Berberechos
Con un derroche
de ingenio y buenas dosis de humor, que tanta falta nos hace en estos tiempos
convulsos, compone Gary Ferrero este texto, que resulta esclarecedor y
atrevido, sacudiéndonos de principio a fin, con su manejo extraordinario de las
palabras, haciéndonos reflexionar acerca de los entresijos políticos, al tiempo
que logra arrancarnos la sonrisa.
(Manuel Cuenya, Taller de Relatos de la Universidad de León)
GARY FERRERO
La señora Ayuso, o tal vez debiera decir señorita, «tertuliaba» en tiempos con Iglesias. Ella, una joven e inexperta meritoria en el PP de Esperanza y él un avezado conductor de programa de debate amateur, eso sí, en una televisión vallecana. En ese programa preguntaba, moderaba y profetizaba también un descendiente directo de Albert Einstein, un tal Monedero.
A
Isabel —que entonces no era tan de derechas y mostraba una estética un tanto
alcanforada, como de aspirante a «carguillo» del partido— la llevaban para apretarle las «tuerKas»
con la impunidad de quien se «sabe»
superior, numérica e intelectualmente. Incluso me atrevería a decir que hasta
moralmente.
Para
sobrevivir a ese «acoso», Isabel desarrolló un discurso cercano a postulados de
centro izquierda. La estrategia, por lo visto, no era más que una estratagema
para salir lo menos noqueada posible de unos combates de «Pressing Catch» pero
a todas luces desiguales. Y le dio resultado por aquel entonces pues logró
labrarse un perfil de persona tolerante y moderada. Las fricciones verbales se
limaban en un tugurio cercano con el trasiego taumatúrgico y continuo de una
«cañita» tras otra, de una tapita tras otra, servidas por un caduco camarero a
la luz de un neón amarillo y mugriento.
Las relaciones de estos viejos colegas se mantenían dentro de la cordialidad, y eso se expresaba en ciertos guiños entre ellos en las redes sociales. Pero, a raíz del ascenso de Iglesias a los «vicealtares monclovitas» y de Ayuso a su despacho en «Un lugar al Sol -de la plaza-», aquel «buen rollito» rodó sobre sí mismo y se despeñó por un abismo. A día de hoy, ha perdido por completo el pulso y las constantes vitales.
Isabel
cambió su discurso por uno más tramontano, negacionista y conspiracionista,
cercano a Vox, que le ha permitido plantear sus dos primeros años de mandato
como una campaña permanente con final feliz en los orgasmos del 4 de mayo.
Todo vuelve a ser pura estrategia, pura
mercadotecnia electoral. Ayuso —como tantos políticos de ahora— no es más que
la «Doñarrogelia» de Miguel Ángel Rodríguez y sus muñecos.
Durante
la parte final de la pandemia, MAR, su ventrílocuo asesor, decidió que había
que extremar la confrontación con el Gobierno Central, ante los continuos
titubeos, cambios de criterio, errores comunicativos, desbarajustes, mentidos y
desmentidos, por otro lado auspiciados por todas las
comunidades autónomas —incluidas las del PP—, menos la de Madrid, bueno, a
veces sí y a veces no.
La
presidenta, con ese desparpajo casi infantil que la caracteriza, ha instalado a
Madrid en una suerte de competición con el resto de comunidades. Parece obsceno apelar a ese discurso, cuando la
ciudad y la Comunidad de Madrid son territorio claramente dopado en aspectos
económicos y de todo tipo, pero el madrileño lo compra como churros.
Todas
las sedes, de todos los ministerios, organismos oficiales, agencias estatales,
fuerzas armadas y cuerpos de seguridad del estado, empresas públicas,
semipúblicas, privatizadas, privativas y privadas, están en la capital del
estado. Eso significa que los mayores sueldos de toda España se concentran en
ese territorio concreto, que, por cierto, hasta ahora nos caía tan simpático a
todos los españoles excepto a vascos y catalanes.
Además,
ha tenido la tremenda habilidad de sacarse, de debajo de la saya, una suerte de
separatismo centrípeto que amenaza con la implosión del Estado en el agujero
negro que representa la ciudad estado del vaticano «chamberilero». Un agujero negro que
parece querer absorber la poca materia que le queda al resto del territorio
nacional. «Madrid es España dentro de España», solo le faltaría rematar con
aquello de «me gustan los madrileños, hacen cosas». O mejor, «me gustan los
madrileños, toman cañitas y piden berberechos».
Y es
que Ayuso parece querer tragarse a España. Esa alegoría ya la pintó Goya en su
escalofriante «Saturno devorando a su hijo». A este paso, España va a ser un
feto en el vientre de Ayuso. Un embarazo perpetuo y extrauterino. Un embarazo
hueco y de viento, porque se comerá a toda la «España Vaciada».
De
momento, ya se ha tragado a un «Ciudadanos Aguado y Esmundado», se ha comido a
Vox, ha desintegrado a su padre tertuliano «Coletatuerka» y lo ha vomitado a su
antiguo oficio, mientras asistía, piruleta en mano, al circo montado para ella
especialmente por los payasos de la tele: Gabi, Londo, Iván Redondo y Mi
Pedrito.
Ahora,
solo nos queda saber si para llegar a la presidencia tendrá que rezarle a
Santiago:
Con VOX me
acuesto
Con VOX me
levanto
Con Federico
Jiménez
Y con Todos los
Santos
Para mí,
que acabará internándose en un «Monasterio».
Pero
no parará ahí la cosa, amigos. «La Bestia Bella», como alguno la ha
calificado; o bien, esa mujer con una
«cara de Ángel» y un «culo del Demonio», como la ha definido algún otro, con
evidente mal gusto y una carga de machismo intolerable, amenaza con follarse a
Feijoo Primero y a Casado en segundas nupcias. Pero no se quedará preñada de
ellos, no. Ella sólo tiene sayas para MAR.
Preparaos,
amigos, porque, a partir de ahora, vamos a asistir a una gran sesión de «sadomaso»
transmitida en directo por todos los medios. Ella ya ha escogido pareja: es
alto, es guapo —de guapo, guapísimo, como dijo Esperanza— y además goza de la
erótica del poder. No sabemos por cuánto tiempo.
Vamos
a comprobar más pronto que tarde si, en la sesión «bondage», a la que va a entregarse
y a la que nos va a entregar, con Pedro Sánchez, acabará sometida o por el
contrario ejercerá el papel de «Dominatrix».
Un
consejo para todos: vayan adquiriendo fustas, vendas, esposas y mordazas,
porque quienes vamos a quedarnos en cueros, como siempre, seremos los votantes.
Ayer
Monedero expresó una evidencia, que sonó a insulto hacia los votantes de Ayuso:
«Nadie que cobre novecientos euros y vote a la derecha es un Einstein
precisamente».
Por su
parte, la vicepresidenta Carmen Calvo decidió hacerle un «idem» a los mismos
destinatarios enseñando su culito por debajo del micrófono:
«Para
un socialista es dificilísimo hablar de cañas, de ex y de berberechos», con la que está cayendo. Con la cantidad de enfermos y muertos que
hemos tenido.
Ahora, las tornas han cambiado, ahora la que aprieta las «tuerkas» es la que se sabe superior electoralmente. A ella, lo de la superioridad intelectual y moral «le trae al pairo». Y es que la izquierda, amigos, no se entera de que los muertos no van de cañas ni piden berberechos.
Sencillamente genial, divertido, cáustico, irónico, mordaz y más adjetivos que me guardo porque igual me valen para otra ocasión. Enhorabuena a Gary.
ResponderEliminar