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miércoles, 24 de octubre de 2012

Bodas y tornabodas


Boda en Noceda del Bierzo
En el Bierzo, como en algunos otros lugares de la provincia de León, era habitual que la boda tuviera su tornaboda, que era como repetir la boda al día siguiente, con misa, comida y baile de despedida. Lo que suponía un considerable gasto por parte de los novios, que tenían que apechugar con los banquetes, y encima los invitados no tenían por costumbre hacer obsequios a los novios. 

A veces les regalaban cualquier menudencia, alguna tartera para guisar, una pulina ponedora o bien una gallina para el caldo. Entonces el invitado de turno aprovechaba para ponerse las botas a cuenta de los novios y padrinos de la boda. 

La víspera de la boda, el novio, en compañía de sus amigos, solía ir a rondar a la novia, a la que le cantaba algunas coplas. Por su parte, los padres de la novia convidaban al novio y sus amigos a jamón y vino en la bodega.

Hubo una vez un novio, atrevido él, al que se le ocurrió meter a la juventud de Santibáñez del Toral en la bodega del padre de la novia, sin el consentimiento de éste, y con tan mala pata que los hermanos de la novia se enteraron del desaguisado, los cuales fueron a la bodega en busca del novio para darle cacha. 
“Que vayan saliendo todos, de uno en uno”, les dijo a los mozos un hermano de la novia. Por fortuna, el novio, que era flaco, logró colarse por el ventanuco o bufardo de la bodega.

El día de la boda, por la fresca, los mozos y mozas engalanaban las calles del pueblo con ramos desde la casa de la novia hasta la iglesia. Los mozos y el tamboritero acostumbraban a ir en busca de la madrina, y luego a la casa del novio. Y después los acompañaban hasta la iglesia. El novio esperaba a la puerta de la iglesia, mientras los mozos buscaban a la novia y al padrino. 

Los padrinos de la boda solían ser los mismos que los del bautizo, porque creían que esto les daba suerte a los novios. Cuando se terminaba la misa, el tamboritero, figura esencial en fiestas, tocaba su tambor y chifla para que bailaran los invitados a la puerta de la iglesia. Tocaba alguna jota, pasodoble, corrido o dulzaina. 

Después del baile llegaba el banquete, en el que se comía carne de jato, cordero, pollo y arroz con leche y flan como postre. Todo ello regado con vino de la cosecha.

En horas de siesta se corría la rosca, que era como un roscón de Reyes. La madrina era la encargada de hacer la rosca en el horno de leña con harina de trigo y maíz, bañada con yema de huevo, adornada con anises o bolitas verdes como guisantes y salpicada con azúcar. Cualquiera de los invitados podía correr la rosca, y el que primero llegaba a la meta era el ganador, que se encargaba de repartirla a todos los presentes. La madrina, además de hacer la rosca, le obsequiaba el velo a la novia, mientras el padrino costeaba los gastos de las misas, los honorarios del tamboritero y el vino. 

En algunos pueblos del Bierzo la boda podía prolongarse incluso hasta el tercer día, el tornabodín, al que sólo acudían los familiares más cercanos.

1 comentario:

  1. Hola Manuel, por curiosidad sabes en qué año se hizo esta foto y de quién era la boda?Un saludo.
    Margarita Núñez

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