Foto: Odonel Ramón
Estampa idílica. Como de otra época. Bajo la sombra de una arboleda perdida, a orillas del Cúa, tras cuyo nombre se esconde la clave de su origen y de su historia, abrazamos este río.
Lugar entrañable para sentir el susurro del agua, que alimenta el espíritu y da cobijo a las esperanzas. La utopía de algún paraíso recuperado, que nos hace creer en el poder hipnótico y sanador de la naturaleza.
Dan ganas de quedarse a vivir en medio de esta belleza, de esta imagen uterina, cuyas piedras, revestidas de musgo y tiempo, nos devuelven a un pasado de felicidad: el río que nos alumbró.
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