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martes, 23 de septiembre de 2025

El termómetro mágico, por Gary Ferrero


A través de diferentes voces narrativas, entre ellas la de La Cape, Gary Ferrero logra construir un relato polifónico que nos sacude las entrañas, atrapándonos desde el principio al final. Es como una versión moderna o posmoderna del cuento clásico de Caperucita Roja, donde cada personaje, comenzando por ella misma, emplea su propio registro lingüístico, lo que hace que esta familia, conformada por un padre, una madre y su hija, nos resulte tan cercana, tan de nuestra época, con un trasfondo que nos invita a la reflexión sobre los seres humanos y el mundo en que vivimos.

(Manuel Cuenya, Taller de Relatos y microficciones de la Universidad de León)

https://www.lanuevacronica.com/lnc-culturas/termometro-magico_178611_102.html

La Cape

Jo tía, de verdad. Maldito sea el día en que se me ocurrió ir al colegio con aquel look. Es que lo pienso ahora y me da gringe. Jo, mana, es que, en verdad soy una flipada. Ahora creo que estaría bugueada o algo tía, no sé. Y yo pensando que estaba en mi prime, bro. Como en plan sirviendo coño. Ya me vale. Ir con trenca con capucha no tiene pase, tía, pero, qué encima fuera roja. Jo, no sé. 


A Don Belarmino le dio por decirme que me parecía a Caperucita y, a partir de ahí, estos haters de niños pijos me martirizaron con el motecito de las narices. Y no te digo nada por el Insta. ¡Qué miérder! Trolls a machete contra mí. Savage tía. Savage.

Mi viejo quería que fuese a este colegio sí o sí cuando nos mudamos a La Moraleja. Mi madre no se metía, no sé, en plan... Yo creo que prefería que fuese al público. Pero bueno. No sé, osea. En alguna de sus rayadas los stealkeé en medio del dichoso debate.

 El papá de La Cape

 Qué sí, ¿tú qué quieres que te coja a la hija un moro-mena de esos y te la viole? ¿O que se junte con los hijos de las chanchitas que limpian los chalets de los ricos o de las gitanas del mercadillo? ¿Quieres que tu hija acabe como tú, siendo una simple limpia escaleras que es lo que has sido hasta ahora? Que, gracias al taller, te he podido sacar de ahí para que estés en casa como una señora. Los chavales tienen que relacionarse desde pequeños con la flor y la nata de una sociedad, tienen que hacer amigos entre los mejores, los que, en el futuro, van a dirigir España desde las empresas, los bancos; desde los organismos públicos y desde el mismísimo gobierno. Siempre será mejor ser amigo de un poderoso que de un arrastrao. Ya bastante hemos tenido que sufrir nosotros en nuestro barrio de mierda. Te recuerdo que yo nací en una corrala del barrio de San Blas con baño y cocina compartidos.

 La mamá de La Cape

 “¡Quién te ha visto y quién te ve Manolo!”, le decía mi madre. Si tu padre levantara la cabeza. Él, que fue sindicalista de Comisiones en la Pegaso y estuvo preso por organizar huelgas y protestas… Y tú mismo, que te recuerdo que en las primeras elecciones votaste a la Liga Comunista Revolucionaria y después al PSOE. No sé qué aire te ha cogido, hijo. Desde que te va tan bien lo del taller parece que se te ha olvidado todo lo que antes defendías.

 El papá de La Cape

 ¿Y qué? ¿Qué me han dado a mí estos rojos de mierda? Si son unos pijoprogres indecentes que nos tienen ahogaos a los autónomos. Que nos fríen a impuestos y declaraciones y nos inundan de burocracia; que parecemos recaudadores de hacienda con tanto Iva va Iva viene. Alí Babá y los cuarenta ladrones es lo que son. Dime, Rosita, ¿tú has visto en algún partido de estos a un puto obrero? ¿Un solo y puto obrero? ¡Hombre, por dios! Si todos son profesoruchos de mierda ¿Qué prefieres que a tu hija la eduquen funcionarios o personas con valores que tienen que currarse día a día su profesión? Estos parásitos del sistema siempre están con los derechos sociales, la inmigración, la inclusión y toda esa verborrea. Funcionarios, funcionarios de mierda, vagos y absentistas.

Rosita, la mamá de La Cape

Oye, Manolo, no te quejes tanto que tú mismo has dicho que no nos va nada mal. Desde luego está visto que no hay peor cuña que la de la misma madrera ¿Cuándo pensaste tú, ni por asomo, que ibas a vivir en La Moraleja en un chalé cerca de los de los futbolistas y los famosos?

 Manolo, el papá de La Cape

 Sí, pero mi trabajo me ha costado. Te recuerdo que a mí nadie me ha regalado nada, que empecé repartiendo pescado en las Pescaderías Coruñesas cuando sólo tenía once años y me levantaba a las cuatro de la mañana para ir al mercado de Legazpi con Don Evaristo el Maragato en aquel isocarro todo escojonao.

Rosita

Bueno, pues mira, sabes qué te digo, que gracias al trasto ese aprendiste a ser mecánico. El caso es que si quieres mandar a la niña a ese colegio yo no me opongo, pero no podemos ser tan negativos porque, vale que tú hayas cambiado de ideas, que cada uno puede pensar lo que quiera y cambiar las veces que le dé la gana, pero no tenemos derecho a que nuestra hija herede nuestras taraduras mentales.

Manolo

Eh, eh, eh. Espera un poco, Rosita ¿me estás llamando tarao? No, hombre, no, Manolo, no lo interpretes mal. Si sabes que yo te quiero más que a nada en el mundo, pero mira, a mí me parece que no tenemos que olvidarnos de quiénes somos ni de dónde venimos.

Rosita

No sé, Manolo. A mí me da mucho miedo lo que viene, que sólo ver a ese pelo panoja por la tele se me revuelve el estómago y se me comen los demonios. Que a mí me da muy mala espina to esto. Ah, y no creas que no me doy cuenta de que desde que te has juntao con esos amigos tuyos cazadores, empresarios y meapilas ya no eres el mismo.

Manolo

Que sí, Rosita, que sí, qué lo que tú digas, pero hay que ir con los tiempos. O será mejor todo este movimiento de machirulos feministas y maricones que hoy quieren ser mujeres y mañana hombres. Pero, ¿no te das cuenta de que el otro día salió un militar que para coger un destino mejor se cambió de sexo en el juzgado? Pero cambió sólo los papeles, el muy maricón. No se cortó la chorra no, el muy hijoputa.

La Cape

Y así todo el día, y así todos los días. Se rayaban mazo, tía. El caso es que, al principio mana, estaba yasss, tía, con el cole. Te juro que estaba nashy, tía. Pero, no sé, o sea, en plan, enseguida empecé a rayarme con cosas que veía. Estos hijos de papá son bastante maquiavélicos por lo general. Tienen mazo de poderío en casa ¿Qué verán qué oirán, tía? No sé, la pasta ya sabemos lo que es. Y luego no es que todos sean tope de ricos. Es que, tía, a la mayoría los mea mi padre con lo que saca de su taller supermegatecnológico. Que allí van todos los jugadores de fútbol y los youtubers e instagrammers de media España con sus carros.  A mí el padre Belarmino me molaba, tía, o sea, en plan, como que estaba crash y todo con él, tía. Pero no, algo, no sé platónico, que dirían los boomers, una cosa en plan idealizado. No me interpretes mal, no séee, o sea, que lo veía como alguien BAE, tía. Era pila de amable y de atento conmigo; bueno y con todas. Pero, no sé, tía. Te acuerdas ya en aquellos ejercicios espirituales en San Rafael le vi ciertas cosas con algunas niñas. Qué si les regalaba coleteros, caramelos y pasteles, tía, y cosas así. No sé, unos madreos de la ostia a algunas pibas y pibes. No te lo pierdas. Y mucho perreo en plan, no con paquete y eso, pero, o sea, sabes. Un sobón, vamos. Yo estaba delulu, jo. Qué malro. Lo que nunca podía imaginar es lo que había tras el experimento del que hablaban las niñas de primaria. Cuando he visto la noticia posteada en Tik Tok, tía, me han dado ganas de vomitar. Y yo, como, ¿qué onda? No me jodas, bro. Te juro que me quedé muerta, tía, mu-er-taaaa. Porque, mira, que a nosotras nos metiera mano de vez en cuando, vale, colega. Ya somos mayores para darle una ostia e ir con el rollo a nuestros papis, pero que el asqueroso ese utilizase esa fantasía con las niñas, tío, que son unas enanas, no sé. Estoy salty, tía, completamente salty. Y luego mucho: «Caperucita, qué ojos tan preciosos tienes» o «Caperucita qué cara más bonita gastas» ¡Qué plasta de pavo! ¡Qué asco, dios mío, qué as-co? Perdonaaa. Puff. Si me llego a coscar no le hubiera aceptado aquellos pendientes de Tous, nada menos que de Tous, tía. Cuando me los vio mi padre se puso todo vibe, to PEC. Como que le moló y todo. Pero mi madre nunca dijo ni mú. No sé, en plan, que como que ya se olía la tostada. Qué cringe, tía, qué cringe. No me gustaría, por nada del mundo, estar en la piel del padre que le pidió a su hijita de seis años que le dibujara El termómetro mágico del famoso experimento. Hoy ha estallado todo el escándalo. No veas que hype. Han salido hasta fotos del padre Nino besando el cuerpo amortajado de otro cura, tía. Besando un cadáver, pero qué miérder, qué heavy. Se ve que era el fundador de la orden a la que pertenece este puto súper-colegio-guay-que-te-cagas con nombre en inglés, al que se empeñó mi padre en traerme: Midlands College. No sé lo que pensará mi padre al coscarse de la noticia, pero sí sé lo que dirá: que es un fake. Y lo peor es que yo tendré que seguir matriculada en este infierno porque todos esos colegas suyos, boomers de mierda, pertenecen a la puta Manada de las Sombras, como llaman ellos a este bosque lleno de alimañas que acechan a decenas de caperucitas rojas e indefensas. Con lo que no puedo, tía, es con la duda que me grilla en este momento: ¿qué hubiera hecho mi padre si yo con seis añitos le hubiera dibujado un termómetro con forma de polla lanzando una especie de gotitas mágicas?

 P.D. No sé, tía. Espero que exista la justicia divina porque estoy segura de que Don Nino nunca acabará ahogado en una prisión con la barriga llena de cantos en compañía de sus cómplices: los cazadores. Menudos cuñaos. Menudos boomers. ¡Y luego dicen de los jóvenes de ahora!

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