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martes, 15 de diciembre de 2009

Sobre Blanca Riestra y su Madrid Blues


http://www.diariodeleon.es/noticias/filandon/ahondar-en-los-bajos-fondos-en-los-subterraneos-de-realidad_521658.html (18/04/2010)

Ahondar en los bajos fondos, en los subterráneos de la realidad

Madrid Blues
Blanca Riestra. Alianza Editorial, Madrid, 2008. 240 pp. 

Si hace años, Blanca Riestra nos deslumbró con su novela, La canción de las cerezas, ahora lo hace con Madrid Blues. Si su segunda novela estaba ambientada en el París de los 90, un París-vertedero, más que un París-fiesta (por decirlo a lo Hemingway), adonde van a parar jovénes estudiantes, como Erasmus y otros, en busca de gloria o un futuro profesional, quizá vital, ahora Blanca nos sitúa en nuestra capi, ese Madrid actual de Lavapiés y el barrio del Pilar, la calle Montera y la plaza Jacinto Benavente, Antón Martín y Atocha, que cada día se parece más a París en su paisanaje y ese modo de vida tan apresurado e impersonal, ese Madrid "miserable" en el que se está fraguando el atentado del 11-M, ese Madrid "hueco, recorrido por alcantarillas donde navegan ratas, por túneles donde mendigos juegan al mus", ese Madrid plagado de personajes frustrados, de emigrantes sin papeles en busca de autor y una salida a como de lugar, véase ese curioso marrakchí, Jusef Ahmed, que pretende salvar el mundo dinamitándolo, nomás, ese Madrid de gente hacinada, cuyos tipos sienten el tormento del peso existencial, tal vez el desarraigo, de una vida cruel y sin concesiones, que en cierto sentido me recuerda La Colmena de Cela, aunque revisitada por el tiempo presente. No sé si nuestra querida Blanca se habrá inspirado en esta novela conductual del maestro Cela.
Si en La canción de las cerezas aparecían personajes marginales, solitarios y morriñosos, niñas pija o fresita y emigrantes de toda condición en la Babel parisina, en Madrid Blues ocurre algo parecido. Se nota que a Banca Riestra le gusta ahondar en los bajos fondos, en los subterráneos de esta realidad, en ocasiones pútrida, en esta suciedad/sociedad humana de las grandes y cada día más deshumanizadas, incluso "incivilizadas", ciudades europeas, como lo son París y Madrid. 
No hay más que descender, como lo hiciera poéticamente Rimbaud, a los infiernos del metro, tanto en una ciudad como en otra. Da como escalofríos. Aunque creo que París es aún una ciudad más jodida, en la que late la agresividad y la violencia, que Madrid. Si es que en el fondo, qué terrible, todas las ciudades acaban pareciéndose, acaso debido a esta globalización de la miseria, que no del buen gusto y las sanas formas de vida. 
"Las ciudades son un poco así, cuerpos vivos que duelen -escribe Riestra-, que se expanden como galaxias". París ha dejado de ser un mito literario, habitado por poetas románticos y artistas bohemios, para convertirse en un lugar lleno de neurosis y aun otras patologías. Y Madrid, Mayrit, tampoco es ya aquel poblachón manchego, castizo y "aserenado", ni siquiera aquel Madrid de la movida, aunque sí siga siendo absurdo y hambriento, como nos dijo Valle Inclán en Luces de bohemia, y sobre todo, el de ahora, es un Madrid obtuso, como diría la propia autora, un Madrid-Aleph (lo que nos remite a aquel magnífico cuento de Borges), en el que la narradora es la propia autora, en este caso Riestra, "una ciudad tan sucia y tan caliente, habitada por seres callados para muchas cosas y habladores para otras, enamorados del fútbol, del cerdo, del amor, acomplejados y malhumorados, envidiosos, pero también románticos y un poco heroicos, a veces". Una descripción atrevida y certera, creo, que Blanca remata del siguiente modo: "Bajos y morenos, y altos y pálidos, con aquel exacerbado sentido del ridículo que era un poco árabe y un poco judío, un poco godo. Y sus mujeres gruesas, longevas y habladoras, y chicas jóvenes, descastadas, impertinentes, tan empeñadas en hacer justicia en todas partes, en vocear causas perdidas". 
Vaya análisis psico-sociológico haces, Blanca. Se ve a la legua que conoces nuestro perfil. No en vano has vivido en varios lugares que te permiten hilar fino acerca de los caracteres humanos. Pues así se nos aparece Madrid Blues, cuyo título es un homenaje a Tom Waits, y que se basa en hechos reales, según Blanca, para deformarlos con la única finalidad de hacer literatura.

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