Puente Boeza
El mes de mayo invita a refrescarse en el río Boeza.
Amo este río como la sangre que navega por mis venas y nutre la escritura, como la vida misma. También como el resplandor que mana de la Campa de Santiago, espacio proverbial y cinematográfico, bajo el regazo del Pico Catoute, fuente y principio del Boeza, el río de la memoria, de mi memoria, que es paisaje serrano y fluvial. Amo los pequeños y grandes ríos, los regueros y reguerones, las regueras y reguerinas. Amo todo lo que fluye, como dijo Milton. Amo el Boeza, con sus umbrías y puentecitos, y también con su dis-curso rápido y selvático por el Alto Bierzo, con su furia y ese punto gélido de sus aguas.
Amo este río de infancia, y de juventud, siempre, en todo momento, desde el principio hasta el fin.
En estos días reconforta saber que la naturaleza sigue su camino. El sonido del agua lo llevamos dentro desde que nacemos y siempre podemos volver a él para ahogar otros estruendos.
ResponderEliminar(Una bota con buen mencía también es una alternativa...)
Un post breve y evocador. Me ha encantado.