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jueves, 14 de agosto de 2025

Taormina, una grande bellezza

 

Con vistas al mar Jónico y el Etna









Aunque el viaje desde Cefalú hasta Taormina no es en exceso largo (unos 200 kilómetros), cuando el viajero llega a la estación de Taormina Naxos Giardini, la tarde está a punto de caer, porque en Sicilia se nota que oscurece mucho antes que en el Noroeste español. Y para más inri el viajero, vaya fenómeno, llega sin haber reservado alojamiento, ¿a quién se le ocurre?, lo cual acaba siendo un inconveniente, porque Taormina en verano, al igual que Cefalú, está atestada de turistas y viajeros provenientes de todo el mundo. No en vano, Taormina ha atraído a ilustres visitantes a lo largo de la historia, incluyendo a escritores, artistas, o gente de la alta sociedad, entre ellos, Goethe, Truman Capote, Thomas Mann, Óscar Wilde, Salvador Dalí, Gustav Klimt (con un bello cuadro titulado Teatro de Taormina), Orson Welles, Rita Hayworth, Tennessee Williams, que escribió en Taormina parte de sus obras, Un tranvía llamado deseo y La gata sobre el tejado de zinc; D. H. Lawrence, quien buscó inspiración en esta ciudad para componer su novela El amante de Lady Chatterley, o el propio Lawrence Durrell (amigo del coloso Henry Miller), que viajó a Taormina atraído por su belleza y su legado histórico, en concreto su teatro grecorromano, el cual acabaría escribiendo un libro titulado Carrusel siciliano, con un capítulo dedicado a Taormina.  

Al fondo la bahía de Giardini-Naxos










En una época como la actual, sobre todo en verano, llegar sin reserva de alojamiento a un sitio tan turístico puede suponer un verdadero quebradero de cabeza, pero el viajero ya está habituado a estos asuntos (es la tercera vez que visita esta ciudad: https://cuenya.blogspot.com/2017/04/taormina.html), y tampoco le mete miedo -el miedo paraliza-, aunque sí se resiente, porque la energía que tenía, cuando era un rapaz al que no se le ponía nada por delante, ya no la tiene. 

Estación de tren de Taormina


Llego a la estación de Taormina Giardini, cuyo exterior me hace recordar una kasbah marroquí. Pero qué imaginación le echa el viajero. Lo que sí recuerdo es que en esta estación de tren el director Coppola filmó la escena en la que Michael Corleone (Al Pacino) se encuentra con su exmujer Kay (Diane Keaton), aunque en la película El Padrino cambiaron el nombre de esta estación por el de Bagheria, que es una población cercana a Palermo, donde además nació el director Tornatore, el creador de Cinema paradiso y Malèna.  

Teatro de Taormina


En la noche asoma una luna que se refleja en la bahía, y el viajero necesita un alojamiento para cobijarse, ¿de qué, del calor? 

Taormina queda en lo alto de una colina, con lo cual al viajero no le apetece treparse hasta la misma. No son horas de andar trasteando. Prueba a buscar un Bed and Breakfast relativamente cercano a la estación de tren, pero no hay suerte. También lo hace con un hotel aledaño, donde el  recepcionista no le ofrece mucha confianza porque parece que intentara quedarse con el viajero. Y el precio que le dice en un inicio se le antoja desorbitado. Bueno, si pagas en efectivo es más barato que si pagas con tarjeta (qué cosas), llega a prometerle el tipo de la recepción. Pero esto al viajero le suena a cuerno quemado y entonces decide lanzarse a la aventura en busca de alojamiento en Giardini-Naxos, que queda a unos pasos de la estación de tren de Taormina. Giardini-Naxos, con vistas al mar Jónico, es una buena opción para alojarse. 



El viajero acaba reservando un Bed and Breakfast con la sensación, nada agradable, de que tal vez no haya nadie para atenderlo, a resultas claro está de la hora que es. Pero al final, luego de algún mareo, consigue contactar con la persona responsable de este alojamiento y se encamina hacia el mismo, que en realidad no es la dirección que tenía anotada según la reserva. Gajes del oficio, nomás. Lo que hay que andar es espabilado porque de lo contrario te comen la merienda, la cena... lo que se tercie. El alojamiento no está ni mal ni bien, pero está y tiene aire acondicionado, sin el cual resultaría cuasi imposible dormir. Y eso que al viajero no le hace gracia el aire acondicionado. Pero en Sicilia en verano el personal debe adaptarse al mismo o de lo contrario puede darse por jodido o por muerto, que es peor. 
El Duomo de Taormina

La entrada en este viaje a Taormina, mejor dicho a Giardini-Naxos, que es una población pegada, no es la mejor que se diga. Y eso que el nombre de Taormina es en sí mismo una grande bellezza. Como el título de la sorprendente película de Sorrentino.

Lo mejor será descansar, si el calor lo permite, se dice el viajero para sus adentros (esto ha quedado cursilón) y al día siguiente dios dirá, o mejor dicho, las diosas del teatro grecorromano dirán. Ese teatro que es una delicia.

Al día siguiente, aún con el calor metido en el cuerpo, el viajero desayuna rico en la trattoria del tío de la responsable del alojamiento, y emprende camino en bus hacia lo alto de Taormina, que se encuentra encaramada a un mirador sobre el mar Jónico, en la cima del monte Tauro, y eso le hace sentir dichoso, porque, desde las alturas, el mundo parece incluso más amable que desde el suelo o subsuelo de la realidad. De repente, me asaltan las Memorias del subsuelo, de Dostoievski.

Porta de Catania (Taormina)

Acaso conviene elevarse para ver y sentir mejor que cuando uno permanece a ras de suelo. El viajero piensa que quizá Taormina podría ser un lindo nombre para una mujer. No cabe duda de que Taormina es una mujer, se dice, una literata, como Mary Shelley, que fue una visionaria del siglo XIX, una figura poética, un paraíso en la tierra, como dijera Goethe de esta Casa en el Monte Tauro que al gran Maupassant, el autor de El horla, entre otros terroríficos relatos, le pareció que esta ciudad griega, romana, bizantina y árabe, contenía en sí misma todo lo que hay en la Tierra capaz de atraer la vista, la imaginación y el espíritu.

Plaza IX Aprile

Desde las alturas, Taormina, "la perla del mar Jónico", es en verdad una mujer, una isola bella de azul turquesa, una belleza que parece de otro mundo, o acaso fuera del mundo, con sus escalinatas y sus calles y callejuelas empedradas, fotogénicas, llenas de color y de flores, calles de cuento de hadas con aroma a helado de pistacho, con sus puertas de Catania y Messina, que dan entrada y salida al corso Umberto I, la arteria principal de esta ciudad con sabor griego, una animada calle peatonal llena de tiendas, restaurantes, galerías de arte, que cada día atrae a más visitantes, y que conduce directamente a la plaza del Duomo, fuente con caballo incluida, que sacia la sed del viajero, aunque mana a cuentagotas.

A continuación, caminando por el Corso Umberto I, se encuentra con la Plaza IX Aprile, desde donde se abren estupendas vistas al mar Jónico y al Etna.

Taormina

Taormina es pues una isla luminosa dentro de otra isla llamada Sicilia, un paisaje donde florecen los mitos, las leyendas.
Las vistas desde el teatro antiguo, griego, colgado en la colina, que también es romano (donde se realizan conciertos, como el reciente de Kraftwerk, o representaciones teatrales de Esquilo y Sófocles, incluso su prestigioso festival de cine por el que han pasado estrellas como Marlon Brando o De Niro, Sophia Loren o Elizabeth Taylor...), quitan el hipo.
También el cineasta Woody Allen lo eligió para rodar algunas escenas de su película Poderosa Afrodita.
Giardini-Naxos

El Etna, que es todo un símbolo de la fuerza y la belleza de la naturaleza, se eleva imponente con su fumarola y la bahía se extiende inmensa hasta Giardini-Naxos, que es la playa natural de Taormina, un paisaje de ensueño, que siempre recordaré, entre otros sabores, por el gelso, un granizado de moras realmente insuperable, pura delicatessen, porque Taormina es un bocado exquisito, una delicia para los sentidos. Y este sabor me traslada a mi infancia y adolescencia, al mosto de uva que hacíamos en casa. 

Plaza IX Aprile

En sus recorridos por Taormina (también por la luminosa bahía de Giradini-Naxos), el viajero siente que ha logrado tocar, acariciar la grande bellezza. Y eso le ha colmado de placer, de un placer inmenso, mientras mira, una vez más, cómo el funicular desciende desde el centro de esta pintoresca localidad hasta la bahía de Mazzarò.   

Siempre nos quedará Taormina como lugar de inspiración. Con este pensamiento, el viajero pone rumbo a la ciudad de Catania, donde naciera el gurú musical Battiato https://cuenya.blogspot.com/2011/09/battiato-guru-de-la-musica.html, que nos dejó canciones tan sobrecogedoras como La cura, que cada vez que la escucho me hace lagrimear. 

https://www.youtube.com/watch?v=IYeYQRBqIUg

Con esta canción me despido de este viaje por Sicilia, con la idea de volver en algún momento. 

Aún queda el viaje desde Taormina, desde la estación de tren que le sirviera a Coppola como escenario de rodaje de su Padrino, hasta Catania Centrale. Y desde ahí rumbo al aeropuerto de Fontanarossa. 

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