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jueves, 22 de septiembre de 2011

Alba de Tormes

Por fin, Alba de Tormes como destino teresiano, y aun como lugar de peregrinación... espiritual, laica, trotamundística... Hay que conocer mundo. Ir por el mundo "alante", que el mundo te curtirá, decía Pachín, que era un sabio nocedense, "inana, yo ver mundo", soltó otro paisano mientras cruzaba el Pajares (o algo por el estilo). 

Tanto tiempo en Salamanca (bueno, tampoco fue tanto) y nunca me acerqué a la tierra donde reposa la Santa Teresa. Y eso que tuve intenciones... pero cuando uno es estudiante, y joven rebelde, se la pasa nomás de a muertito, que dirían los cuates aztecas, viendo fluir el tiempo en rosa, bajo algún puente o soportal impregnado de amor o carnalidad sagrada, o algo tal que así... Pues al final, en mi último y reciente viaje a la capital charra, me aventuré (esto es un decir) a "allegarme" a la ciudad de los Duques de Alba -castillo incluido-, que luce como una estampita a lo lejos, en este caso, sobresale pictórica, cual un cuadro de Vermeer, desde el puente romano. 

Si es que está al ladito mismo de Salamanca, como ir de Ponferrada a Bembibre, más o menos. Convido a los presentes (seguidores y seguidoras de este cuaderno de bitácora) que vayáis a esta población. 

Tenía ganas de darme un voltión por Alba de Tormes (qué precioso nombre) para comprobar, entre otras razones, que sigue el brazo incorrupto y el corazón, acaso partido, de nuestra Santa. Mi obsesión y fetichismo me hicieron, en su día -siendo un joven con la ilusión de la rebeldía y el ateísmo-, escribir algo sobre este brazo y corazón de Teresita de Jesús. "Análisis diamérico", lo subtitulé, quizá en un arrebato pedante, influido cómo no por la filosofía buenista (a Gustavo Bueno me refiero). Qué tiempos de delirio y "filosofe". Si es que... 

He rescatado, una vez más del arcón de los recuerdos, el texto que escribiera, hace ahora más de 20 años, sobre  el brazo y corazón "partido"  de Teresita. Y me apetece darle giro en este espacio bloguero. Eso sí, lo retocaré como mandan los cánones eclesiásticos... no vaya a ser el "demoi" que se nos cuele de rondón y por la gatera grande, y vaya a parar a donde más nos duela. 

Veré cómo lo encaro, con las consiguientes modificaciones y templanzas, que no es cuestión de "auto-censura" sino de presentar las cosas claritas y en su justa medida. En próxima entrega daré cuenta del mismo. 

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