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miércoles, 28 de noviembre de 2012

La fragua literaria leonesa: Fermín López Costero

http://www.diariodeleon.es/noticias/cultura/el-microrrelato-narratividad-y-brevedad-_746426.html
Foto: M. Cuenya

Os dejo este reportaje, publicado en Diario de León, en la sección La fragua literaria leonesa, sobre el escritor y amigo Fermín López Costero. 


El cacabelense Fermín López Costero, que cultiva con esmero y vocación la narrativa breve, ha sido incluido recientemente en tres prestigiosas antologías sobre el microrrelato, como Antología del microrrelato español. Desde sus orígenes hasta la actualidad (Cátedra, 2012), de Irene Andres-Suárez; Mar de Pirañas. Los nuevos nombres del microrrelato español (Menoscuarto, 2012), a cargo de Fernando Valls; y Esplendor de sirenas (Cuadernos Negros, Bogotá), del mejicano Javier Perucho, y que aparecerá antes de finalizar este año. «Me produce una gran satisfacción, verme incluido en estas recientes e importantes antologías, elaboradas por algunos de los más prestigiosos especialistas a nivel internacional. Se trata de tres compilaciones muy diferentes, pero que dan idea de la gran importancia de este género dentro de la literatura en lengua española. La de Irene Andres-Suárez abarca algo más de un siglo y da cuenta de los que, a su juicio, son los autores más representativos, desde comienzos del siglo XX (J. R. Jiménez, Gómez de la Serna, García Lorca,…) hasta nuestros días (Á. Olgoso, G. S. Cutillas, M. Moyano,…). 

La antología de Fernando Valls, sin embargo, presta atención solamente a los nuevos autores del microrrelato español, muchos de los cuales se han dado a conocer a través de Internet. Y el libro de Javier Perucho es una antología temática, dedicada a las sirenas como personajes literarios; es interesante porque reúne piezas de autores muy destacados dentro de las letras hispanoamericanas».

      El autor berciano ha publicado dos libros de cuentos,  Pequeño catálogo de historias breves (Ayuntamiento de Cacabelos, 2003) y La soledad del farero y otras historias fulgurantes (Leteo, 2008), sobre el que me centraré más adelante, además de un poemario, Memorial de las piedras (Ayuntamiento de Talavera de la Reina, 2009), cuyo protagonista son las ruinas del monasterio berciano de Carracedo, y con el que obtuvo el distinguido Premio «Joaquín Benito de Lucas».
  Tampoco debemos olvidarnos del Catálogo bibliográfico de Antonio Pereira (Instituto de Estudios Bercianos, 2006), un libro imprescindible para el conocimiento y el estudio de la obra literaria del villafranquino universal, al que le unía una buena amistad. No en vano, López Costero es un discípulo aventajado del maestro Pereira. «Es cierto que en alguna que otra ocasión se han querido detectar influencias pereirianas en mis cuentos, lo cual me enorgullece una barbaridad, sin embargo, tales analogías son un elogio inmerecido, pues ¡qué más quisiera yo, que estar a la altura de semejante genio! Tuve la suerte de conocer a Pereira y de disfrutar durante algunos años ―hasta su fallecimiento― de su aprecio y, en ocasiones, también de su magisterio. Aprendí mucho con él, es cierto, pero su influencia en mí creo que es más teórica que formal o estilística. La elaboración de su catálogo bibliográfico ―concebido como una herramienta para facilitar a los especialistas el estudio de la obra de Pereira― me ayudó a conocer en toda su extensión tanto su poesía como su narrativa».
López Costero, que escribe artículos, ensayos, reportajes, poemas, greguerías y cuentos, es un apasionado de la historia del arte y de la literatura, destacando sobremanera en la composición de cuentos breves, como queda plasmado en su última obra narrativa, La soledad del farero y otras historias fulgurantes, donde el autor logra entretejer, de un modo hábil y certero, ingenioso y humorístico, una serie de microficciones que acaban, de una forma irremediable, enganchando a los lectores. «El microrrelato se basa en dos principios fundamentales: la narratividad (debe contar una historia) y la hiperbrevedad (debe hacerlo sin extenderse en el espacio). Requiere, entre otras cualidades, gran capacidad de síntesis, dominio del lenguaje y una minuciosidad extrema. Es, por tanto, un ejercicio de gran dificultad, que convierte a su autor en un orfebre de la narrativa. Tal es el grado de exigencia que, a veces, el éxito o el fracaso puede depender de factores en apariencia tan simples como la elección de un adjetivo o la colocación o no de una coma».
Su obra cumbre, La soledad del farero, es un compendio de historias fulgurantes en las que, de vez en cuando y de manera velada, se repiten personajes, objetos o situaciones, lo que confiere cierta unidad y coherencia al conjunto de este estupendo volumen.
Asimismo, cabe señalar que, este mismo año, López Costero quedó finalista del II Premio Internacional de Microrrelato «Museo de la Palabra» con una pieza muy breve, titulada Robinson. A dicho premio se presentaron 14.253 obras provenientes de 89 países y escritas en español, inglés, árabe y hebreo.
Al autor berciano le gusta sorprendernos con arranques y finales antológicos en casi todos sus microcuentos, que por otro lado están aderezados con un humor, en ocasiones negro, y cuyos personajes adolecen, en su mayoría, de algún trastorno o bien son muertos que nos hablan desde un más allá: fantasmas, zombis, espíritus, incluso licuados, entre otros muchos seres fabulosos. Como ocurre en los mejores relatos del maestro mexicano Juan Rulfo. «Me gusta moverme entre lo real y lo fantástico, en un ir y venir constante, que juega con el lector y que, a menudo, lo hace cómplice y partícipe; por eso doy protagonismo a personajes fuera de lo normal y que detrás de sus trastornos, miserias, excentricidades y demás ocultan un mundo tremendamente enriquecedor y misterioso, que suele aportar visiones diferentes y mucho más atinadas de la realidad que las que perciben o proporcionan los seres normales, que dan escaso juego cuando nos situamos en el territorio de la fantasía».
La obra de López Costero, que también figura en diversas publicaciones como Turia, Xarmenta, Paréntesis, InComunidade, La Curuja, Filandón o The Children’s Book of American Birds, nos devuelve a una suerte de literatura que entronca con las esencias de los grandes de la narrativa breve, como Borges, Max Aub, Arreola, Ana María Suha, Tito Monterroso, Horacio Quiroga, Roberto Arlt y aun el leonés Luis Mateo Díez.
López Costero terminó de escribir esta primavera el que será su segundo poemario («Ahora viene lo más difícil ―dice―, que es publicarlo.») y, en la actualidad, trabaja en un nuevo libro de microrrelatos que ya tiene bastante avanzado.




¿Qué libro no dejarías de leer o leerías por segunda vez?

         Muchísimos. «Confabulario», de J. J. Arreola, por ejemplo.



Un personaje imprescindible en la literatura (o en la vida)
         La literatura, igual que la vida, está llena de personajes maravillosos (no sé si imprescindibles), como el famoso hidalgo Don Quijote de La Mancha.

Un autor o autora insoportable (o un libro insoportable)
         Autores y libros insoportables hay muchos. El lector experto aprende a evitarlos.

Un rasgo que defina tu personalidad
         Cuando era joven siempre citaba la paciencia. Ahora ya no me queda mucha.

¿Qué cualidad prefieres en una persona?
         La bondad, sin duda. De poco sirven otras cualidades si se es mala persona.

¿Qué opinión te merece la política actual? ¿Y la sociedad?
         La política actual es decepcionante, lo mismo que la sociedad actual.

¿Qué es lo que más te divierte en esta vida?
         El placer diletante.

¿Por qué escribes?
         Porque la escritura me da lo que la vida no me presta.

¿Crees que las redes sociales, facebook o twitter, sirven para ejercitar tu estilo literario?
         Ni mucho menos. No han sido creadas para eso.

¿Cuáles son tus fuentes literarias a la hora de escribir?
         Las potables, las cristalinas, las frescas, las mejores. Lo demás es beber en los charcos.

¿Escribes o sigues algún blog con entusiasmo porque te parezca una herramienta literaria?
         Hace tiempo que deseché la posibilidad de crear un blog. Además, trato de seguir el menor número posible de ellos, precisamente para poder escribir.

Una frase que resuma tu modo de entender el mundo
         ¡Ah! ¿Pero el mundo puede ser entendido?

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