Ejercitar la memoria de vez en cuando resulta saludable más que nada para confrontarse con la realidad y comprobar que el alzheimer sigue alejado. Toquemos madera. Sin memoria uno deja de ser quien es. Como le ocurre al protagonista de esa película-rompecabezas cuyo título es Memento. A propósito de películas
recuerdo que allá por los gloriosos años ochenta apareció un buen día en Noceda
del Bierzo Marisa Paredes, la genial actriz almodovariana, que antes de serlo
en Tacones lejanos del manchego universal, lo fuera de teatro,
y aun de teatro televisado, pero entonces Marisa no era tan conocida como lo es
ahora.
Recuerdo verla en compañía de Doni y Josefa, vecinas del Barrio de
Vega, que entonces vivían en la capital de España haciendo labores domésticas.
Marisa
Paredes llegó a Noceda acompañada por Doni, que en aquel tiempo servía en casa
de la Paredes. Antaño en los pueblos se decía mucho lo de “ir a servir a
Madrid” como también se decía “servir a la patria o cumplir con el servicio
militar”. En otros tiempos se servía mucho. Ahora, en cambio, nos hemos vuelto
todos unos inserviciales y en cierto
modo inservibles. El servicio está cada día peor.
El asunto es que Marisa Paredes llegó un
buen día a Noceda, debía ser en otoño, temporada de castañas, y en fin de
semana. Recuerdo verla entrar en El Mesón-bar Las Chanas de Noceda (el útero de Gistredo) en compañía
de nuestra amiga Doni.
También se dice que la Paredes estuvo en
casa del ya fallecido Primitivo o Primo, el padre de Josefa. Y poco más sabemos
del paso de la Paredes por Noceda. Entonces uno era un rapaz, que vivía en su
mundo de adolescencia, entre libros y ensoñaciones, y algunas correrías por las
discotecas y bares del pueblo y aun por Bembibre, donde este menda cursaba
estudios de bachiller. En aquella época, si bien a uno le gustaba ver cine, no
sabía de la talla humana y profesional de Marisa Paredes. Luego, a través de
nuestra amiga y paisana Doni, nos hemos ido enterando de la vida de la Paredes
en aquellos ochenta de movida y sarao en un Madrid castizo y underground, que tanto prometía.
El paso de la Paredes por Noceda se me
antoja hoy, con el transcurrir de los años, como algo que perteneciera al sueño
o la leyenda, cual si se tratara de una aparición mágica al más puro estilo García
Márquez, puro realismo mágico de novela latinoché. Como cuando la hemos vuelto
a ver en El coronel no tiene quien le escriba del cineasta mejicano
Arturo Ripstein, cuya película no es más que una adaptación del gran Gabo, en
la que vemos a la magnífica Paredes en compañía de la joven y bella actriz
Salmita Hayek.
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