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domingo, 18 de noviembre de 2012

Una noche en la ópera

Tras la no demasiado exitosa Sopa de ganso (aunque esto es falso, porque lo que pretendía la Paramount, la productora, era largar a los incómodos Marx), estos cómicos neoyorkinos se lanzan con la aventura de Una noche en la ópera, cinta de 1935, que en este caso ya produce la Metro (MGM) y en la que sólo intervienen Groucho, Harpo y Chico. Es su sexta película.
        Zeppo, cuyo papel en Sopa de ganso había quedado harto pobre -este es al menos mi parecer-, se desmarca de la interpretación. 
         Se trata de una obra por la que sienten devoción tanto los surrealistas como los devotos del teatro del absurdo. Y es que ésta, como Sopa de ganso, tienen mucho de absurdo y surrealismo a raudales. 
        Una noche en la ópera (A night at the opera) conlleva una burla implícita a la burocracia, a la vanidad (representada, por ejemplo, por el tenor Lassparri), a la pretensión de conseguir relaciones y amistades a través del dinero (que no lo es todo, ni mucho menos, pero ayuda a soportar los sinsabores de este mundo hipercapitalizado y consumista, en el que la moneda de cambio es y seguirá siendo la guita). 
         A decir verdad, convendría verla en su versión original -en realidad como todas las pelis-, porque así los espectadores/as no se pierden la auténtica interpretación, aunque también se corre el riesgo de no seguir los diálogos, los juegos de palabras, si uno no domina el inglés. 
        Su director, Sam Wood, había sido ayudante de dirección del afamado Cecil B. De Mille. Posteriormente codirigiría la oscarizada Lo que el viento se llevó, y volvería a dirigir a los humorísticos hermanos en la memorable Un día en las carreras.
        Como en sus anteriores películas, toda la puesta en escena de Una noche en la ópera está concebida para que se luzcan los Marx. La cámara a su entera disposición, con una fotografía contrastada, algunas bellas tomas y sugerentes primeros planos. 
        Una vez más, también vemos a la Dumont (Claypool) y a Groucho en sus respectivos papeles de millonaria y vividor, quien, burlándose constantemente de la viuda y acaudalada señora Claypool, pretende convertirse en mecenas de una ópera para codearse con la alta sociedad. Y acaba contratando, por error, a otro tenor, Baroni, que no estaba previsto, eso sí, tras una delirante negociación con su supuesto representante, interpretado por Chico (“la parte contratante…”).
        Sobresale un guión bien estructurado, en el que intervinieron varios guionistas, entre ellos el clásico Buster Keaton (quien por cierto no aparece acreditado), el cual le regaló sus mejores momentos a Harpo. No olvidemos que Buster Keaton era un genio del cine mudo, y Harpo hace de mudo.
En Una noche en la ópera está todo perfectamente hilvanado, en armonía -desde el vodevil hasta algunas piruetas circenses-, en una magnífica simbiosis de diferentes géneros cinematográficos, donde todo fluye en este musical y a la vez comedia romántica de amor "casi imposible" entre una soprano y un tenor. Si me permitís la licencia, la trama amorosa es lo que menos llama la atención. 
        Transgresora, ingeniosa, sentimental y dramática, Una noche en la ópera goza de un ritmo trepidante, equilibrado precisamente a través de algunos excelentes números musicales (como el que nos ofrecen los Marx con el piano, el arpa y la voz), repleta de gags –un total de 175- (Groucho gritando como si fuera Tarzán, el cambio de camas en el hotel, o la inolvidable escena del camarote, que es un excelente corto en sí misma), y otros, con mayor aderezo verbal (“la parte contratante...”, que es un buen ejemplo de humor absurdo y surrealista). Algunos de los sketches ya habían aparecido en sus anteriores pelis, otros incluso los recuperan de sus antiguas obras de teatro.
        Un guión, en definitiva, que engarza con sentido todos los chistes, con diálogos afilados, divertidos, muy chistosos, algo que hereda el cine de Woody Allen (quien por lo demás nace en 1935) y cuya esencia figura asimismo en el humor judío/americano así como en algunos monologuistas del panorama actual.
        La música, ya que se trata de un musical, cumple una función muy importante, con algunas arias operísticas y canciones originales, como Alone (interpretada al arpa por Harpo) o All I do is dream of you, esta última tocada por Chico al piano, que luego se haría famosa en la Banda Sonora de Cantando bajo la lluvia. 
        Reconocida por la crítica como la mejor peli de los Marx/Marks, tal vez la más redonda, en su día se convirtió en todo un éxito comercial. 
        Al igual que Sopa de gansoUna noche en la ópera figura entre las 100 mejores comedias de toda la historia del cine. Está considerada como una "película cultural, histórica o estéticamente significativa".
          “Me gustaron Sopa de ganso y Plumas de caballo, y me gustan partes de El conflicto de los Marx, pero creo que mi favorita es Una noche en la ópera. Tiene secuencias estupendas, muy divertidas”, dice Groucho. 

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