
que se realizó a partir de la documentación de Santiago Macías y asesoramiento
histórico de Secundino Serrano. El maquis es una figura extraordinaria, porque
tuvo la valentía de enfrentarse al poder imperante. “Y volvería a hacer lo
mismo”, dicen con rotundidad algunas personas entrevistadas en La guerrilla de
la memoria. En realidad, la
Guerra Incivil , o “cruzada de liberación”, según el macabro
Caudillo, comenzó de verdad en el 39, y se prolongó hasta principios de los
cincuenta. Es lo que tienen las guerras, que sabemos cuando comienzan pero casi
nunca cuando terminan. Como ocurre con Irak, Siria, y tantos otros sitios de
Asia, África, incluso América, de los que nos llegan noticias sesgadas, o bien no
tenemos ni siquiera noticias.
Los fachas, después de finalizada la guerra, decidieron por
sus huevos cargarse a aquellos que no comulgaban con su ideología, y a los que
consideraban bandidos o demonios rojos.
La historia española resulta
escalofriante, fratricida. Somos un pueblo peculiar. Por eso no conviene silenciar
ni olvidar nuestra historia. Se han escrito varios libros, incluso se han hecho
algunas películas y/o documentales acerca de este asunto, que estuvo prácticamente
silenciado hasta que se acabó la dictadura.
En el Bierzo Alto, y en concreto en
la Sierra de
Gistredo (el útero), sabemos, porque así lo dicen quienes pueden dar fe de ello, que hubo algún
“huido” que fue enterrado en lugares como el Sardonal de Noceda del Bierzo. A alguno lo
llegaron a enterrar vivo. Se cuenta que le rajaron la panza, y antes de
agonizar, lo metieron en una fosa, y lo cubrieron con piedras y tierra. Se me revuelven las tripas cada vez que oigo algo parecido. Habría que indagar más sobre este asunto. Bueno, ahí está la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH). Por fortuna.
Lo curioso de esto es que
algunos matarifes fachorros lograron sobrevivir aunque fueran vecinos de
familiares de “rojos” asesinados por ellos. En el fondo, los familiares de estas personas tuvieron que aceptar la realidad. El rostro cruento de la realidad. Léase, por ejemplo, el escalofriante Retrato de un asesino (incluido en el número 13 de La Curuja, primera época, www.nocedadelbierzo.com) o bien El monte o la muerte, de Santiago Macías, o Las fosas de Franco, de Macías y Silva. Ahí está también, como testimonio y novela extraordinaria, Luna de lobos, de Llamazares, adaptada al cine por el camarada Sánchez Valdés.
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