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miércoles, 19 de febrero de 2025

Composición de relatos y microficciones

Un placer poder impartir estos cursos de composición de relatos y microficciones, tanto en la Universidad de León (ciudad de León) como en la UNED de Ponferrada, porque uno, además de enseñar, aprende. Y esta es una buena forma de mantenerse activo con la escritura, con la lectura, habida cuenta de que, a través de estos cursos, se realizan diversas lecturas, además de ejercicios en los que se pone en práctica la teoría. https://extension.uned.es/actividad/42865&codigo=CDRYM2024-25

En estos cursos acostumbramos a hacer un viaje multisensorial. De modo que, a través de nuestros sentidos físicos, entramos en contacto con nuestro entorno, al tiempo que aprendemos, reconocemos la realidad y nos expresamos, porque los sentidos nos permiten comunicarnos. 

El diálogo con el lenguaje sensorial puede funcionar como un vehículo para transmitir información crucial o añadir capas de significado que se irán desplegando a medida que avanza nuestra historia. Esto permite que nuestros lectores y nuestras lectoras se sumerjan de un modo más profundo en la realidad que estamos construyendo, involucrándolos desde el punto de vista emocional y haciéndolos sentir como si ellos mismos estuvieran experimentando las mismas sensaciones que nuestros personajes. 

Los cinco sentidos funcionan como una herramienta narrativa que va más allá de la simple descripción, actuando como catalizadores de conflictos, emociones y desarrollo de personajes. 


Lo sensorial funciona como una especie de lenguaje emocional, permitiéndonos comunicar matices que van más allá de las palabras y alcanzar una resonancia más profunda en nuestras entrañas. 

El mundo de los olores en El perfume de Süskind, por ejemplo, nos envuelve con su magia: Casi siempre los seres humanos tenían un olor insignificante o detestable. El de los niños era insulso, el de los hombres consistía en orina, sudor fuerte y queso, el de las mujeres en grasa rancia y pescado podrido. 

A través de sus propias percepciones sensoriales logramos saber cómo es el protagonista de esta historia de un asesino (El perfume, de Süskind). 


El sentido del olfato posee la virtud de despertar nuestros recuerdos, nuestra memoria emocional. Un olor nos traslada a un momento que creíamos perdido. De esta forma, podemos viajar al pasado a través de ese olor.

El tacto es ciego, el olfato es galopante. La boca es frenética. El oído es torpe. Sólo el ojo alcanza la totalidad. Reconstruir una mujer a partir de su voz, de su contacto, de su sabor, de su olor. Eso es la imaginación... Hay que dar los olores en lo que se escribe. Antes, cuando era un escritor joven y responsable, quería describir minuciosamente las situaciones, los lugares. Luego comprende uno que basta con dar un olor o un color. Al lector le sirve esto mucho más. El olor de una mujer, cada una con su olor. Los seres tienen aura, que es el olor. Por el olor somos mágicos. El olor es lo único que no puede poseerse, es la fragancia de una personalidad, y por eso desasosiega y trastorna, escribe Umbral en Mortal y rosa. 

Por su parte, el escritor Julio Llamazares también es un maestro en el empleo de los cinco sentidos en su novela lírica La lluvia amarilla: La lluvia ha ido anegando mi memoria y tiñendo mi mirada de amarillo... Todo a mi alrededor se ha ido tiñendo de amarillo como si la mirada no fuera más que la memoria del paisaje y el paisaje un simple espejo de mí mismo. 


Ackerman, en Una historia natural de los sentidos, nos dice: 

El mundo es un manjar sabroso para los sentidos (...). No hay modo de comprender el mundo sin detectarlo antes con el radar de los sentidos.

De lo que se trata en la escritura (creativa) es hacer visible lo invisible con palabras, nombrar lo innombrable. Como hace la poesía. La poética de renombrar, de cambiar y dar giros a las cosas dichas para que parezcan nuevas, inaugurales. Volver a mirar la realidad con ojos asombrados, con la inocencia de un niño o niña que descubriera el mundo. 

Un relato, si está bien escrito, capta la atención de nuestros lectores y lectoras a partir del momento en que comienza a proyectarse en su mente una película ininterrumpida de imágenes concretas con un escenario, ambiente y un personaje o personajes moviéndose en él.

Escribir sobre todo con un lenguaje conciso, claro, limpio, sostenido sobre un entramado de verbos y nombres concretos y específicos, adecuados para cada momento. También con el empleo de recursos literarios como las metáforas y los símiles, incluso las sinestesias, entre otros muchos. El uso de estos recursos literarios puede ser una estrategia poderosa para captar y mantener la atención de nuestros lectores y nuestras lectoras, mientras les ofrecemos una experiencia sensorial completa. 

Creo que las formas impostadas y rebuscadas no son buenas para la escritura, porque una escritura recargada resulta empalagosa. Evitemos por tanto y en la medida de lo posible un lenguaje ampuloso, inflado, barroco. Y para que el texto cobre vida, intensidad, interés, hagámoslo en un tono, registro, estilo naturales, directos, transparentes. 

Por fortuna, para escribir siempre tenemos a mano la realidad como inspiración, explorar el yo para reconstruir una identidad, usar la propia vida como materia de ficción, manipular lo autobiográfico para escribir un relato, lo que sea, ficcionalizar la realidad de uno mismo para resultar más auténtica... porque, como escribe el propio Unamuno: Toda novela, toda obra de ficción, todo poema, cuando es vivo es autobiográfico. Todo ser de ficción, todo personaje poético que crea un autor hace parte del autor mismo. 

De este modo, los escritores, las escritoras, se nutren de las experiencias vividas en la realidad, de las sensaciones experimentadas, que suelen transmitir a sus personajes para darles vida, credibilidad y autenticidad.

El escritor debe escribir sobre aquello que conecta con sus inquietudes y experiencias más íntimas -según Luis Landero-. Lograr que la literatura y la vida se confundan, lleguen a ser la misma cosa...

En todo caso, podemos contar lo que sea mientras tenga verosimilitud, apariencia de verdad, y respete las normas internas de la obra. Pues eso, sigamos haciendo un viaje multisensorial a través de la escritura, de las palabras, mediante las cuales articulamos nuestro pensamiento, nuestras emociones, nuestros sentimientos.  

Estas son sólo algunas de las claves (acaso líricas, como diría el genial Valle-Inclán) en las que nos movemos para llevar a buen puerto estos cursos de escritura, que a menudo dan sus frutos.

 https://elbierzo.eldiario.es/comarca/manuel-cuenya-imparte-ponferrada-curso-composicion-relatos-microficciones-nivel-intermedio_1_12063397.html

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