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miércoles, 21 de marzo de 2018

Tiempo fluido y amoroso


Hoy me apetece compartir este poema (y esta foto del útero de Gistredo, Noceda), darle realce al Eros, ya que el Thánatos siempre está acechando tras los matorrales de la sorpresa.

Recuerdo aquella primera vez,
con la ilusión de un niño que redescubriera el mundo
en el instante de un tiempo fluido.
Me miraste con hondura y entrega,
y te devolví la mirada con satisfacción,
con ojos acariciadores.
Recuerdo aquella primera vez
como si hoy fuera ayer… y mañana.
Tu aroma a ti, a madreselva, tan cautivador,
me entrañó.
Nos saboreamos en la distancia,
con el gusto ancestral de lo bello,
y el feromónico sentido de las abejas,
con pasión y generosidad,
con amorosidad,
como si nos hubiéramos acariciado en la cercanía.
Entramos en la burbuja del amor,
en una surrealidad brotada y rosa,
en un manantial de deseo,
Entramos en un océano de tiempo,
hipnotizados por la pureza de sus aguas
en un universo en expansión,
que sonara con la fuerza de un volcán en erupción,
amacados por la brisa matutina de un mar
en el que crecen las olas y las sonrisas silvestres.
Recuerdo aquella primera vez,
sobrecogido ahora por el tiempo
que nos religara,
emocionado por tantos momentos compartidos.
Y siento que estaremos unidos para siempre.
Siempre estaré.
Siempre estarás.

Recuerdo aquella primera vez,
con la ilusión de un niño que redescubriera el mundo,
este mundo breve. Y efímero,
que se me escurre entre los dedos
como el agua que va a parar a un mar,
en el que crecen las olas y las sonrisas silvestres,
el océano de nuestra matria,
el amor-río que discurre por cauces reinventados.
Consciente de los instantes que se evaporan,
del tiempo que se esfuma.
Como un niño que redescubriera el mundo,
hoy te siento en lo hondo de mi alma,
como te sintiera aquella primera vez
en el instante de un tiempo fluido y amoroso.

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