Viajo a Galicia para sentir en vivo y en directo lo que quiero expresar con palabras en una obra que estoy perfilando. Y dejo aquí estos apuntes, que puede dar una breve idea de lo que luego elaboraré con calma y tiempo.
3 de diciembre
Hasta Santiago de Compostela he llegado con la musicalidad de su historia.
Hasta Compostela he llegado bajo el amarillo aroma de las zamburiñas y las campanadas de otro tiempo, en esta noche serena y escarchada.
Hasta esta aldea universal, donde los estudiantes conviven con los peregrinos, en busca tal vez de la concha consagrada. O bien de una Fonseca fabulada, también fabulosa.
"Yo también viniera aquí hace años", dice con voz melosa una chica que está en el bar restaurante Damajuana, donde he venido a probar el cordero pascual que quitas el pecado del mundo. Es broma. Lo del cordero pascual. El resto no.
El
típico tópico de que llueve en Santiago no se ha cumplido por ahora. No
chove en Santiago de Compostela meu doce amor -Lorca y Luar na Lubre
resonando en nuestros corazones-, sino que ha hecho un sol espléndido en
esta ciudad de las conchas de vieira, "Rosa mística de piedra, flor
románica...", como escribiera el mago de las palabras Valle-Inclán, por
cuya obra siento devoción cual si se tratara de un apóstol, el cual
sigue contemplando la estampa catedralicia desde un banco
de la Alameda, aunque su cuerpo, que es toda Galicia, esté enterrado en
el cementerio de Boisaca de esta ciudad eterna -como Roma y
Jerusalén-, donde también dejara impregnado su espíritu poético la gran
Rosalía de Castro, que yace en el panteón de los ilustres gallegos.
4 de diciembre
El viaje continúa tras la estela de la gran Rosalía de Castro por Padrón, que solo por eso ya merece ser visitado este pueblo. Y por supuesto porque en Iria Flavia, al lado de Padrón, está la Fundación de Cela, además de su tumba bajo un olivo en el cementerio de la localidad, con la iglesia de Santa María como icono. Y el olivo como símbolo de inmortalidad.
También el busto del premio Nobel se halla justo en el exterior del cementerio, mirando para la fundación.
Padrón, además, invita a subirse a la iglesia de Santiaguiño del Monte a través de unas escaleras con el verde aroma a musgo.
Cuentan que los devotos las subían de rodillas, como si fueran a la basílica de Guadalupe en Ciudad de México (esto último lo dice uno, de su puño y letra).
Si no vas de vivo, como ocurre en San Andrés de Teixido -otro santuario extraordinario-, lo harás de muerto. Así que lo mejor, creo, es visitarlo en vida. No vaya a ser.
Los pimientos aún no los he probado en esta tierra pero el pulpo á feira se me hace delicioso.
5 de diciembre
La ría de Arousa es un poema donde la belleza engendra luz y verdor. En medio de esta ría, como si de una fabulación se tratara -entre A Pobra do Caramiñal y Vilanova-, nació en una barca el genio de la lámpara maravillosa.
Por cierto, La lámpara maravillosa es un ejercicio de estilo sobre estética, filosofía, donde el autor imprime su sello místico: "he querido bajo los míticos cielos de la belleza, convertir las normas estéticas en caminos de perfección, para alcanzar la mirada inefable que hace a las almas centros", apunta Valle, cuyo espíritu impregna todo el pueblo de Vilanova de Arousa.
Valle Inclán y el excelente cronista y viajero Julio Camba, también originario de Vilanova, invitan a viajar una y otra vez a este rincón del Noroeste.
6 de diciembre
Vilanova de Arousa procura una vibración emocionante en quien la visita, tal vez porque está impregnada toda ella con el espíritu de Valle Inclán, que me parece todo un figurón, con una obra literaria harto sustanciosa e inspiradora.
Como él mismo dijera: amo las poéticas noches en que el cielo, tachonado de estrellas, se refleja en el límpido y brillante cristal de la ría de Arousa.
Me hubiera encantado conocer a Valle, al menos saludarlo. Pero tengo que conformarme con leer y aun releer su obra, que no es poco, y visitar su casa pazo museo, cercado por un muro musgoso, bajo la luz de acuario de un jardín umbrío y exótico -con aroma a magnolio y camelias, tan embriagador-, y el amarillo y explosivo olor del yodoformo.
8 de diciembre
Hórreos que asoman sus cruces, como si fueran panteones, al mar.
Un mar bajo el resplandor de una mañana azul apetitoso, y meigas que sobrevuelan la imaginación del visitante, conforman un lugar singular, como un imán que atrajera con su aroma a arroz con bogavante.
"Mira, mamá, una bruja... Y otra... ", dice una niña con asombro, como si descubriera el mundo de las bruxas, tal vez el cosmos en sí mismo, con sus más de trece mil millones de existencia desde que se produjera la gran explosión en un espacio sin espacio.
Y la visita de Pontevedra, con su plaza de la leña, que es un escenario como de otra época, me entusiasma.
Aquí también dejó su huella Valle-Inclán. En la plaza de las Cinco Rúas, en pleno centro histórico, vivió este prodigioso escritor. Y en la plaza de Méndez Núñez puede verse su estatua en bronce, supuestamente a tamaño natural, como con intención de desplazarse a algún lugar. Valle no era precisamente un mocetón, aunque tenía una mente privilegiada.
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