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jueves, 22 de julio de 2021

Lastres de cine y Tazones invadido por el turismo

El paraíso astur, que seguramente fue el edén bíblico de Adán y Eva, no deja de sorprenderme por más veces que me adentre en sus mapas, ya afectivos. 
Desde la capital carbayona uno se acercó a Xixón (me gusta esta grafía y fonética) para desde ahí quedar, azares del destino, con mi hermana Feli y una amiga suya. 
Tazones

Xixón es ciudad que he visitado en varias ocasiones, quizá no tantas, sobre la que ya he escrito en este mismo blog. Mi reciente viaje a esta tierra coincidió con la famosa Semana Negra, en la que, a decir verdad, no puse los pies. Es como si uno, una vez acabado el curso, deseara religarse sólo con la Naturaleza, prefiriendo lanzarme al ruedo en busca de otras sensaciones. Y ahí que surgió el viaje hacia Villaviciosa, donde, curiosamente, no recuerdo haber estado en ninguna otra ocasión. 
Dicho sea de paso, la capital de los llagares, los manzanos y la sidra (archiconocida es El Gaitero) no ofreció nada realmente sorprendente, tal vez porque uno estaba algo adormilado y con ganas de un buen café acompañado por algún dulce casero. Que me sentó de perlas en una céntrica cafetería, al lado del mercado, de cuyo nombre no me acuerdo, porque tendría que haberlo anotado en mi libretina. Soy de la antigua usanza y acostumbro a anotar cosinas, aunque no tantas.  Y cada vez parece que anoto menos. Da la impresión de que anduviera con legañas en los ojos. 
Tazones

Sin embargo, los alrededores de Villaviciosa, que pertenecen a su concejo, sí ofrecen belleza costera a los ojos del visitante. Y uno de estos singulares pueblos es Tazones, cuya primera visita, hace ya años, me deslumbró, con sus puestas y amanecidas, con su colorido y su ambiente de pueblo tranquilo, como un huerto de las delicias con mar incluido. Un sitio realmente bello en el que se cuenta que desembarcó con su corte el emperador Carlos V con su corte, cuando aún era un joven príncipe de Habsburgo en el siglo XVI. 
Pero, en esta reciente visita, este Tazones ha quedado, en mi humilde opinión, desacralizado a resultas del mucho turisteo como allí llega, cual si se tratara de una romería atestada de gente en busca tan sólo de alimentos.
Deberíamos saber que el ser humano no sólo vive de pan, sino de otros nutrientes espirituales. De repente, me ha entrado una vena espiritualista. No tengáis muy en cuenta mis desvaríos. Pues a uno le encanta la zampa, por supuesto. Pero Tazones, como digo, se ha convertido en un hervidero de turistas en busca de manduca. Claro, era un domingo, y los domingos está plagado de domingueros. Huelga decir que se necesita hacer reserva con antelación para comer. Y encima, qué me disculpen, meten unas hostias como panes por la comida. O sea, que Tazones ha perdido el encanto que tuviera otrora. Y han convertido un pueblo al que hace treinta años, pongamos por caso, no iba casi nadie, por un sitio repleto hasta las trancas. Empieza a ser por lo demás la tónica general (no me refería a la tónica Schweppes) en la mayoría de los sitios lo de hacer reservas y colas para todo y por todo si no quieres quedarte a verlas venir al sol de otros tiempos. Y así, a este menda lerenda se le quitan las ganas de moverse y de viajar. Pues se queda uno tan ricamente en su útero y sanseacabó. No obstante, procuraré seguir buscando lugares que no estén masificados, en los que aún se pueda encontrar sosiego y belleza. 
Lastres

Aparte de Tazones, uno se acerca a Lastres (Llastres), que también se ha puesto de moda en los últimos tiempos a resultas del cine, por haberse filmado allí alguna serie y/o películas, que en verdad no sé ni cuáles ni cuántas son. Sin duda, es un entorno natural de gran belleza. Y un pueblo escalonado y colorido que entra por los ojos en un primer vistazo. Esta era la segunda vez que ponía los pies en esta población de cine, que sí me dejó un buen sabor de boca.  

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