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lunes, 17 de febrero de 2025

El año pasado en Marienbad, de Resnais

 Tras un pasillo y una puerta

Que se abre a otro pasillo, que

Sigue hasta perderse

Desde un pasaje que conduce

A la escalera que remonta

A las terrazas

Donde la luna multiplica

Las rejas y las hojas

Hasta una alcoba en la que espera

Una mujer de blanco

Al término de un largo recorrido

Más allá de una puerta y un pasillo

Que repite las puertas hasta el límite

Que el ojo alcanza en la penumbra

Por un zaguán en el que hay una puerta

Cerrada, que vigila un hombre

En una operación combinatoria

En la que el muerto boca abajo

Es otra indagación que recomienza

Ante un espejo que denuncia

O acaso altera las siluetas.

Julio Cortázar, Homenaje a Alain Resnais 


A partir de la novela La invención de Morel del escritor argentino Bioy Casares, el también escritor francés Robbe-Grillet -impulsor del llamado nouveau roman- construye el guion de El año pasado en Marienbad (1961), una película onírica y enigmática, entre la realidad y la ilusión, dirigida por Alain Resnais, uno de los representantes de la Nouvelle vague francesa, que también nos cautivó con su Hiroshima mon amour (1959), basada en la novela homónima de Marguerite Duras. Una película, Hiroshima...,  construida a partir de uno de los mejores guiones de la historia del cine, escrito por la propia Duras, donde la palabra es esencial, aunque la imagen la eleva y la potencia. Imagen y palabra, fotografía y poesía, a menudo separados, se funden en esta película para darse sentido mutuo y retratar la descomposición del mundo y de la vida, reducidos al olvido. Una poderosa reflexión sobre la memoria y el olvido. 

“El año pasado en Marienbad es la historia de una persuasión. Se desarrolla en un gran hotel, una especie de palacio internacional inmenso, barroco, de decoración fastuosa y fría: un universo de mármoles, de columnas, de arabescos de estuco, de dorados, de estatuas, de personas de actitudes fijas. Una clientela anónima, educada, sin duda rica, ociosa, que observa seriamente pero sin pasión las reglas de los juegos de sociedad (cartas, dominó, etc.): bailes mundanos, conversaciones vacías, tiros de pistola”. 
                        (Robbe-Grillet)  

 El inicio de El año pasado en Marienbad está emparentado con Hiroshima, mon amour. Y nos remite asimismo al inicio de Rebeca, de Hitchcock, que es un director de referencia para Resnais. 

En los primeros minutos de la película del director francés, la cámara se pasea por pasillos interminables, mostrando detalles de columnas y barrocos decorados mientras una voz en off acompañada de un sostenido musical dice:  “… atravesando corredores, salones, galerías por esta lúgubre mansión, esta enorme y lujosa mansión donde corredores interminables suceden a otros corredores silenciosos, desiertos, sobrecargados de un decorado sombrí­o y frí­o …”. 
Resulta realmente importante la arquitectura (el marco envolvente) en esta obra, el modo coreográfico con que se trató la imagen y la trama, los elementos arquitectónicos a través de los cuales se nos muestra la soledad o la incomunicación entre los personajes. Por tanto, el espacio es una metáfora de la mente de los personajes, de modo que nos adentramos en el laberinto de la psicología humana en esta película de repeticiones, fragmentaria, obsesiva y laberíntica, la cual nos hace sentir angustia como espectadores. Durante estos primeros minutos vemos, fugazmente, a un hombre avanzando por un pasillo. Y la primera vez que se nos muestran los personajes, aparecen petrificados, como estatuas, formando parte del decorado, mientras asisten a una función teatral.

 Se cuenta que en su primer borrador del guion para El año pasado en Marienbad algunos de los personajes tenían nombres hispanos, había situaciones similares y el escenario de la historia era una isla, como en la novela de Bioy Casares. Sin embargo, el guionista de El año pasado en Marienbad dijo en una entrevista que no veía la influencia de La invención de Morel en la película dirigida por Resnais. Aunque La invención de Morel también trate de un hombre que se enamora de una mujer en una isla llena de voces. 

El año pasado en Marienbad es una obra innovadora, con una atmósfera ensoñadora, con una narrativa onírica y fraccionada ("totalmente onírica, que trata de profundizar en las raíces del sueño"), como una alegoría sobre la muerte, una coproducción franco-italiana filmada en un bello castillo del siglo XVIII en Baviera y en estudio en París, que obtuvo cinco nominaciones, incluida una a los Óscar al mejor guion para Robbe-Grillet, y otros galardones como el León de oro en la Mostra de Venecia. Si bien el productor estuvo a punto de que no se estrenara nunca por tratarse de una obra "maldita". 

La puesta en escena de Resnais y el guion de Robbe-Grillet desconcertaron en su época a críticos y espectadores, marcando un antes y un después en el cine como arte conceptual, porque nos adentran en un enigma, en un laberinto barroco de infinitas posibilidades, procurando que a través de las imágenes y las palabras logremos capturar lo intangible: el tiempo, la memoria y los sueños. Un nuevo concepto del tiempo, cuya característica fundamental es la simultaneidad. El tiempo psicológico, el tiempo de la memoria, el tiempo del presente. Los tiempos del pasado o los tiempos de la imaginación o del sueño. 

“Una película clásica no puede traducir el ritmo de la vida moderna. En un día, uno hace veintiséis cosas distintas. La vida moderna está hecha de rupturas (…) ¿Por qué el cine no ha de testimoniar(lo) (…), en lugar de persistir en una construcción lineal tradicional?"

                (Resnais)

 Esta película, contada de forma hipnótica, rompe con la estructura cronológica mediante una puesta en escena desconcertante, laberíntica, coreográfica, como si fuera una danza en sí misma, con la repetición de planos, travellings, saltos de eje (como si los personajes miraran hacia otra parte o como si hablaran uno al lado del otro en vez de estar situados cara a cara), ruptura del tiempo y el espacio, sintonizando lo narrado en off con lo visualmente mostrado. 


Una vez más, al igual que ocurriera con Hiroshima, mon amour, imágenes y palabras producen en nosotros un efecto hipnótico, con una banda sonora, a través de una música de órgano recurrente, que resulta turbadora. 

Esta película tuvo gran influencia en realizadores como Bergman, Fellini, David Lynch, Buñuel (véase El ángel exterminador), Kubrick (véase también la atmósfera inquietante y laberíntica de El resplandor), Nolan (acusado de copiar esta película de Resnais en su film titulado Inception, cuya estructura narrativa juega con la percepción del espectador de la realidad y explora diversas capas del subconscienteo Greenaway (véase por ejemplo El contrato de un dibujante, entre otras). ​

Para el director británico Greenaway El año pasado en Marienbad es la única pelí­cula que se puede llamar obra de arte cinematográfica: “Hay pocos, muy pocos filmes en los que puedo pensar como creadores de verdadero cine. El año pasado en Marienbad, tal vez, sea lo más cercano que puedo sentir. Se acerca a la noción de verdadera inteligencia cinemática. No está esclavizado al texto. No está esclavizado a la narrativa. Deconstruye todos estos fenómenos y crea un producto que es verdadera y absolutamente cinemático, porque no puede existir en ninguna otra forma”. 

Greenaway llega incluso a admitir que ha estado siempre intentando rehacer Marienbad trabajando con el director de fotografía Sacha Vierny. A este respecto, cabe señalar la fotografía en blanco y negro precisamente de Vierny (director de fotografía también de películas como Belle de jour o El cocinero, el ladrón, su mujer y su amante), convirtiendo cada plano en una obra de arte, a la vez que subraya la artificialidad, como si los personajes fueran piezas de ajedrez en un tablero organizado. A ello se suma el vestuario de Coco Chanel, que dan esa elegancia intemporal y etérea a los personajes.

https://cuenya.blogspot.com/2024/02/el-cocinero-el-ladron-su-mujer-y-su.html

La fotografía y la dirección artística, muy cuidadas, nos conducen a los espectadores por un espacio inmenso lleno de pasillos interminables con decoración barroca, oscura y fría, en la que abundan los espejos simbólicos y suelos dameros (como si la vida fuera un juego de ajedrez). Un espacio que cuenta además con un jardín enorme sin árboles frutales ni flores, de disposición simétrica y arbustos recortados en perfección geométrica, decorado con numerosas estatuas (como símbolo de una vida congelada, inerte), cuyo estilo visual ha sido incluso imitado en desfiles de moda y anuncios televisivos. 

"Pasillos, alfombras, estucos, espejos y más pasillos, alfombras…", narra constantemente la voz en off, verdadera protagonista. Pasillos y/o caminos que no siempre llevan a alguna parte, como las escaleras de Escher*, un problema matemático que utilizó Christopher Nolan en su película Inception, que tanto le debe a El año pasado en Marienbad.

*Escher fue un artista neerlandés, maestro de las figuras imposibles, las ilusiones ópticas y los mundos imaginarios.

"No importaba tanto lo que se relataba, sino cómo se relataba", llegaron a expresar tanto su director como el guionista acerca de El año pasado en Marienbad, cuya trama nos cuenta la historia de un hombre (interpretado por Albertazzi) que intenta convencer a una sofisticada mujer (encarnada por Delphine Seyrig) de que ambos tuvieron una relación amorosa el año anterior en Marienbad (acaso un lugar maldito en el que conviven seres aletargados, una ilusión, según Resnais, un no-lugar, donde la realidad, los recuerdos y la imaginación se entremezclan), aunque ella parece no recordar nada o niega de un modo deliberado ese supuesto encuentro entre ambos.

Además de estos personajes protagonistas, existe otro hombre (interpretado por Sacha Pitoëff), que es un jugador empedernido y acaso celoso, probablemente el esposo de la mujer. Es como un narrador que jugara con el tiempo, incluso lo manipulara a su antojo. Los tres conforman un triángulo amoroso, con la mirada perdida, como si se resistieran a despertar de un sueño o pesadilla. No expresan emociones. No muestran afecto. Estos personajes mantienen ambiguas conversaciones a través de flashbacks y cambios de tiempo y lugar. Son seres vacíos y superficiales alejados de la cotidianidad del vivir, incapaces de superar sus miedos y salir de su letargo, habida cuenta de que habitan un espacio anodino en el que parecen atrapados (como los personajes de El ángel exterminador de Buñuel), "matando" el tiempo con juegos de mesa. https://cuenya.blogspot.com/2018/12/el-angel-exterminador-de-bunuel.html


El año pasado en Marienbad es un relato fragmentado donde el pasado y el presente se difuminan, de modo que los espectadores no llegamos a saber dónde empieza el sueño y dónde la realidad.

El guion amplifica esta incertidumbre porque la forma en que se nos cuenta esta historia está basada en la repetición y la variación, como si intentara capturar el flujo discontinuo y oscilante de la memoria. 

El año pasado en Marienbad presenta una estructura circular, que se parece más a un poema visual que a un relato tradicional, donde se nos muestra un extraño y desconcertante mundo por el que transitan autómatas de clase alta, zombis o muertos desde mucho tiempo atrás, los cuales vagan como sonámbulos, con lentitud, por los corredores de una mansión, por sus pasillos y estancias como si fuera un laberinto en que estuvieran extraviados, del que no pudieran salir. 
Estamos, pues, ante una película de culto, cine de autor, cine experimental, cine surrealista, cine de intriga, un drama fantástico de uno de los autores más singulares de la Nouvelle Vague francesa y del cine mundial. 

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