En la expo con el autor y su amiga María
http://www.lanuevacronica.com/el-declive-de-la-mineria-segun-julio-moro-y-catorce-escritores
Foto de Julio A.G. Moro
Pesadilla
Sientes
angustia. Te falta el resuello. No puedes respirar. Miras hacia un lado, luego
hacia otro. No hay salida. Al menos tú no la encuentras. Intentas concentrarte.
No resulta fácil. Un hedor a azufre te desconcierta y te sumerge en un estado
de hipnosis. Hablas contigo mismo, en voz alta, como si fueras otro. Te das
ánimo, bajo una tufarada de negro ardor. Te aproximas a una ventana, intentas
abrirla en vano, la frialdad de sus cristales y sus hierros te hiela la sangre.
Te paraliza. Tras la ventana no hay nadie. Das una voz, luego gritas. Estás al
borde, desorientado, preso del pánico. No sabes cómo has llegado hasta aquí. No
entiendes nada. Se te forman lagunas en el subterráneo de tu memoria. Buscas
otra salida, te tambaleas, acabas cayendo al suelo, resbaladizo, herrumbroso. Te
das de bruces contra la ferralla. La
sangre comienza a brotar de tus labios. Mierda. Deslizas tu lengua en busca de
la herida, que te sabe a carbonilla. Te asaltan algunos recuerdos, balbuceas
algunas palabras, te levantas, alzas la mirada al techo, a la vez que construyes
un horizonte de ensueño. Sigues sin perder la ilusión, alguna salida habrá. No
tiene ningún sentido quedar atrapado entre cuatro paredes. ¿Serán cuatro…
paredes? A pesar de tu obnubilación,
logras atisbar una escalera al fondo, pero no sabes cómo alcanzarla. Tu
desorientación te paraliza, una vez más, pero tu subconsciencia te golpea con
voz chirriante. Date prisa, no te quedes parado, reacciona, busca esa salida,
súbete a la escalera, a algún sitio te llevará. Necesitas aire, luz. Ánimo, tú
puedes, no te detengas, trepa, lo conseguirás.
Espacio vano y deteriorado, pero útil. Todavía muy útil. Julio Moro tiene una gran sensibilidad. Sin ella, cualquier observador, que contemple su obra en blanco y negro, es capaz de estar viendo el recinto lleno de personas realizando sus cometidos. La luz que inunda la escena es suficiente para apreciar peldaños que no existen en la escalera que permitiría la entrada al espacio fotografiado. Esa misma luz, tan inteligentemente captada por Julio, permite recrear la escena cotidiana de las labores que se realizaron antes de abandonar el espacio, ahora vano y deteriorado. Es la primera utilidad encontrada.
ResponderEliminarLa segunda utilidad encontrada es el relato, que ha motivado a nuestro enamorado de las palabras perfectamente ordenadas, intensas y por ende sensibles, y a veces equitativamente provocativas, Manuel Cuenya, dejarnos este relato con tanta sensibilidad como la ofrecida por nuestro fotógrafo.