He vuelto a ver o visionar Amadeus (1984), de Milos Forman, y he sentido una emoción parecida a la primera vez que la vi. Una emoción intensa, un calambrazo, una sacudida en el ADN del alma. Imágenes y música en una fusión magistral. Amadeus es una sinfonía visual.
"La música funciona de la misma manera que el cine; yo diría que no hay forma de arte que tenga más en común con el cine que la música -asegura el cineasta sueco Bergman-. Ambas actúan sobre nuestras emociones directamente, no vía el intelecto. Y el cine es principalmente ritmo".
Amadeus es principalmente ritmo, una banda sonora sublime articulada en torno a la música del propio Mozart, con añadidos de Salieri (su antagonista en la película, aunque en la vida real no fuera al parecer como se nos muestra en la cinta de Milos Forman). Cabe recordar que Salieri era en aquel momento el músico más destacado de la corte del emperador José II de Austria.
La excepcional banda sonora de Amadeus juega un papel esencial en la narración, realzando las emociones y conflictos de los personajes, y logrando trasladar a los espectadores a la época y el contexto en que se desarrolla la trama, la Viena del siglo XVIII. No obstante, la mayor parte de la película está rodada en lugares y edificios de Praga, como el barrio antiguo de Malá Strana (donde se encuentra por cierto la casa de Kafka), por ser un escenario ideal que conserva precisamente la arquitectura del siglo XVIII.
En el casco viejo de Praga no había carteles publicitarios ni otros elementos propios del siglo XX, y bastó con cambiar unas cuantas farolas para convertirla en la Viena de Mozart.
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Praga. Foto: M. Cuenya |
Las escenas de ópera fueron rodadas en el Teatro Estatal de Praga, que conserva su aspecto del siglo XVIII, donde Mozart estrenó su Don Giovanni. Las escenas rodadas en este teatro se hicieron con la luz de miles de velas.
Praga es por lo demás la ciudad donde se formó Milos Forman, en concreto en dirección cinematográfica en la escuela de cine de la capital checa, la FAMU, con la que llegamos a establecer convenio cuando funcionaba la Escuela de cine de Ponferrada.
En Amadeus se recrea de un modo fiel la música de Mozart (interpretada por la Filarmónica de Londres) de La sinfonía concertante, La flauta mágica, Las bodas de Fígaro, El rapto en el Serrallo, Don Giovanni o el Réquiem.
Casa de Kafka, callejón del oro (Praga). Foto M. Cuenya |
Si tuviera que elegir una secuencia de la película, elegiría sin duda donde vemos al compositor italiano Salieri ayudando a su odiado y a la vez admirado Mozart (agónico) componiendo el Réquiem. Esta parte de la película, hacia el final, se me hace proverbial. Vemos cómo Salieri transcribe en una partitura musical lo que le va dictando a toda velocidad un Mozart enfebrecido desde la cama, porque al genio de Salzburgo le suena la música en la cabeza, pues tenía una memoria musical fuera de lo común. Fue un niño precoz en lo musical, que con muy pocos años interpretaba piezas de memoria y con los ojos vendados, como se ve al inicio de la película. Al parecer, Mozart transcribía música compuesta en su cabeza. El Confutatis, un movimiento dramático, sobrecogedor, da paso a la Lacrimosa, el duelo, que se escucha con una gran intensidad tímbrica. Se me erizan los vellos de la piel al escuchar estas partes del Réquiem.
https://www.youtube.com/watch?v=USe-wZ0AOQQ
He de decir que me fascina la figura controvertida de Mozart (incluso pude visitar su casa natal en Salzburgo), y en especial su Réquiem, una misa en Re menor que nos acerca a las estrellas. O directamente nos las hace tocar.
Se dice que el Réquiem va más allá del clasicismo de Bach y Vivaldi y del barroco de Albinoni, y se anticipa al romanticismo del siglo XIX de Beethoven, Schubert, Mahler, Tchaichovski, Chopin o Wagner.
Mozart, al menos en lo artístico, se aproximaba a la divinidad, si es que tal divinidad existe, la divinidad como arte puro.
Amadeus, basada en la obra de teatro del mismo nombre escrita por Peter Shaffer, sobresale por su sonido, su vestuario, su maquillaje y peluquería, además de su diseño de producción, que engloba al director de arte, el escenógrafo, el decorador y el jefe de atrezzo.
No en vano, ganó premios Óscar en todas estas categorías que he resaltado. Asimismo, recibió el Óscar al mejor guion adaptado (Shaffer), a la mejor película, al mejor director (Forman) y al mejor actor principal (F. Murray Abraham, en el papel de Salieri). En total ocho premios Óscar. Con nominaciones al mejor actor principal (Tom Hulce, en el papel de Mozart), la mejor fotografía y el mejor montaje.
La actuación de Tom Hulce resulta atrevida, un tanto excéntrica con su risa estridente, con su histrionismo, su infantilismo. Por su parte, F. Murray Abraham compone un personaje contenido, complejo. Luego, en 1986, a este estupendo actor lo veríamos como el inquisidor Bernardo Gui (también excepcional) en la película El nombre de la rosa (basada en la novela homónima de Umberto Eco), de Jean Jacques Annaud, cineasta que nos ha legado obras maestras como En busca del fuego o El oso.
En cuanto a Constanze, la mujer de Mozart, la interpreta con solvencia la actriz americana Elizabeth Berridge.
Amadeus comienza con un flashback a través del punto de vista de Salieri, a quien vemos encerrado en un hospital, en un manicomio, que tanto hace recordar al escenario de Alguien voló sobre el nido del cuco. Con lo cual estamos ante un punto de vista subjetivo, perturbado, podría decirse, el de Salieri, y eso hace más creíble esta historia, que se mueve entre la realidad histórica y la ficción.
Un viejo Salieri que rememora su vida, su relación con Mozart, porque la vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla, según nos dijera el Nobel García Márquez en sus excelentes memorias Vivir para contarla.
Amadeus tiene una estructura circular, de modo que el final está contenido en el inicio, con la confesión de Salieri a un joven sacerdote de que él ha sido el responsable de la muerte del genio Mozart en 1791, al que reverenciaba a la vez que odiaba, porque Salieri se consideraba un músico mediocre frente a la genialidad de Mozart. De este odio a Mozart por parte de Salieri arranca el conflicto dramático que se plantea en Amadeus de Milos Forman.
En todo caso, la muerte por envenenamiento del joven Mozart (con tan solo 35 años) a manos de Salieri no deja de ser más que una leyenda. Sí se sabe que Mozart tuvo problemas de salud a lo largo de su vida con neumonía, fiebres, viruela...
Sobre el director Milos Forman
Aparte de Amadeus, nunca olvidaré la película Alguien voló sobre el nido del cuco, que nos introduce en el terrible universo psiquiátrico, cuya dirección también le corresponde a este cineasta checo, autor asimismo de películas como Valmont (basada en la novela epistolar Les liaisons dangereuses (Las amistades peligrosas, de Laclos), o Los fantasmas de Goya, entre otras.
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