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domingo, 7 de junio de 2020

Corona-hambre

¿Por qué en vez de coronavirus no hablamos de coronahambre en el mundo? Porque las consecuencias económicas, sobre todo en determinadas partes del mundo serán catastróficas para miles y aun millones de familias, que no tendrán nada que llevarse a la boca. Con un futuro negrísimo. https://www.youtube.com/watch?v=smEQ2VXph6A
El virus se ha llevado por delante (aún se está llevando) a muchas personas, cada muerto es sagrado, cada muerte es una tragedia, sin duda, pero además el corona traerá hambre en el mundo.
Y el hambre matará a otras muchas personas. Y la distancia (ahora que se habla de distancia social, contradicción en términos, porque si hay distancia ya no es social) entre ricos y pobres será abismal, insalvable. Y eso no deberíamos permitirlo, no debería permitirlo ningún Gobierno, ningún Estado. Pero todos los permiten. Y los de arriba son los primeros que no renuncian a sus privilegios, a sus poderes. Nadie desea compartir ni repartir nada. 
Todos, en mayor o menor medida, somos unos egoístas de mierda. Y sobre todo quienes más tienen, más amasan. Y nadie le pone el cascabel al gato. Hemos construido un mundo basura. Qué nadie se engañe ni pretenda engañarnos. Un mundo hecho a medida de los todopoderosos, los tiburones de las finanzas, que acabarán zampándose también sus propias cacas. 
Este virus (que nadie sabe a ciencia cierta de dónde surgió, hay demasiados intereses para que se diga la verdad, porque vivimos en un mundo falsario) es uno más entre tantos (ni siquiera tan mortal como el Ébola, el Dengue o el Zika, por ejemplo, incluso la malaria) pero nos han comido el coco, acaso porque vivimos en el llamado Primer Mundo. Y afecta a unos y otros, a pobres y ricos, aunque a decir verdad a los pobres y desamparados les afecta más. Tampoco nos engañemos con esto. Y en Estados Unidos, por ejemplo, el coronavirus se ensaña con aquellos que ni siquiera tienen una sanidad en que ampararse, que son muchísimos. Vaya mierda de País, que deja morirse a la gente que no tiene para pagarse la sanidad. Y luego dicen que es una potencia, una potencia de matar, será. Una potencia armamentística, incapaz de curar y salvar a sus ciudadanos. Tal vez porque le importan una mierda sus ciudadanos de segunda y tercera. 
Hasta da la impresión de que Trump, tan iluminado él, estuviera frotándose las manos por la cantidad de fallecidos que hay cada día en los Estados Unidos, casi todos ellos de las esferas bajas. 
Lo mismo parece ocurrirle a Bolsonaro, quien, con aires megalómanos al igual que su colega Trump, también se pasa todo por el forro, a sabiendas de que el virus podría arrasar con las favelas y los bajos fondos de la población brasileira. 
El Confidencial
No sabemos (en realidad, no tenemos ninguna verdad, vivimos enmarañados en la Gran Mentira, en eso que han dado en llamar postverdad, que suena a camelo, a estafa encubierta) cuánta gente ha muerto a causa del virus corona, ni siquiera en España, pero, con las cifras que nos dan, no habría que alarmarse tanto si tenemos en cuenta otros datos bien significativos, que nos quitan el hipo, datos que nos ofrece la OMS, en los que no entraré en detalle, porque, entre otras razones, me producen mareos. Y vómitos. 
En todo caso, sabemos, porque así nos lo cuentan, que en el mundo mueren al año millones de niños. Por hambre, por falta de fármacos, por falta de higiene, por falta de agua potable (la escasez de agua potable será algo demoledor en un futuro inmediato)... Por factores varios. El mundo resulta insostenible. Pero como son mayoritariamente niños del Tercer Mundo, eso parece que no importara demasiado al Primer Mundo. Pero también son muchos miles o millones de personas que mueren en el mundo por accidentes.  Por suicidios. Por asesinatos. En conflictos bélicos (me refiero a víctimas civiles, por supuesto). Por contaminación. 
Vaya lacra. 
Vivimos en un Planeta azul y verde ennegrecido por la contaminación, por la pobreza, por el hambre, por las plagas, por las guerras, por los crímenes, por los holocaustos... por todo tipo de calamidades. Y nadie parece darse cuenta. O se hace la vista gorda. Y quienes podrían hacer algo para salvarnos, siguen emperrados en destruir la Tierra. Hasta que llegue un momento, no tardando, en que reviente todo por los aires, ya putrefactos. 
De repente, el Primer Mundo se paraliza. Nos confinan. Nos dicen que permanezcamos en nuestras casas (hay mucha gente que ni techo tiene donde cobijarse). Y parece que el coronavirus fuera lo único existente en nuestras vidas. Telediarios, noticias a todo trapo con el virus dichoso. No existe nada más. Ya nadie se muere de otras enfermedades. El Corona lo acapara todo. ¿No os hace reflexionar todo esto? ¿No os suena raro? ¿Por qué centran toda nuestra atención en un solo virus? ¿Acaso no existe vida más allá del virus? ¿Tal vez unas vidas valen más que otras? 
La vida no vale nada, como reza la canción mexicana de José Alfredo Jiménez, ni aquí ni allá, sobre todo la vida de los pobres, de los desahuciados, los desarrapados... 
La tan cantada Globalización ha sido y está siendo de la miseria, del hambre, de la muerte, de la ignorancia, del miedo... de la estupidez. Y nos ha metido en una crisis de la hostia bendita, pulverizando la economía de los débiles y mermando nuestra sociedad en todos los ámbitos. 

La Globalización de los mercados y de la información nos está llevando al terreno perverso del totalitarismo. 
Los mercados crean abundancia pero también miseria a la vez que ponen en riesgo la ecología planetaria, envenenan el aire y el agua, destruyen los bosques, y por ende nos destruyen a nosotros como especie. Todo está basado en producción y consumismo salvajes. 
La Globalización genera pensamiento único, unidimensionalidad (por decirlo a lo Marcuse) transformando todo lo que cae en sus redes en puro comercio, en puro objeto. Ese oscuro objeto de deseo (por decirlo a lo Buñuel). Y en este sentido, también el llamado arte ha perdido su sacralidad para convertirse en mercadería. 

¿Lograremos salir de esta crisis vírica, que sigue siendo, como siempre, de valores... educativos, culturales, espirituales...?

2 comentarios:

  1. Un tema tremendamente profundo este del hambre y el bichejo. Además entre otros países has nombrado a EEUU que es la potencia mundial en la economía y los mercados financieros, o sea el que tiene el poder y marca los destinos, además de fardar de la mejor democratica. Esto si que es muy discutible cuando, como bien dices, Manuel, tiene unos 50 o 60 millones de pobres y, lo más sangrante, los deja sin acceso a una sanidad basica universal impresentable y humana. O sea al pie de los caballos. Y esta es la mejor democratica. Qué triste!

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  2. Tiempos difíciles corren, ciertamente.
    Saludos.

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