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jueves, 9 de octubre de 2014

El sur

Aunque ya casi nadie se acuerde de su nombre, de aquella chica introvertida y depre, con una carrera brillante y un manejo de la palabra escrita extraordinario, siempre nos quedará ‘El sur’, una novela breve con una potencia narrativa fuera de lo común, que a algunos nos ha sacudido las entrañas. Leer y releer este relato fascinante me procura emociones intensas, lo que sólo logran las obras de arte. Y su autora lo consigue contándonos acaso su propia historia autobiográfica. O bien una trama que ella conocía de primera mano, en este caso a través de los ojos de una niña-adolescente, Adriana. Definitivo es ya el comienzo: “Mañana en cuanto amanezca iré a visitar tu tumba, papá...”. Como ocurre por ejemplo con ‘Crónica de una muerte anunciada’, de Gabo o ‘El túnel’, de Sábato, cuyos inicios nos dejan temblando.

Probablemente más conocida fuera que dentro del país (habitual en esta tierra ingrata), Adelaida García Morales, fallecida recientemente, fue una mujer prodigio (actriz, modelo, guionista, traductora, profesora, escritora…), que el transcurso del tiempo le jugó a buen seguro malas pasadas. 
En la Escuela de Cine de Madrid conoció al cineasta Víctor Erice, con quien acabaría formando pareja durante un tiempo, y fruto de esta unión creativa surgió el guión de ‘El sur’, que Erice se encargaría de adaptar al cine, consiguiendo otra obra maestra, aunque en la película (al parecer por razones de producción y falta de guita) no se rodó ni se mostró el sur, lo que le da cierto halo de misterio, con ese fuera de campo sólo intuido, que me hace recordar al mejor Hitchcock, quien le dedica toda una película a ‘Rebeca’, como mujer ausente, casi inexistente, y nos tiene con el alma en vilo. Es la potencia que a menudo tienen las obras de arte cuando sólo sugieren y no muestran. 
        Resulta curioso y sorprendente, una vez más, cómo el ‘Séptimo Arte’, que es un medio de masas (incluso el llamado cine de autor o autora), arrasa literalmente a la literatura, sin duda porque vivimos bajo el imperio de la imagen frente a la palabra, lo que convendría repensar, incluso desde el mundo audiovisual, como ya lo han hecho Wenders, o Erice, el cual estuvo a punto de visitar la Escuela de cine de Ponferrada cuando creíamos que ésta se convertiría en un centro de referencia nacional. Tal vez por esto, Pasolini abandonó la docencia de la literatura en aras del cine, lo que le procuraría una gran proyección internacional, aun siendo un cineasta de culto y sin tener -dicho por él mismo- ni idea de la técnica cinematográfica. Pues eso, que un día de estos volveré al sur. 


martes, 7 de octubre de 2014

La fragua literaria leonesa: Ana Cristina Herreros




La Fragua Literatia Leonesa

Ana Cristina Herreros: "Contar es como respirar, necesito hacerlo, me llena de oxígeno y de energía"

Por Manuel Cuenya | 07/10/2014

La narradora, contadora de cuentos y editora, Ana Cristina Herreros, autora de 'Cuentos populares de la Madre Muerte', está  editando los 'Cuentos antiguos de Gran Canaria, contados por las niñas y los niños', y escribe un 'estrellario', que es el complemento a su 'Geografía mágica'.

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Ana Cristina Herreros. Foto: Soledad Felloza
Narradora, contadora de cuentos, editora, investigadora, Ana Cristina Herreros, conocida bajo el nombre de Ana Griott cuando cuenta cuentos, es una leonesa afincada en Madrid, como tantas autoras (y tantos autores) de la tierra, que han decidido poner tierra de por medio en busca de un futuro mejor, de un espacio que les permita desarrollar su trabajo creativo.
En su caso, cual si se tratara de un hermoso cuento, Ana Griott recuerda que se fue a Madrid porque se enamoró de un mago que conoció en un congreso de Literatura del Siglo de Oro, "y el mago, como el flecha, era de León". Cuando llegó a Madrid vivió en un piso compartido con otros leoneses. "Nos llamaban 'la botillo conection' y es que hacíamos vida de León pero en Madrid. Hasta nos traía un tendero el pan de La Bañeza dos veces por semana".
León es la casa a la que siempre llega, su casa materna, el regazo de su madre, "porque la gente que nacimos en León oficiamos de leones allá donde vamos".
Y como leonesa que ejerce de tal, la autora de 'Cuentos populares de la Madre Muerte', cree que León es la provincia con la mayor densidad de poeta/narrador por metro cuadrado. "Quizá tenga que ver con ese gusto por la palabra que tenemos los leoneses, gente de pocas palabras, por otro lado, pero que nos gustan bien dichas. Y este gusto por la palabra precisa, la que nombra y funda, sin adornos, quizá tenga que ver con el clima". El largo invierno, las nieves y heladas –según Ana Griott– favorecen que todo suceda en torno al fuego, a la cocina, el lugar de los relatos, mientras rememora que en los filandones las mujeres se reunían a 'filar', y que mientras hilaban la lana de las ovejas hilaban también sus palabras para tejer relatos.
http://www.ileon.com/cultura/044450/ana-cristina-herreros-contar-es-como-respirar-necesito-hacerlo-me-llena-de-oxigeno-y-de-energia

miércoles, 1 de octubre de 2014

Rapabestas

Quiero dedicarle este artículo a los chicos de Rapabestas, que han compuesto, en colaboración con Templarios del Oza y Sforzato, el ‘himno’ del Mundial de Ciclismo, algo que me entusiasma, como imagino que entusiasmará a la gente de la capital del Bierzo, que a lo largo de la pasada semana se ha convertido en sede de este deporte valiente, maravilloso. La bici como vehículo imprescindible en otros tiempos, como medio para desplazarse, por ejemplo, a trabajar a la mina. Un lujo, entonces, que hoy, en nuestra sociedad harto clasista, se ve (si no es en el ciclismo profesional) como ramplón, de poca monta. Hasta Carmen, el personaje creado por Delibes en ‘Cinco horas con Mario’, le reprocha a su difunto marido que fuera al instituto en bici. “Desengáñate, Mario, cariño, la bici no es para los de tu clase”. Pues sí, la bici es y será un medio magnífico, pura poesía andante, para moverse y ejercitar el cuerpo-espíritu.

Ahora, sobre todo en estos tiempos de miseria espiritual, hay que apantallar con cochazos para ser alguien en esta sociedad materialista, abocada a pudrirse en dinero. Pero lo que quería es felicitar al grupo Rapabestas (Rapa das bestas, imagino que será su origen), que nos han ofrecido no sólo este bello himno musical sino otras composiciones estupendas. El pasado martes nos brindaron en la ponferradina plaza Fernando Miranda -en compañía de los gaiteros Templarios del Oza-, una actuación memorable. Además, esa tarde-noche compartían escenario con otro grande de la música folk, amigo suyo, como es el vasco Kepa Junkera, un virtuoso de la trikitixa.

Desde que surgiera o se diera a conocer esta banda de música folk, allá por principios del 2000, les he seguido más o menos la pista, incluida alguna actuación suya en el Festival Internacional de Ortigueira o recientemente en Bembibre, bajo el orvallo -mejor dicho bajo un chaparrón- y me parece que tienen mucho mérito. Tampoco quiero olvidarme de su concierto el pasado mes de agosto en Noceda del Bierzo, como teloneros de los Celtas Cortos, con motivo de las fiestas de esta localidad.

Se alegra uno de que Ponferrada, el Bierzo, cuente con bandas de la talla de Rapabestas, que sin duda nos darán muchas alegrías. Ahora, con el himno para este Mundial de Ciclismo, que es algo grande, antes con una versión del himno de la Ponferradina, y en un futuro, más o menos próximo, seguro que harán otra composición inolvidable.
Os deseo, estimados Jorge, Rober y demás componentes del grupo, lo mejor en vuestra andadura musical, vital, porque lo merecéis y lográis hacer que vuestra música llegue a las entrañas.