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martes, 17 de enero de 2012

Expo de Gavilanes León en Ponferrada

Lamento que durante todos estos días haya permanecido en silencio, a resultas de un proyecto que, en breve, verá la luz. 

Porque lo bello no es
sino el comienzo de lo terrible,
que todavía podemos soportar
y tanto admiramos,
pues impasible desdeña destruirnos 
(Rilke).

Desde hace unos días se puede visitar la exposición de Gavilanes-León en el Campus de Ponferrada. Se alegra uno de que estos artistas logren no sólo exponer su obra artística, sino que ésta tenga buena acogida entre el público. El título de esta expo, Breviario de infortunios, me hace recordar a Sade o Bataille y aun en Cioran, pero no nos pongamos estupendos, porque tal vez Laetitia y Miguel Ángel no hayan pensado en estos autores, o sí. 

En todo caso, asistimos a una re-interpretación de objetos cotidianos por parte de estos artistas cuyos orígenes podemos encontrarlos en el Bierzo y en la capital leonesa. 

En definitiva, en la obra de GavilanesLeon, los objetos nos llegan a mostrar todo lo que somos pero también todo lo que no siempre queremos ser; representan nuestros vicios, nuestros desmanes, todo aquello que queremos recordar pero también aquello que pretendemos olvidar por inercia o por descuido (Alberto López, Comisario de la exposición).



También resulta gratificante el poder colaborar con ellos, como ya ocurriera con la entrevista, de la que se da cuenta en este mismo diario de bitácora, y ahora con un texto que "apadrina" una de sus obras: La Voz de los pájaros en una simple gota.


Cuando era un niño soñaba a menudo
con volar. Sentía devoción por los pájaros.
Su voz, tierna y acatarrada, me religaba
con la naturaleza. Entonces,
en aquel tiempo casi infinito,
hecho de juegos y primavera,
espiaba con asombro aquellos nidos
en la arboleda perdida
de un bosque milenario.
A medida que uno crece, sin embargo,
surge una conciencia de finitud
y brevedad existenciales.
Es en ese preciso instante en que el pájaro
soñado en libertad
comienza a picotear en una cuchara.
Cuando uno se hace mayor, el vuelo
acelera su pulso y adquiere forma de avión.
Ahora sigo soñando con volar
como eterno elixir de juventud,
que tomo con el pájaro-cuchara
en una simple gota.

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