Ana del Río: "La poesía es transmitir vida con las letras, pero desde el alma"
Manuel Cuenya | 09/06/2015
La poeta Ana del Río, autora de 'La vida aprendida', sigue escribiendo poesía en verso libre, al tiempo que prepara un nuevo poemario.
Ana del Río. Foto: M. Cuenya.
Leonesa de La Bañeza, Ana del Río acaba de publicar y presentar en la ciudad de León 'La vida aprendida' bajo la editorial LápizCero, a la cual está muy agradecida, que le ofreciera la posibilidad de publicar este poemario, después de conocerla como autora en el Ágora poética y haber incluido, asimismo, tres poemas suyos en la antología, 'Ágora de poesía'. Cuenta Ana del Río, que sin duda tiene nombre artístico, que si esta editorial no se hubiera fijado en su obra, seguiría con sus poemas escondidos en cajones, porque ella no se había planteado buscar editor. Pero ha llegado su hora, su buena hora, y ya podemos disfrutar, lectores y lectoras, de su ópera prima, que, según ella, es un libro bastante duro en ocasiones, reflejo de experiencias quizá no tan comunes (también variopintas) para la mayoría. "Un reflejo de sentimientos fruto de mis propias vivencias y de aprender las consecuencias que el comportamiento humano puede causar en terceras personas. Es un desnudar mi alma sobre el papel, deseando que llegue al corazón de todo el que al leerlo se sienta identificado", aclara esta poeta que emigrara a finales de los sesenta, con tan sólo seis años y en compañía de su familia, a Suiza, país que recuerda con sus pros y sus contras: aquel primer viaje en tren con su padre y su hermano, reflejo típico de las fotos que vemos de los emigrantes de los 60 y 70. "Era un mundo nuevo. No es cierto que nos diesen tantas facilidades a los extranjeros como hoy se dice, hablando de los nuevos inmigrantes –rememora–. Siempre anteponen privilegios y derechos a los nacionales, no lo veo mal, pero la lucha no era tan fácil como la describen", detalla, consciente de que aprendió mucho allí, incluso sufrió tratos racistas. No obstante, reconoce que ella, que sí destacaba en los estudios, acabó siendo valorada, porque en Suiza se valora, se promueve y hasta se contrata a quien sobresale, en la faceta que se tercie. Asimismo, en aquel país, al que fueran a parar tantos emigrantes españoles y españolas, se procura orientar a cada persona, a cada niño o niña, por el camino que perciben que puede despuntar. En este mismo sentido, recuerda que la enseñanza es diferente a la española, al menos la enseñanza obligatoria, en la que se hace hincapié en el verdadero aprendizaje por la comprensión y su aplicación a la vida. "Nada de memorizar listas interminables de batallas históricas o de reyes, y en literatura, nada de aprenderse listas de nombres de autores y sus obras. Se centra en enseñar la verdadera comprensión de la obra, en cómo está escrita y sobre todo en lo que realmente ha querido decir el autor. El saberse autores y obras, vendría después, con el tiempo, al leer los libros. Todo el aprendizaje se realizaba, durante las clases, nada de leer libros incomprensibles para niños en casa y traer comentarios", puntualiza Ana, quien confiesa que, los ocho años que recibiera educación en Suiza, han marcado su forma de expresarse y de aprender, en definitiva, tanto a la hora de escribir como en la vida diaria.
"'La vida aprendida es un reflejo de sentimientos fruto de mis propias vivencias y de aprender las consecuencias que el comportamiento humano puede causar en terceras personas. Es un desnudar mi alma sobre el papel, deseando que llegue al corazón de todo el que al leerlo se sienta identificado"
Entre dos culturas
En ese singular país centroeuropeo, donde ha regresado en algunas ocasiones de visita, sigue viviendo una gran parte de su familia cercana. No obstante, Ana es y se siente leonesa, lo que significa, en su opinión, que pertenece a una región de paisajes variados y de gran belleza, caracterizada por un paisanaje luchador y una gran diversidad en las maneras de ser y de vivir. Si bien su infancia transcurrió en Suiza, además de haber vivido durante algunos años en otras ciudades españolas, lleva la mayor parte de su vida en su tierra y sus escritos están principalmente llenos de referencias a paisajes de León y a sus gentes, cuyo carácter, a menudo, se vuelca más con lo que llega de fuera que con lo que hay dentro. "Demasiadas veces nos dejamos obnubilar por las famas creadas por ciertos críticos y no sabemos ver la grandeza que tenemos al lado. Y todo esto lo digo pensando en más de un narrador o poeta leonés que conozco y se les lee poco, probablemente porque no tienen buena publicidad o por esa manía tan española de pensar que si a 'fulanito' le han dado un premio Nobel (por poner un ejemplo), hay que leerle porque es el mejor. Pero a veces esos premios sólo son el gusto personal de sus críticos o jueces. Me gusta leer de todo, tenga la crítica que tenga el libro y yo decido si a mí me gusta o no. Espero que a esos escritores, tan buenos que tenemos, vayan dándoles su oportunidad y saliendo a la luz, para disfrute de todos nosotros". Así de contundente se expresa Ana, para quien la lectura ha sido fundamental en su vida y a la hora de escribir de un modo creativo, una excelente manera de aprendizaje, con la poesía siempre presente desde que aprendiera a leer. Entre sus lecturas de referencia figura la poesía de Jacques Prévert, los versos libres de este autor francés, que descubriera con trece años en las clases de Literatura en Lausanne. Y desde entonces ha escrito sus pensamientos en verso libre, "sus impulsos", como a ella le gusta denominar a sus poemas, que comienzan siempre con un pensamiento, una frase que se le viene a la mente, que necesita plasmar por escrito para que no se le olvide, aunque a posteriori sean releídos, corregidos o también eliminados, "siempre nacen de lo que algunos llaman 'catarsis', aunque me parece excesivo dicho término", según ella, que, si bien le apasionan los sonetos, las décimas, los romances, etc., se dio cuenta de que ese tipo de versos libres "(que también tienen su técnica para que el lector los pueda leer interpretando correctamente el tono que quiere darles el autor), eran el tipo de versos en los que yo me sentía cómoda para expresarme mejor", matiza Ana, que reconoce, asimismo, la labor que realizan en León escritores como Juan Campal, Ramiro Pinto o Felipe Piñeiro, a quienes conociera en el Ágora de poesía, donde ella misma comenzara a declamar sus versos en público y al que sigue asistiendo en la actualidad.
(puedes seguir leyendo esta fragua en el enlace de abajo):
A muchos de los que nos sentimos orgullosos de nuestra españolidad, tenemos que reconocer que, ni somos los más listos de la clase ni queremos siquiera intentarlo. ¡A machamartillo, que los demás no saben! Y claro cuando compatriotas nuestros salen y conocen otros mundos y culturas acaban viendo cuán equivocados seguimos.
ResponderEliminarSe enseña a las personas a razonar con argumentos. A sacar lo mejor de sí mismos. A premiar las múltiples excelencias que todos llevamos dentro. Sin complejos, sin envidias, en definitiva no siendo paletos ni sectarios. Ofreciendo Cultura Universal que hace más libres a los hombres y mujeres que la entienden cuando se la explican siendo neutrales.
¿Costará tanto aprender de quien acierta?
Me alegro de conocer –gracias Manuel- a la poetisa Ana del Rio. Espero que se prodigue en su obra y que continúe transmitiendo, allá por donde fuere, las excelencias de los sistemas educativos que forman de veras al Hombre.