Pues bien, se trata de una obra que escribiera hace años y que reescribiera este curso para ser interpretada por un grupo de quince aprendices de actores/actrices: una tarea harto complicada, habida cuenta de lo difícil que es ser actor o actriz, meterse en la piel de un personaje, hacerlo creíble, darle vida y chispa, para que el público se emocione. Qué vaya pretensiones las de este menda.
En todo caso, siempre me quedará la satisfacción de haberlo intentado, de haber puesto toda la carne en el asador, de haber trabajado, durante todos estos meses académicos/universitarios, dándole duro, con fuerza. Y que mis alumnos y alumnas, entregados en cuerpo y alma a las nobles causas, hayan respondido con entereza, con saber hacer, con entusiasmo. Una maravilla, que espero se traduzca en la puesta en escena final.
Confieso mi devoción por el teatro, ya desde mi juventud. Y reconozco que, durante mi etapa francesa, aprendí mucho, haciendo una inmersión en las procelosas aguas de la interpretación, de las artes escénicas, incluso aplicadas a una población 'desestructurada'. Gracias sobre todo a Monsieur Alain Vasseur, al que recuerdo con mucho afecto. Aparte de alguna otra gente como el franco-hispano Michel Alou, entre otros, con quien tuve la la ocasión de escribir e interpretar 'La voix', una obra de creación propia sobre el Sida. Tal vez de ahí procede mi curiosidad por las patologías, por todo aquello que es anormal, lo que se sale de la raya, lo que no es políticamente correcto. Y es que en el fondo (y aun en la superficie) me interesa el funcionamiento de la mente humana (también animal), el buceo en la condición de los seres humanos, demasiado animales, por cierto. Y 'Una familia desequilibrada' aborda los temas de la locura y la muerte a través de cuatro generaciones o degeneraciones, a saber, la de una abuela chocha, afectada por el puto Alzhéimer (podría ser una demencia senil), al estilo de María Josefa, el personaje que Lorca construyera para 'La Casa de Bernarda Alba', o bien la Norma que Campanella nos muestra en 'El hijo de la novia' (una interpretación sublime, que me escalofría el alma), un padre violento y matarife, sordo como una tapia, que se cargó a palos a su pobre mujer (la cual se le aparece desde el más allá para recordarle sus malos tratos), unas hijas víboras (sobre todo Oliva, algo menos Amadorina), y una nieta o biznieta (Violeta), que está enrollada con un cabrón con pintas (Azuceno), que quiere apalear al padre de familia (el abuelo de Violeta). Una galería de personajes salidos de madre, tocados del alerón, entre los que también están la criada, sensual y guerrillera, que atiende a Nilo (el páter o abuelo): un hombre ensimismado, que en su día viviera en Estados Unidos, el hermano tonto de éste (Tonín), que está recluido en un psiquiátrico y en ocasiones su enfermera lo saca de paseo para que visite a sus familiares. Tonín es como el Tío loco que nos enseña Fellini en su 'Amarcord' (un personaje que me quedó grabado en la retina de la memoria, aunque Tonín también se parezca a algún personaje que pudo existir, mejor no doy muchos datos, no vaya a ser), unas cotillas, Gertrudis y Eduvigis, que ponen a parir a Nilo, además de un personaje desdoblado en dos actrices (evocación buñuelesca o bergmaniana), cara y cruz de una misma moneda, la risa y la amargura), que giran como peonzas sobre sí mismas en una danza frenética y giróvaga para presentarnos este drama cómico o comedia dramática, con tintes valleinclanescos (grande Don Ramón María del Valle Inclán), lorquianos, fellinescos, buñuelescos, aparte de la impronta de la mujer afectada de Alzhéimer de 'El hijo de la novia' (película que me sobrecoge cada vez que la veo, sobre todo la interpretación de la diosa argentina Norma Aleandro, a quien una vez llegué a ver en el Bergidum de Ponferrada). La suerte o la mierda está echada. Ahora sólo falta que el alumnado de la Experiencia emocione y hasta haga reflexionar al público asistente a esta obra. Casi nada. Y si la gente, que nos vaya a ver, pasa un rato agradable, pues también nos daremos por satisfechos. Qué corra la risa, qué corran las emociones, que comience el espectáculo.
http://www.plumillaberciano.com/una-familia-desequilibrada-de-la-universidad-de-la-experiencia/
http://www.lanuevacronica.com/cuando-el-teatro-no-entiende-de-edad
http://www.diariodeleon.es/noticias/bierzo/universidad-experiencia-hace-teatro_985076.html
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