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miércoles, 10 de junio de 2015

Expo de Julio Moro en Veguellina

Recientemente, el joven fotógrafo leonés Julio Moro hizo una exposición sobre la minería, "paisajes interiores y exteriores" en Veguellina de Órbigo. Y tuve la ocasión de participar con dos textos/relatos (al igual que hicieran otros autores y autoras de León). Aquí os dejo este enlace, publicado en la Nueva Crónica ayer mismo, en el que figura un extracto de uno de mis relatos, 'Pesadilla', que ilustra una de las fotos de Moro. Y, ya de paso, publico en este espacio bloguero el relato entero. Otro día haré publicaré el otro relato escrito ex profeso para ilustrar otra foto de esta expo a la que le deseo mucho éxito. Ojalá, Julio, la puedas mover por varios sitios de la provincia leonesa, sobre todo por aquellos espacios mineros que se hallan en el Bierzo o bien en tu tierra, Pola de Gordón.
 
 En la expo con el autor y su amiga María

http://www.lanuevacronica.com/el-declive-de-la-mineria-segun-julio-moro-y-catorce-escritores 
Foto de Julio A.G. Moro


Pesadilla

Sientes angustia. Te falta el resuello. No puedes respirar. Miras hacia un lado, luego hacia otro. No hay salida. Al menos tú no la encuentras. Intentas concentrarte. No resulta fácil. Un hedor a azufre te desconcierta y te sumerge en un estado de hipnosis. Hablas contigo mismo, en voz alta, como si fueras otro. Te das ánimo, bajo una tufarada de negro ardor. Te aproximas a una ventana, intentas abrirla en vano, la frialdad de sus cristales y sus hierros te hiela la sangre. Te paraliza. Tras la ventana no hay nadie. Das una voz, luego gritas. Estás al borde, desorientado, preso del pánico. No sabes cómo has llegado hasta aquí. No entiendes nada. Se te forman lagunas en el subterráneo de tu memoria. Buscas otra salida, te tambaleas, acabas cayendo al suelo, resbaladizo, herrumbroso. Te das de bruces contra la ferralla. La sangre comienza a brotar de tus labios. Mierda. Deslizas tu lengua en busca de la herida, que te sabe a carbonilla. Te asaltan algunos recuerdos, balbuceas algunas palabras, te levantas, alzas la mirada al techo, a la vez que construyes un horizonte de ensueño. Sigues sin perder la ilusión, alguna salida habrá. No tiene ningún sentido quedar atrapado entre cuatro paredes. ¿Serán cuatro… paredes?  A pesar de tu obnubilación, logras atisbar una escalera al fondo, pero no sabes cómo alcanzarla. Tu desorientación te paraliza, una vez más, pero tu subconsciencia te golpea con voz chirriante. Date prisa, no te quedes parado, reacciona, busca esa salida, súbete a la escalera, a algún sitio te llevará. Necesitas aire, luz. Ánimo, tú puedes, no te detengas, trepa, lo conseguirás.
 



1 comentario:

  1. Espacio vano y deteriorado, pero útil. Todavía muy útil. Julio Moro tiene una gran sensibilidad. Sin ella, cualquier observador, que contemple su obra en blanco y negro, es capaz de estar viendo el recinto lleno de personas realizando sus cometidos. La luz que inunda la escena es suficiente para apreciar peldaños que no existen en la escalera que permitiría la entrada al espacio fotografiado. Esa misma luz, tan inteligentemente captada por Julio, permite recrear la escena cotidiana de las labores que se realizaron antes de abandonar el espacio, ahora vano y deteriorado. Es la primera utilidad encontrada.
    La segunda utilidad encontrada es el relato, que ha motivado a nuestro enamorado de las palabras perfectamente ordenadas, intensas y por ende sensibles, y a veces equitativamente provocativas, Manuel Cuenya, dejarnos este relato con tanta sensibilidad como la ofrecida por nuestro fotógrafo.

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